La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) lleva décadas haciendo esfuerzos para identificar a los narcotraficantes que dañan al país con el tráfico de sustancias ilícitas, causando problemas de adicción y muertes, pero en algunos casos la identificación no es lo difícil, sino saber dónde están los capos, pues actualmente hay 83 narcos que son “fantasmas” para la dependencia, pues desaparecieron en territorio mexicano.
Contrario a lo que se creería, algunos de ellos no son los más renombrados, ni los líderes de los principales cárteles, ni siquiera sus familiares directos o protegidos, tampoco tienen largos historiales delictivos, lo que probablemente les sirve para camuflarse o esfumarse sin dejar rastro. Estos delincuentes suelen ser traficantes con bajo perfil, cuya identidad casi nunca se ha revelado públicamente, pero que sí figuran en investigaciones federales, según indica una investigación del diario Milenio.
A este problema se añade que existen muy pocas fotografías de ellos, las imágenes son muy antiguas, o ni siquiera existe un retrato hablado. Tal es el caso de Lluvia Rocío Méndez, quien desde muy joven estuvo involucrada con bandas de narcotraficantes; a sus escasos 23 años se enredó en los negocios del Cártel de Juárez, que traficaba toneladas de drogas desde Ciudad Juárez hasta Texas, Estados Unidos, Todo esto junto con su hermana, Melina, de 25 años.
Lluvia no es hija de algún narcotraficante famoso, no tiene un apellido típico del Triángulo Dorado, zona norteña de México y tampoco apila un largo historial delictivo, aunque en 2010 las autoridades del Departamento de Justicia de Estados Unidos ya conocían sus movimientos. Su nombre no está asociado a ningún delincuente que tenga impacto mediático, así que todas esas circunstancias se conjugan para que ella, buscada por diversas autoridades, se las haya arreglado para no ser detenida.
La mujer formaba parte de la organización encabezada por Luis Enrique Loya Alcaraz, narcotraficante importante del Cártel de Juárez, conocido como El Güero, quien murió en mayo de 2013, asesinado de un tiro de gracia con una calibre 38. Fue encontrado en un predio en Chihuahua, con las manos atadas, pero de Lluvia no se halló ningún rastro.
Ella ha logrado evadir a las autoridades internacionales desde hace más de una década, a pesar de que en 2008 estuvo a punto de morir, cuando se transportaron 23 kilogramos de cocaína a Burlington, Carolina del Norte; entrega por la que la organización cobró 300,000 dólares.
Aunque existe una orden de captura contra Lluvia por parte de la DEA, sólo se conoce su última ubicación desde hace 10 años: Chihuahua, Chihuahua.
Los estados con más narcos “fantasma”
Chihuahua es el principal estado donde se tiene la última pista sobre 22 narcotraficantes ilocalizables, seguido por Baja California, con siete; Tamaulipas, con seis; Sinaloa, con cinco; Jalisco, con cuatro, y Michoacán, con 4. De otros 21 narcotraficantes se desconoce su paradero, y sólo se sabe que están en algún rincón de México.
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