La Presidencia de Enrique Peña
Nieto ha salido muy cara a los mexicanos.
Durante los cinco años que lleva
la actual Administración, el gasto reportado por Presidencia superó lo erogado
por sus dos antecesores en esos mismos periodos.
Según datos de la Secretaría
Hacienda, Peña rebasó en 23.8 por ciento real lo reportado en los primeros
cinco años del panista Felipe Calderón y en 33.7 por ciento lo del también
albiazul Vicente Fox.
El gasto reportado por
Presidencia sumó, en los primeros cinco años del priista, 18 mil 520 millones
de pesos de los mexicanos, lo que la ubica como la más costosa que ha tenido el
País.
Además, con Peña -cuyo sexenio va
de diciembre del 2012 a diciembre del 2018- siempre se ha gastado más que el
presupuesto aprobado por el Congreso.
Entre el 2013 y el 2017, el gasto
total ejercido excedió en 6 mil 748 millones lo avalado por los legisladores.
Fue el año pasado cuando se
reflejó el mayor exceso, ya que el Congreso aprobó mil 820 millones de pesos y,
al concluir el ejercicio, lo erogado fue 3 mil 661 millones, es decir, 101 por
ciento más.
Desde el 2013 y hasta el año
pasado, la única explicación que ha dado Hacienda ante el aumento es que se ha
necesitado más dinero para garantizar la seguridad de la Presidencia.
Sin embargo, dentro de la Oficina
presidencial, no sólo el Estado Mayor Presidencial ha gastado más.
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De acuerdo con datos de la Cuenta
Pública más reciente, la Coordinación General de Administración de la
Presidencia contó en el 2016 con un presupuesto aprobado de 506.6 millones de
pesos, pero gastó casi el doble: 975.2 millones.
También en ese año, tanto el
Estado Mayor y el Transporte Aéreo Presidencial contaron con presupuestos de
457 millones y 402 millones de pesos, respectivamente, pero registraron egresos
superiores a los 900 millones cada uno, con un comportamiento similar en el
2014 y el 2015.
Para Mariana Campos Villaseñor,
coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas en México
Evalúa, hay poca claridad de las prioridades en la asignación de recursos y un
presupuesto poco realista.
Agregó que, por la falta de
transparencia, no es posible saber si estos gastos adicionales se dan por
mayores ingresos o si está consumiendo el presupuesto de programas que podrían
atender necesidades de la población.
"El problema de raíz",
dijo, "es cómo se están tomando las decisiones, y estas decisiones
requieren alinearse más con el interés público".
Agregó que los legisladores
terminan aprobando presupuestos sin tomar en cuenta cómo se ha comportado el
gasto históricamente.
Fuente.-
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