La mujer que compró este bolso por 2500 euros en el mercado de segunda mano, lo llevó a la tienda con la característica caja naranja original de la marca y el guardapolvos auténtico, así como una copia de la factura de su anterior dueño.
De La Calle es la encargada de hacer un análisis preliminar al que ella denomina ‘análisis sandwich‘: exterior, interior, exterior. En este caso, el análisis fue más sencillo porque de casualidad había un modelo original en tienda. «Lo primero es lo primero: yo dejo el bolso encima de la mesa y cojo la cadena, porque hay cadenas y cadenas. La textura, la solidez, el frío, el brillo… todo te dice algo. Lo segundo es el peso: un bolso bueno no suele ser ligero. Actualmente, en las webs de la marca tienes el peso exacto de cada bolso, pero igual que lo consultamos nosotras, también lo hacen los falsificadores. Después hay que fijarse en los detalles: si las costuras son rectas, si hay doble hilo, los artículos de lujo siempre son perfectos porque los que tienen fallos se descartan antes de salir al mercado. Este bolso era impecable».
Ahora llegamos al interior. Los falsificadores suelen cuidar más el aspecto externo del bolso y, a menudo, descuidan los interiores: los forros, las estampaciones, las etiquetas o los acabados pueden revelar la diferencia entre un bolso auténtico y uno falso. «Lo abrimos y lo primero en que nos fijamos es en la estampación, que viene con un bajo relieve en plateado que es exactamente igual que el de un bolso original, viene con el espejito con la firma de la marca, que es exactamente igual, pero entonces veo el primer detalle que me hace sospechar».
Desde 1980, Louis Vuitton incluye una etiqueta con un código. Este código tiene dos letras y cuatro números que indican el lugar y la fecha de su fabricación. Esto es una garantía para clientes, que pueden consultar el código para cerciorarse de que, efectivamente, su bolso fue fabricado en Francia en el año 2006. «Este bolso incluía el código, buena señal» continúa De La Calle, «pero en lugar de estar colocado de tal forma de que tú, cuando abrieras el bolso, pudieras leerla, tenías que girar el bolso para hacerlo. Es una tontería, pero los falsificadores descuidan este tipo de detalles». Para rematar el análisis, De La Calle percibió que la estampación de la etiqueta interior del bolso estaba muy pegada a la costura, mientras que en el otro bolso que tenían en tienda estaba unos centímetros más abajo. De La Calle tuvo que determinar que el bolso de aquella mujer era falso.
«Cuando le dices a un cliente que su bolso es falso, primero te dicen ‘eso es imposible’ y, después, se cabrean», explica Sheila Guerrero, cofundadora de la tienda Del Páramo Vintage. «Y lo entiendo, la mayoría de la gente que viene a nuestra tienda ha pagado un mínimo de 500 euros por un bolso, generalmente, ha pagado muchísimo más». Guerrero afirma que cada semana tienen, como mínimo, un bolso que resulta ser falso en la tienda: «Chanel y Louis Vuitton suelen ser los bolsos que tienen más falsificaciones, porque se suelen falsificar aquellos productos que generan más interés, y la gente tira hacia los bolsos clásicos y atemporales». El falso Twist de Louis Vuitton fue uno de estos casos: la mujer que lo llevó no creía que su bolso no pudiera ser auténtico, tenía incluso la factura. «El problema de la estafa es que cada vez es más profesional: ahora te venden bolsos que incluyen una factura, porque hay empresas que falsifican hasta la factura de las tiendas», comenta Guerrero. A fin de cuentas, si alguien puede falsificar un bolso, cómo no va a falsificar un papel: «o hay quien compra un bolso original y luego veinticinco fakes, y te pasan las fotografías y la factura del original… pero luego te mandan el fake«. Para estos casos, en Del Páramo Vintage cuentan con un dispositivo que, mediante la Inteligencia Artificial, permite salir de dudas en tiempo récord.
Inteligencia Artificial antifakes
Lucía De La Calle saca un iPod con un dispositivo incorporado. El dispositivo, similar a una aparatosa carcasa negra, tiene una enorme lente. De La Calle abre una aplicación llamada Entrupy y el sistema empieza a guiarla en el proceso de autentificación: selecciona la marca, selecciona, si lo sabes, el modelo, escoge el tipo de piel. Después, la app te pide una serie de fotografías: exteriores (bolso de frente, bolso de lado, logo de la etiqueta exterior, cierre de la cremallera), interiores (bolsillos, etiquetas, Made in) y, por último, microscópicas, donde la lente antes mencionada amplia un objeto hasta 260 veces y es capaz de identificar las diferencias más sutiles entre colores o tejidos. En menos de treinta segundos en los casos más evidentes, este aparatito identifica todo aquello que a un ser humano le puede llevar horas y saca de dudas hasta al cliente en peor fase de negación.
«La manera en la que funciona el sistema es que desde nuestra app le pedimos a nuestros usuarios que escojan el modelo del bolso que tienen delante y tomen una serie de fotografías», explica desde Nueva York Vidyuth Srinivasan, cofundador y CEO de Entrupy, la empresa que pretende acabar con las falsificaciones de bolsos de lujo y zapatillas deportivas que se lanzó en 2016 y ya opera en más de 65 países, «y entonces suben esas imágenes a nuestra nube. Lo que hay en esa nube es un set de algoritmos para cada marca que permite que puedas autentificar cualquier modelo que tenga esa marca. Tenemos más de dos mil métricas que usamos en cada imagen para analizar y ayudar al algoritmo a tomar la decisión. Así que este set de algoritmos al final hace un informe en el que dicen ‘sí’ o ‘no’. O en otras palabras ‘auténtico’ o ‘falso’». El algoritmo ha sido entrenado a través de miles y miles de imágenes de productos. Con el tiempo, cuantos más usuarios utilizan el servicio, más imágenes consiguen incluir. Esto se traduce en más datos y con más datos el algoritmo se actualiza y se mejora.
Y el microscopio, claro: «Cuando empezamos, no queríamos tener un dispositivo externo, porque como negocio piensas ‘¿cuánta gente va a querer un dispositivo?’, pero después nos dimos cuenta que con la calidad que tienen ahora las falsificaciones y el nivel con el que las buenas falsificaciones están hechas, no podíamos simplemente acomodarnos en poder descubrir los fakes fáciles, sino que teníamos que conseguir descubrir los más difíciles», cuenta Srinivasan. «Para solucionar este problema debíamos poder tomar imágenes a un nivel en el que pudieras ver enormes diferencias, quizás no para cualquiera, pero sí para el ojo entrenado de nuestro algoritmo».
Entrupy forma parte de La Maison des Startups, la aceleradora de startups del grupo LVMH, al que pertenecen marcas como Louis Vuitton, Fendi o Christian Dior, entre otras. Lo que da seguridad tanto a las empresas que utilizan Entrupy como a los clientes que pasan su bolso por el filtro de Inteligencia Artificial es, por una parte, su alta fiabilidad: «Estamos por encima del 99% de precisión, entendiendo esto como la capacidad para diferenciar correctamente productos auténticos de productos falsos», explica su CEO. Este gap del 1% significa que el algoritmo está programado para ser más conservador, es decir, para que de más falsos negativos (bolsos auténticos que la app marca como ‘no identificado’) que falsos positivos: «los falsos positivos se darían cuando tenemos fake, pero lo damos por bueno, este es el peor escenario para cualquiera… excepto para el tío que te está intentando vender un bolso falso, claro». En los casos de ‘no identificado’, el equipo técnico humano entra en escena para determinar la autenticidad o no del producto.
Por otra parte, la seguridad en Entrupy viene dada por una garantía: “nuestra meta es que no haya falsificaciones en el mercado y queremos que la gente tenga más seguridad a la hora de comprar productos”, explica Srinivasan. Es por este motivo por el que desde Entrupy ofrecen un certificado de autentificación, una especie de diploma que ya puede verse en varias páginas de compra venta de artículos de segunda mano («Bolso de Chanel autentificado por Entrupy»). «Como parte de este certificado damos lo que denominamos una garantía financiera», cuenta el CEO de Entrupy, «esto significa que estamos tan seguros de la fiabilidad de nuestra propia tecnología que, si nos equivocamos, pagamos el dinero que un cliente haya pagado por una falsificación”.
Un mercado lleno de fakes
«A día de hoy, tenemos más volumen de trabajo en tasación y verificación que de compra de producto», explica la cofundadora de Al Páramo Vintage, que asegura que desde el inicio de la pandemia en 2020, el número de falsificaciones entre bolsos originales no ha dejado de aumentar. Vidyuth Srinivasan lo corrobora: “Sí que ha habido un aumento de falsificaciones a raíz de la pandemia, no sé cuál es la razón oficial detrás de ello, pero me atrevería a decir que es porque, en primer lugar, hay más gente buscando liquidez de manera global, así que hay más gente deshaciéndose de cosas y hay más transacciones sucediendo en general. Y, en segundo lugar, ha habido un aumento del comercio online porque la gente no podía ir a las tiendas y con ello se ha vuelto más fácil colar falsificaciones».
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las zapatillas y los artículos de moda y lujo se encuentran en el top 3 de productos más falsificados. Según los datos de 2019, se estima que el volumen del comercio internacional de productos falsificados y pirateados ascendió a 464 miles de millones, o el 2,5 % del comercio mundial. Aplicaciones y páginas de venta de productos de segunda mano entre particulares y redes sociales como Instagram son los lugares donde más ha aumentado la oferta y la demanda de estos artículos, y donde menos garantías y seguridad tiene un comprador. Si bien las marcas de lujo clásicas y atemporales, como bien apuntaba Sheila Guerrero, se encuentran entre las más falsificadas, los delincuentes también se centran cada vez más en lanzamientos limitados, últimos modelos o marcas más pequeñas.
«A menudo las marcas de lujo siguen la estrategia de limitar ciertos productos», explica Sheila Guerrero, «esto suele provocar una subida en el mercado de segunda mano. Al final, los precios de segunda mano están tan estandarizados como en retail, tanto en joyas como en bolsos, y no suele haber gangas. Mi único consejo para quien quiera comprar un producto de segunda mano sería el siguiente: desconfía si alguien te ofrece un Chanel por 500 euros, lo más probable es que sea falso».
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