El legislador Gerardo Fernández Noroña coincidió con Felipe Calderón y panistas en audiencia con el Papa León XIV en Roma y por medio de la red social X despotricó: “El cínico de @FelipeCalderon en la audiencia con el Papa León XIV. Hoy, no representa absolutamente nada el usurpador. Medio @AccionNacional aquí andaba con su hipocresía acostumbrada”.
Noroña vs. Los Panistas
Cuentan las malas lenguas (y las peores plumas) que en la Ciudad del Vaticano, donde hasta el aire huele a incienso y a diplomacia, se armó un duelo más sabroso que birria de rancho en domingo electoral. No fue con cuernos de chivo ni con R-15, pero sí con metralla verbal y granadas de hipocresía.
El “Ateo” en Tierra Santa
Gerardo Fernández Noroña, ese apóstol de la izquierda que ni el agua bendita le hace espuma, se apareció en la fila para ver al Papa como quien va a la carnicería: sin fe, pero con hambre de pleito. Y ahí, entre sotanas y flashes, se topó con la banda rival: los panistas, esos que rezan con una mano y firman contratos con la otra.
El Primer Disparo
Noroña, con la lengua más filosa que machete de caña, no perdió tiempo:
—¡Hipócritas! —tronó, como quien avienta una granada en la sobremesa familiar.
Los panistas, acostumbrados a las misas pero no a los madrazos verbales, se persignaron tan rápido que casi se les descose el saco azul.

La Balacera Moral
Ahí, bajo la sombra de San Pedro, se armó la balacera moral:
—¡Tú, que no crees en Dios, ¿qué haces aquí?! —le reviraron los azules, con el rosario en la mano y el colmillo retorcido.
—¡Vengo a ver si se les pega algo de decencia! —remató Noroña, mientras los ángeles tomaban nota y los demonios aplaudían.
Chicharrón Político al Rojo Vivo
El nivel del debate quedó tan crujiente como chicharrón de feria: insultos disfrazados de argumentos, moralinas de ocasión y el eterno concurso de “a ver quién es más puro (o menos cochino)”. El Vaticano, testigo de tantas herejías, presenció otra: la masacre del sentido común y la resurrección del ridículo.
Moraleja para Animales Políticos
Al final, ni el Papa pudo absolver tanta hipocresía. Los panistas salieron oliendo a incienso y a derrota moral, mientras Noroña se fue satisfecho, sabiendo que, al menos por ese día, el pecado capital fue la doble moral… y el espectáculo, digno de exportarse a Netflix.
Así, la política mexicana volvió a demostrar que, para masacres, no hacen falta balas: basta con una lengua afilada y una moral de plástico. ¡Amén y que siga el show!
Con informacion: Emeequis/

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