Hacia dentro de las Fuerzas Armadas, las declaraciones del almirante Vidal Soberón en días pasados, causaron mucho revuelo. No porque la institucionalidad, el “estar con quién la sociedad elija”, fuese un tema inédito, sino por la percepción de confrontación con el candidato presidencial López Obrador.
Junto a esto, el almirante Soberón afirmó que no mete las manos al fuego por el 100% de los hombres que comanda.
Esto, también, cimbró a los uniformados que lo escucharon.
Ahora la Semar vuelve a ser noticia, porque un juez federal decidió dejar libre a un presunto criminal que habían detenido. E independientemente de la razón moral en contra de esto, se abrió, una vez más el debate sobre la Ley de Seguridad que está en manos de la Suprema Corte de Justicia.
Porque los argumentos que dio el juez para esta liberación, del sobrino de Osiél Cárdenas para mayor lujo, fue que los marinos que lo “detuvieron” mintieron en la puesta en disposición. Es decir, el detenido demostró con vídeos que los marinos entraron a su casa para detenerlo. Mientras que habían “informado”, oficialmente, que el señor José Alfredo Cárdenas fue detenido, mientras circulaba a “exceso de velocidad” en una camioneta marca Tahoe…
La defensa del imputado presentó vídeos donde se observa a los marinos desconectar las cámaras de seguridad de su casa y entrar con lujo de fuerza a sacarlo de ahí.
Que hicieran esto, demostrado con evidencia, hizo que el juez decidiese dejarlo en libertad por faltas al debido proceso.
Y aquí, es donde entra el verdadero meollo de la Ley de Seguridad: las diferencia brutales en la interpretación que tienen militares, sean soldados o marinos, y policías, autoridades civiles, sobre las leyes.
A los marinos les ordenaron, es obvio, detener a uno de sus “enemigos”. Y eso fue lo que hicieron. Igual que “abaten” a quienes los enfrentan. Esa es la forma en que aprendieron a hacer las cosas. Todo el papeleo, porque así lo ven, es un tema secundario. Sus jefes les ordenan, además, que repitan siempre el mismo argumento, que incluye la casualidad del encuentro o que fueron víctimas de disparos.
No quieren, pueden o saben reconocer su verdadera conducta, que está basada en su entrenamiento, en su filosofía, en sus estructuras mismas de mando.
Y que está bien que así sea. Queremos marinos y soldados eficientes en el combate. El problema es que ni estamos en guerra ni los presuntos delincuentes son enemigos. Y todavía más allá, para ellos no hay traducción de su realidad castrense hacía los temas legales. Su percepción, basta escucharlos, es que muchas autoridades y/o los defensores de derechos humanos son también sus enemigos en esta “guerra”.
Ellos hacen su parte. Y en el caso de Cárdenas lo hicieron bien. Sin muertos. Entraron a su casa y lo sacaron. Creyeron que con apagar unas cámaras de seguridad era suficiente.
Luego llenaron los papeles de manera rutinaria.
Y el juez les dio un inmenso bofetón. Un presunto criminal quedó libre porque no siguieron lo que dice el nuevo sistema penal que debe hacerse. Porque, aceptemos esto con todas sus letras, no son policías. No es su función detener a un criminal.
Con la nueva Ley de Seguridad habría, todo lo indica, mayores atribuciones para las Fuerzas Armadas. Con este hecho, demostrado, queda en tela de duda si estas atribuciones servirían para vivir en un país con mayor apego a la legalidad.
Por cierto, interrogado en Cancún, López Obrador habló contra actuaciones extrajudiciales de las Fuerzas Armadas.
El candidato que apoya Vidal Soberón.
Fuente.-Isabel Arvide
@isabelarvide
(foto/Web)
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