Un hisopo, un tubo de ensayo y una prueba exprés fue todo lo que se necesitó en la Secretaría de la Defensa Nacional para saber quiénes en la tropa están alineados con el general secretario Luis Cresencio Sandoval y quiénes forman parte de un movimiento incipiente en el Ejército mexicano de uniformados que están molestos con el presidente.
Este 17 de febrero, el titular de la Sedena anunció en su cuenta de Twitter que había resultado positivo en un examen PCR para detección de Covid. La prueba, cuentan fuentes en el Ejército mexicano a EMEEQUIS, se hizo después de que el condecorado militar presentó síntomas leves de la enfermedad, como cansancio y dolor en articulaciones.
Desde la publicación de ese tuit, a las 13:39 horas de aquel miércoles, la alta jerarquía de la milicia mexicana ha llevado una minuciosa relación de quiénes son los “jefes” en la tropa que han expresado sus buenos deseos de que Luis Cresencio Sandoval, de 61 años, supere al virus sin sobresaltos ni secuelas en su organismo.
“Continuaré con mis funciones aislado desde casa, bajo tratamiento médico y apoyándome en los funcionarios de @SEDENAmx de conformidad a la cadena de mando, para seguir trabajando por el pueblo de México”, tuiteó el titular de la Sedena.
Esa lista es considerada la de los militares “bien portados”: los que se han tomado un tiempo en su agenda para expresar sus simpatías hacia el secretario de Estado, que es interpretada como una muestra de lealtad y de que están con la llamada Cuarta Transformación.
Por el contrario, los militares en altos puestos de la Sedena que no se han manifestado en los tiempos de convalecencia del general Luis Cresencio Sandoval, y que han ignorado los días aciagos de su compañero, están anotados en una lista de “mal portados”, a quienes se les identifica como los rebeldes del regimiento.
“NOS TIENEN COMO ALBAÑILES”
Esos insurgentes son un grupo pequeño, pero que ha ido tomando fuerza en el Ejército mexicano en el último año, quienes están molestos con el secretario de Estado porque consideran que no sabe decirle “no” al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para esos rebeldes en la Defensa Nacional, AMLO les ha cargado demasiadas responsabilidades que no corresponden a su formación: la vigilancia de la construcción de la refinería de Dos Bocas, con más de mil 800 militares actuando como guardias privados o la edificación de un aeropuerto, como el de Santa Lucía, entre otras tareas.
“Nos tienen como veladores, como albañiles, como intendentes… carajo, somos militares, nuestra formación no es la misma de un zapatero, con todo respeto”, dice a EMEEQUIS uno de los líderes más visibles de esta leve insurrección que ha ido ganando adeptos.
La principal molestia de quienes le han dado la espalda al general Luis Cresencio Sandoval es que no han sido defendidos con gallardía: una parte de la tropa piensa que sus capacidades han sido subestimadas y que se les obliga a adoptar tareas que no requieren especialización alguna o que pasan por alto sus cursos de capacitación.
Para cientos ha sido desmoralizante que teniendo cursos sobre paracaidismo, navegación en aguas indómitas, contrainsurgencia frente a grupos del crimen organizado o rescate de civiles en condiciones adversas, su nueva tarea sea la de resguardar construcciones del gobierno o actuar como guardianes de bodegas con cemento y varillas.
NOSTALGIA POR CIENFUEGOS
Ese grupo de inconformes es identificado como cercano al general en retiro Salvador Cienfuegos, quien dedicó gran parte de su administración en el sexenio anterior, como titular de la Sedena, a cabildear a favor del retorno de los militares a los cuarteles.
“Nosotros no nos sentimos a gusto, no estudiamos para perseguir delincuentes, nuestra función es otra y se está desnaturalizando.
“Yo sería el primero en levantar no una, sino las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constitucionales”, dijo en diciembre de 2016 el entonces secretario Salvador Cienfuegos ante medios de comunicación.
En aquel invierno, muchos militares escucharon con esperanza las palabras del general y desde entonces se consolidó la figura de Salvador Cienfuegos como el de un alto jerarca en el Ejército mexicano que protegía a la tropa de los excesos de los civiles en el gobierno.
Y es esa protección la que algunos añoran y perciben que se ha perdido con el general Luis Cresencio Sandoval, a quien critican por aceptar todos los encargos que le pone el presidente en las manos.
“Con (Salvador) Cienfuegos, al menos la tropa se sentía protegida, había una figura casi paternal en lo alto del Ejército que cuidaba que los civiles no se pasaran de la raya, como cuando quisieron meterse a los cuarteles por lo de Ayotzinapa. Cienfuegos los paró en seco y eso fue muy aplaudido acá en el Ejército.
“Por eso, la tropa lo quiere mucho. Y su detención en Estados Unidos se sintió personal por eso: fue un secretario que cuidaba y el actual no. La prueba Covid le ha dado el pretexto perfecto para saber quiénes le desean cosas buenas… y los que no”, dice la fuente consultada.
UN SECRETARIO SALUDABLE
Los buenos deseos que ha recibido mayoritariamente el titular de la Sedena parecen estar funcionando, pues las noticias que llegan desde su círculo cercano es que el militar se encuentra con molestias mínimas y monitoreado de cerca por los médicos castrenses.
Entre sus colaboradores es conocido su buen estado físico: desde que era comandante de sección en el Tercer Batallón de la Policía Militar en la Ciudad de México, Luis Cresencio Sandoval hacía ejercicio casi al amanecer y, si sus labores se lo permitían, corría varios kilómetros al anochecer.
No fuma –al menos en público–, cuida su alimentación y sus hábitos de hacer ejercicio le han seguido incluso en puestos que requieren más tiempo de lo que él quisiera detrás de un escritorio. No se le conocen comorbilidades graves y proviene de una familia bajacaliforniana sin antecedentes preocupantes de salud.
Muy pronto, adelantan, el secretario Luis Cresencio Sandoval volverá a sus labores en público y lo hará con una lista invisible bajo el brazo: los que fueron generosos con él y los que ni siquiera asomaron la cabeza durante su recuperación.
A los primeros habrá que agradecerles; a los segundos... vigilarles.
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