Ayer, ondeando de un puente en una vía rápida, apareció una presunta narcomanta. Tenía las características habituales del género: amenazas proferidas contra una organización rival, advertencias contra delincuentes comunes, promesas de violencia dirigidas a autoridades, mala ortografía y peor redacción.
Nada inusual, salvo por dos hechos: la manta en cuestión estaba colgada en el Periférico de la Ciudad de México y venía firmada por el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), tal vez la organización criminal más grande del país.
¿Qué es esto? ¿La irrupción formal del CJNG en la capital del país? Tal vez. Van algunos apuntes tentativos:
1. Reitero lo que he escrito en varias ocasiones: la delincuencia organizada siempre ha estado presente en la Ciudad de México (basta con una visita a Tepito o a Tláhuac para darse cuenta). El punto no es donde se encuentren, sino como se comporten. Y, tradicionalmente, la presencia de grupos de crimen organizado, nacionales o locales, ha sido relativamente discreta.
2. Eso, por supuesto, ha venido cambiando en los últimos años. El recurso a la narcomanta y la violencia teatral (cuerpos colgando, por ejemplo) se ha vuelto más común en la Ciudad de México en años recientes. El llamado Cártel de Tláhuac hizo uso reiterado de esos métodos, por ejemplo.
3. Sin embargo, es inusual, por decir lo menos, que un grupo criminal nacional firme una narcomanta en la Ciudad de México. En varios momentos se han encontrado mensajes de diversos grupos criminales nacionales en la zona metropolitana, pero la mayoría de esos incidentes sucedió en los municipios conurbados del Estado de México, no en la capital misma y menos en las zonas más acomodadas del poniente de la Ciudad. Presumir presencia en esos espacios, habitados y transitados por la élite del país, es la mejor forma que tiene un grupo criminal para atraer atención indeseada.
4. Sorprende por tanto que un grupo relativamente sofisticado como el CJNG asuma un riesgo importante para un objetivo menor: intimidar a un grupo local. Un grupo criminal como el de Jalisco tiene muchas maneras de mandar mensajes a sus rivales y clientes que no llaman la atención de medios y autoridades.
5. Tal vez no fue una decisión estratégica del CJNG, sino una bravata de un comandante local que, tal vez sin permiso de sus jefes, decidió usar la marca para intimidar rivales. Eso ha sucedido en otros momentos con otros grupos.
6. Otra posibilidad es que haya un falsario involucrado en este asunto. Hubo (y hay) falsos Zetas y falsos Templarios: individuos o grupos que utilizaban sin autorización la identidad de bandas criminales particularmente brutales para extraer rentas a otros delincuentes o a ciudadanos comunes y corrientes. Dada la prominencia reciente del CJNG, no resultaría descabellado que alguien quisiera apropiarse de su reputación.
7. Por último, esto podría ser contrainteligencia: algún grupo rival del CJNG (¿Sinaloa?) pudo haber colgado la manta para poner una diana en la espalda de los jaliscienses. De nuevo, ese tipo de maniobras distractoras ha sucedido en varios momentos y en varios lugares (Tamaulipas, Chihuahua).
¿Qué concluir entonces? Sospecho que el CJNG sí tiene presencia en la Ciudad de México, pero más para mover drogas en grandes cantidades y lavar activos, y no para narcomenudeo. Intuyo que hay algún tipo de embuste detrás de la manta ¿De quién y con qué propósito? Lo ignoro.
Como sea, es mala noticia que alguien quiera librar una guerra de propaganda en el corazón de la Ciudad de México. Habitualmente es señal temprana de que otro tipo de guerra, de las que involucran plomo, está en camino.
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