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jueves, 18 de febrero de 2016

En "COMBATE al NARCO " la "MISMA ESTRATEGIA" de CALDERON"...la del "ensayo y error",la que fomenta mas violencia,la que inicia "operativos",la que los vuelve a reiniciar y "renombrar" en el cuento de "nunca acabar".


En su lucha contra el crimen organizado y los cárteles de la droga, el presidente Enrique Peña Nieto tuvo un buen inicio, pero terminó repitiendo los mismos esquemas que su antecesor y con resultados similares: incremento de la violencia ligada al narco, miles de asesinatos y desaparecidos, violación a los derechos humanos por parte de militares y policías, así como opacidad en la rendición de cuentas, ausencia de un Estado fuerte y crecimiento de focos rojos por expansión de grupos delincuenciales.

Aún más; el gobierno de Peña Nieto se ha congratulado de la disminución de los niveles de violencia delictiva ligada al narco en el norte y noreste del país. 

Tales son los casos de Ciudad Juárez, Tijuana y Monterrey, además de los puntos fronterizos de Tamaulipas con los Estados Unidos.

En efecto, la violencia ha disminuido en estas ciudades y regiones, pero no por una acción directa, definida y sostenida a largo plazo por parte del gobierno, sino porque los cárteles de Sinaloa y del Golfo lograron imponerse a sus rivales y pactaron una especie de pax armada, basada en buena medida en acuerdos de no confrontación, respeto a zonas de producción, control, paso y movimiento de drogas, armas, dinero, personas, químicos y toda clase de productos, señala la especialista Vanda Felbab Brown, autora de uno de los capítulos del informe After the Drug Wars, en el que se analiza el caso de México.

El documento de la London School, of Echonomics and Political Science (LSE), fue elaborado por 21 investigadores del Expert Group on the Economics of Drug Policy de dicha institución, quienes abordan temas como la legalización de ciertas drogas, sus efectos sociales y económicos, las leyes para regular el consumo de enervantes, las estructuras de combate policial y jurídico al narcotráfico y escenarios para mejorar el combate al narco combinados con proyectos productivos alternos.

El análisis de la doctora Felbab Brown (investigadora en el Centro de Inteligencia y Seguridad Siglo XXI, en el Brookings Institution) reconoce que la intención de Enrique Peña Nieto de reducir la confrontación contra los cárteles de la droga para eliminar la violencia desbordada, funcionó  el inicio de su mandato.

Sin embargo, con el tiempo comenzaron a aparecer las constantes que caracterizaron la lucha antinarco de Felipe Calderón en el sexenio pasado, y que incluyeron decenas de miles de muertos, más de 200 mil desplazados, miles de desaparecidos, miles de denuncias y quejas por abusos cometidos por militares, marinos y policías federales (Sedena, Policía Federal, PGR y Marina fueron las instituciones con más quejas y recomendaciones emitidas por la CNDH durante el mandato de Calderón Hinojosa), expansión y diversificación de la actividad criminal (secuestros, extorsiones a comerciantes y empresarios, extorsión a alcaldes y ediles, plagios express, trata de personas, control de prisiones).

¿A qué se debió esto? A que ni Calderón ni Peña Nieto contaban con una verdadera estrategia para combatir de manera integral y a fondo a la delincuencia en todas sus formas, no solo la ligada al narcotráfico.

Vanda Felba Brown señala que la estrategia peñista se apoya en estructuras e instituciones desgastadas, sin reformas a fondo o inconclusas, con políticas gubernamentales limitadas y confusas, además de que el Estado mexicano dejó de tener presencia y peso en aquellas ciudades y regiones en donde el narco llegó a acuerdos para disminuir la violencia y evitar masacres.

En esos sitios, en esos escenarios, el Estado dejó de ser fuerte y tener presencia ante la disminución de la violencia, indica la especialista.

Como resultado del extravío y la insuficiencia en las estructuras para combatir a la delincuencia, reducir el crimen y mantener el orden interno a partir de esquemas coherentes, interconectados y supervisados por instancias distintas a las oficiales, surgieron fenómenos como el de las autodefensas en Michoacán, que acabó siendo resuelto con la creación de la Fuerza Rural y la aparente disolución de las defensas.

Pero la violencia nunca cesó en Guerrero, otro estado azotado por la ingobernabilidad, la efervescencia social y la delincuencia en todas sus formas. En esta entidad, dice  la especialista, el gobierno no pudo pactar ni controlar a los grupos de autodefensa (que llevaban varios de existencia) y no tuvo otra salida que la de militarizar la región, impulsar la figura del mando policiaco único y buscar caminos de conciliación política en una tierra polarizada y violenta.

Es decir, una vez más el esquema de seguridad terminó reduciéndose a una respuesta de saturación de fuerzas militares y policiales, a la reconfiguración de fuerzas de reacción y a nuevos intentos para coordinar acciones conjuntas entre gobiernos de los tres niveles.

Lo grave de todo esto, añade, es que en muchos casos ha sido la respuesta del gobierno la que ha desatado episodios de violencia en donde no la había.

Felbab Brown no pasa por alto los sucesos de Ayotzniapa, Tanhuato y Tlatlaya para recordar episodios de violación a los derechos humanos que alcanzaron notoriedad a nivel internacional. Así, los resultados de una estrategia anticrimen diseñada a partir de lo hecho y alcanzado en la anterior administración son irrefutables, añade.

En contraparte, dice, ha sido la sociedad civil la que ha logrado más avances y ha presionado al gobierno para lograr espacios importantes hacia la legalización y control de drogas como la mariguana. El debate desatado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que terminó con el aval de los ministros para que los integrantes de la Sociedad por un Consumo Responsable y Tolerante  puedan consumir cannabis de manera recreativa.

Este hecho, que parece aislado y limitado -porque se han recibido más de 200 promociones para juicio de amparo por parte de civiles, pero han sido negados sistemáticamente-, es importante porque sienta un precedente y abrirá canino a otras iniciativas y obligará al gobierno a replantear paradigmas tendentes a modificar sus políticas de lucha antidrogas, asegura.

En el largo plazo una política de combate al narcotráfico y a la delincuencia relacionada con éste sólo complicará más el panorama ya que al utilizar a las fuerzas armadas para enfrentar a los cárteles de la droga se dejan varios flancos abiertos que terminan por alimentar el poder de estas organizaciones, señala Vanda Felbab al advertir que con Felipe Calderón se descuidó sin precedentes la erradicación de enervantes y opiáceos, labor que siempre le había correspondido al Ejército y Fuerza Aérea.

No obstante, al empeñar prácticamente a toda la fuerza militar en una guerra no declarada, las tropas que estaban dedicadas a la localización y destrucción de plantíos en Guerrero, Michoacán, Nayarit, Chihuahua, Durango, Sinaloa y otras entidades productoras dejaron de hacerlo, los plantíos y la cosecha de drogas se elevaron mientras los gobiernos en turno siguen privilegiando la dinámica de capturar a los líderes máximos de cada cártel, suponiendo que con esto van a desmoronar sus estructuras. La realidad ha demostrado otra cosa, agrega la experta.

Vanda Felbab hace nueve recomendaciones finales que podrían reencausar, darle coherencia y claridad a la fallida estrategia antidrogas de Enrique Peña Nieto.

La investigadora  propone:

1.- Hacer más selectiva y estratégica la persecución de grupos delictivos.

2.- No ir necesariamente por los líderes sino buscar también a los mandos intermedios en operaciones de detención múltiple. Esto evitaría reacciones violentas de los carteles en lo inmediato.

3.- Mantener el mismo nivel de presencia y operaciones en los lugares en los que la violencia ha disminuido.
4.- Restructurar y lanzar de nuevo una reforma policial a fondo.

5.- Desarmar y desmantelar a los grupos de autodefensas.

6.- Reforzar y sostener políticas de aplicación de la ley respeto a los derechos humanos.

7.- Reforzar la estrategia de los Polígonos Anti Crimen e integrarlos más a la sociedad.

8.- Crear políticas y dinámicas de desarrollo alternas en los estados y regiones azotados por el crimen organizado.

9.- Despenalizar el uso y abuso de drogas, enfocándose en política de prevención y reducción de consumo.

fuente.-
Jorge Medellín
@JorgeMedellin95



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