El infierno está en Poza Rica. Los restos de al menos 13 cuerpos humanos fueron encontrados en una casa de seguridad. Los cuerpos estaban cercenados y los conservaban en refrigeradores.
Elementos del Ejército hicieron el hallazgo y pudieron liberar a tres personas que se encontraban secuestradas. En el operativo, que se debió a que vecinos se empezaron a quejar de un olor extraño, se detuvo a seis probables responsables.
La fiscal veracruzana, Verónica Hernández Giadáns, leyó un escueto comunicado en el que enfatizó críticas a medios de comunicación, por señalar que se trataba de 34 cuerpos. El enojo era absurdo, porque lo que los medios demandaban era explicar el contexto en que ocurrió semejante barbarie.
Sí, los ciudadanos merecen conocer con puntualidad a qué clase de psicópatas se están enfrentado, a qué se debe que ahora conserven los cuerpos y qué puede derivar de semejante situación.
Por momentos pareciera que los servidores públicos se aplican una especie de ceguera. Intentan escabullirse en discusiones alternas, cuando lo que se tiene enfrente es una de las crisis más agudas en materia de seguridad.
Lo que sí hizo la fiscal, fue utilizar el recetario del caso: “nosotros reiteramos que vamos a seguir proporcionando seguridad a la población en general. No queremos que este ajuste de cuentas de estos grupos delictivos continúe de esta manera. No les vamos a permitir que queden en la impunidad este tipo de acciones”.
Deberían iniciar por recordar que, más allá del número de cadáveres o de supuestos antecedentes, se trata de personas que perdieron la vida de modo violento, que tenían familias y amigos que seguramente los están buscando. Las pruebas periciales y las de ADN seguramente darán los elementos para las identificaciones respectivas.
Mientras esto ocurre, las hipótesis pueden ser diversas y una de ellas quizá tenga que ver con extorsiones en curso o con cobros de rescate, donde se requiere mantener los cuerpos para enviar alguna prueba a familiares o socios. Claro que los servicios periciales pueden determinar el tiempo y motivos del fallecimiento, inclusive de las heridas post mortem, pero a los criminales eso no les importa, porque tienen la sartén por el mango.
El espanto no se puede ir graduando, como si se tratara de un calentador o de un horno. Lo que ocurrió es uno de los hechos más graves, en un estado donde ya es difícil sorprenderse.
Hace más de una década, en 2011, dejaron 35 cadáveres en Boca del Río. Se trató de una puesta en escena por demás macabra, ya que los delincuentes quisieron dejar un mensaje a quienes estaban reunidos en el Centro de Convenciones y eran los procuradores de justicia de todo el país. Los exámenes forenses revelaron que las muertes habían sido producto de los golpes o de asfixia, ya que los tuvieron encerrados en un vagón de ferrocarril, antes de trasladarlos al puente vehicular por el que se llega a una de las plazas más importantes del puerto.
Lo que pretendían los maleantes, de acuerdo con los análisis de seguridad que se realizaron, era inhibir a las autoridades y causar temor en la ciudadanía para que las fuerzas de seguridad se replegaran.
Muchos de los episodios más graves tuvieron que ver justo con eso, con la propaganda violenta que desplegaba el crimen organizado.
Ahora hay que buscar otras explicaciones, porque la estrategia no es de confrontación directa, al menos en apariencia y en discurso.
Los índices de impunidad en Veracruz son de los más altos, alrededor del 65.56%. Y, por ello, tampoco hay mejorías perceptibles en cuanto al acceso a la justicia. Una revisión de estudio “Estructura y Función de la Impunidad en México 2022”, traza con claridad y con información el nivel del desastre veracruzano.
En este momento, ya no aplica la retahíla de buscar en el pasado a los responsables de lo que sucede en el presente. Es evidente que se requieren de acciones y compromisos de los tres órdenes de gobierno, quienes con el apoyo de la sociedad impulsen políticas públicas que puedan contener lo que es un espanto en todo el sentido de la palabra.
Es una etapa por demás complicada para Veracruz, porque ahí no hay ni el menor atisbo de que se piense rectificar en lo que se ha hecho mal y lo que se muestra es una clara vocación de abismo que, por ahora, se puede observar en esos inquietantes refrigeradores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: