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Este sexenio ya se
acabó. Al menos así sentencian millones de mexicanos. Este diciembre, el
presidente Enrique Peña Nieto comienza la recta final de su Gobierno. En los
hechos le quedan poco más de dos años, porque con candidatos presidenciales en
la calle su tiempo está acotado.
Junto a las
reformas, trece importantes, está una falta de traducción extrema sobre su
hacer, todavía peor sobre su ser.
Las sombras
perversas en su contra prevalecen, justamente porque no han podido difumarlas.
La dicotomía inmensa entre el lenguaje de la realidad cotidiana, plena de
violencia y desánimo, y el oficial que trata temas brutalmente lejanos de redes
sociales, discusiones públicas, crónicas periodísticas, y sobre todo, la
indignación de millones de mexicanos ha hecho de Enrique Peña Nieto un
Presidente mudo.
No habla cuando
pronuncia discursos todos los días. No tiene la voz, las palabras que quieren
(queremos) escuchar.
Junto a esto la
realidad horripilante de un Estado que no puede responder, que ha perdido su
capacidad de respuesta ante una realidad hedionda. Eso es lo que no
permite que los hechos de la Noche de Iguala puedan dejarse a un lado del
análisis. Los desaparecidos-muertos son la gran espada en contra de Peña Nieto
porque, precisamente, en esa población, en ese momento, se conjuntaron todas las
incapacidades oficiales.
Ni el Ejercito, ni
la policía federal, ni la “Inteligencia” del gobierno, ni la Secretaría de
Gobernación, ninguna institución pudo evitar una masacre absurda, como lo
habían venido siendo muchas otras que tienen llenas las fosas clandestinas en
Guerrero, y no solamente ahí.
La repercusión
mediática, que tampoco pudo responderse desde Los Pinos, que provocó la
desaparición de 43 estudiantes de Iguala, simplemente develó una realidad de
impunidad y corrupción donde las autoridades locales, como sucede en muchas
otras partes del país, actuaron al servicio de criminales que están en el
negocio de la droga.
Ahí están
presentes la miseria, la falta de oportunidades para los jóvenes, y la
permanente ceguera de la federación sobre las relaciones peligrosas del
Gobierno. Gobierno en todos sus ámbitos porque fue la Secretaría de la Defensa
Nacional la que le cedió un terreno al villano presidente municipal perredista,
donde todavía hoy su centro comercial le proporciona millones de pesos de
ganancia.
Esto a sabiendas.
O lo que sería peor, en la ignorancia de que el señor José Luis Abarca estaba
hasta las manitas con los narcos, comenzando por sus cuñados.
Las verdades de
Iguala, de Guerrero, de Michoacán, de Tamaulipas están impuestas sobre cualquier
logro de este gobierno, sea la cruzada contra el hambre o el aumento de
turistas o la reforma educativa.
A esta incapacidad
del Gobierno para atender la realidad, hay que sumarle las ejecuciones. Es
decir, el otro extremo. El uso de la fuerza institucional sin medida, sin
respetar las vidas civiles o, como sucedió en Tanhuato, asumiendo que todos son
criminales que deben asesinarse como perros.
Así por un lado,
Iguala, este gobierno tiene la deuda social inmensa de no haber podido evitar
un secuestro-asesinato colectivo con grandes magnificaciones mediáticas, y por
otro la todavía peor deuda social de las muertes en manos de sus fuerzas del
orden, de los uniformados que abiertamente han ejecutado y hasta “levantado” y
asesinado como sicarios criminales.
De ahí que en Los
Pinos se comunique incapacidad y silencio. Por eso la aceptación presidencial
está por los suelos, aunque en corto, en algunos actos públicos, todos quieran
tomarse una “selfie” con Peña Nieto.
Si el líder
carismático, joven, popular, receptivo que es, que ha sido siempre Enrique Peña
Nieto se decide por romper su mudez, por volver a hablar de cara a la sociedad,
por romper su silencio estos años pueden ser un camino grato hacía la soledad
del expresidente. De otra forma, persistir en la tremenda ajenidad, en la
distancia irremontable con los ciudadanos, va a ser un trago muy amargo donde
lo único que prevalezca sean las sombras perversas que todo oscurecen en las
oficinas del poder sexenal.
Fuente.-
@isabelarvide
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