En el augusto recinto senatorial, donde antaño se forjaban los destinos de la República, hoy pululan con inusitada persistencia ciertos especímenes de la vida pública: auténticas rémoras presupuestales, cuya existencia se justifica no por la virtud del pensamiento ni la altura del debate, sino por su inagotable capacidad para aferrarse a las ubres del erario.
Estos personajes, dotados de una resiliencia camaleónica y una elocuencia más cercana a la diatriba que al discurso, han hecho de la trivialidad su bandera y del escándalo su modus operandi. Son artífices de la grandilocuencia vacua, virtuosos del aspaviento y consumados funambulistas de la retórica hueca. Su contribución al quehacer legislativo se resume en una incesante coreografía de invectivas, exabruptos y acusaciones cruzadas, donde la razón es rehén del protagonismo y la ética, un mero accesorio ornamental.
Dotados de una voracidad presupuestal digna de estudio entomológico, estos tribunos modernos sin distingos de credos y partidos,han perfeccionado el arte de la simulación: proclaman austeridad mientras disfrutan de privilegios faraónicos; invocan la moral pública mientras navegan en las turbias aguas del conflicto de intereses. Son, en suma, heraldos de la incongruencia y custodios de la mediocridad institucionalizada.
En este teatro de lo absurdo, la seriedad es una prenda olvidada en el guardarropa de la historia, y la dignidad parlamentaria, una reliquia en vías de extinción. Así, estos ilustres representantes del pueblo se exhiben, día tras día, como paradigmas de la intrascendencia, recordándonos que, en ocasiones, el verdadero drama nacional no se libra en las calles, sino en los templos del poder, donde la palabra se ha vuelto eco y la representación, farsa.
Otro episodio de la misma temporada
En este circo legislativo mexicano, donde la carpa del Senado se viste de solemnidad, los Senadores no dejaron que se acabara la semana sin escenificar otro penoso episodio que los exhibió de “puerco entero”,unl espectáculo que dejó claro que el nivel de debate se mide ya en decibeles y no en argumentos.
Lo que debía ser un homenaje a José Mujica, apóstol de la austeridad, terminó convertido en un episodio de “La Rosa de Guadalupe” versión Cuarta Transformación, con ráfagas de insultos, acusaciones de huachicol fiscal y viajes a París que ni en telenovela de Televisa.
La senadora Lilly Téllez, transformada en “la gritona y la loca del pueblo” según el muy diplomático Adán Augusto López, se lanzó al ruedo con la gracia de quien lleva años practicando el triple salto mortal: acusó a los morenistas de hipócritas, de vivir entre camionetas blindadas y propiedades de lujo mientras predican la pobreza franciscana. De paso, le preguntó a Adán Augusto con qué cárteles se asoció, porque aquí no se viene a debatir, sino a jugar “¿Quién es quién en el narco?”.
Adán Augusto, en vez de responder con argumentos, prefirió el camino de la elegancia: “la gritona y la loca del pueblo”, sentenció, como quien reparte medallas olímpicas a la histeria. Y, por supuesto, negó todo: ni París, ni pactos, ni nada que huela a escándalo, salvo el propio debate, que ya apestaba a carnicería. La sesión se suspendió porque, al parecer, la Mesa Directiva no tenía tapones para los oídos.
Pero la función no terminó ahí. Téllez, con la perseverancia de un vendedor de seguros, volvió a la carga: que el hijo de Adán Augusto estudia en París (¡sacrilegio!), que Andrea Chávez fue chofer antes que senadora, y que la congruencia en Morena es como el unicornio: todos hablan de ella, nadie la ha visto.
Así, entre gritos, acusaciones y desplantes, el Senado quedó exhibido como lo que es: un ring de lucha libre donde la seriedad es solo un rumor y la clase, un mito urbano. Si Mujica levantara la cabeza, seguro pediría que le devolvieran el boleto de avión. Porque aquí, señoras y señores, los legisladores no debaten: se dan hasta con la cubeta, y lo hacen con la seriedad de un meme y la clase de un puerquito enlodado.
Con informacion: EL FINANCIERO/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: