Uno estaba trabajando, otra andaba
de paseo, una era una policía que había ido a comer con una amiga. Ellos, y
miles más, han desaparecido en los últimos años en el estado mexicano de
Tamaulipas (este), golpeado por la violencia de los cárteles de las drogas.
El estado fronterizo con Estados
Unidos tiene la infamia de ser la región con más desapariciones en México, con
5 mil de las 26 mil contabilizadas a nivel nacional por el gobierno.
Pero para miembros del Colectivo
Familiares y Amigos de Desaparecidos en Tamaulipas, la cifra real es de 11 mil
casos.
La desaparición de 43 estudiantes
en Guerrero (sur) en 2014 ha puesto un foco sobre el drama de los desparecidos
en México, pero hay muchos otros en todo el país.
En Ciudad Victoria, capital del
estado, miembros del colectivo recibieron en una humilde vivienda a la AFP para
relatar angustiados la desaparición de sus seres queridos en un estado
atemorizado por los carteles de Los Zetas y del Golfo.
Raquel, 19 años. Estaba en su casa
El 1 de septiembre de 2011, un
comando armado irrumpió en la casa de Guillermo Gutiérrez Riestra y
"levantó" (secuestró) a su hija Raquel, de entonces 19 años, y a un
amigo que estaba con ella. Estaba por entrar a la universidad, soñaba con ser
abogada.
"La levantaron en un operativo
aquí en la ciudad, fueron ellos, los Zetas. Quemaron la casa, el carro. Eso
mismo hicieron todo el día. Yo creo que nada más ese día levantaron como a 50
jóvenes. Pensamos que fue como una leva para forzar a la gente a entrar a su
organización", relata.
Dalia, 26 años. Trabajaba en San
Fernando
Lo último que Alma Miriam Ruiz supo
de su hija Dalia, de 26 años, fue que estuvo en la estación de autobuses de San
Fernando (170 km al norte de la capital del estado), días después del 27 de
agosto de 2010, cuando 72 migrantes centroamericanos fueron brutalmente
asesinados por Zetas en ese poblado.
Trabajaba en San Fernando para
mantener a sus hijos, a quienes dejó en Ciudad Victoria al cuidado de su madre.
Quería volver a casa.
"No sé mucho de la
desaparición de ella. Dicen que un fulano de esos (un narcotraficante) la tenía
a la fuerza, incomunicada. Pienso que se las llevan para tenerlas trabajando,
como pareja", explica.
Gladys, 35 años. Era policía
Gladys, de 35 años, estaba
orgullosa de ser policía estatal. Detestaba el trabajo de escritorio, amaba los
operativos. Su madre, María Luisa Silva, muestra una fotografía donde la joven
aparece sonriente con su uniforme y arma larga en mano. El 14 de mayo de 2014
salió a comer con una amiga y nunca regresó.
"No sabemos qué amiga
fue", comenta. Sospecha que su desaparición pudo ser una represalia ligada
a su trabajo policial. "Nueve días antes mataron a un jefe (policial) en
una balacera. Detuvieron como a nueve policías (...), ella detuvo a uno de los
delincuentes".
Zaida, 17 años. Paseaba
"A mi hija se la llevaron de
17 años", dice al borde del llanto María Guadalupe Ramírez al recordar la
tarde del 1 de septiembre de 2011, cuando su hija salió con otros cuatro chicos
en un automóvil a pasar el día en un río cercano.
"El único que apareció fue el
muchacho que llevaba el carro. Apareció en el cerro, hecho pedacitos, pero los
otros no", explica Ramírez. A un familiar de los otros chicos le pidieron
un rescate por todos. "Se pagó pero no regresaron a ninguno".
Isidro, 32 años. Estaba descansando
La noche del 5 de abril de 2011,
Isidro, de 32 años, hijo de María Natividad Banda, se encontraba descansando.
Unos hombres armados "se metieron dentro de la casa. Estaba su suegro y a
él también se lo llevaron y a un cuñado de él. Había mujeres y niños pero
gracias a Dios no se las llevaron", recuerda la mujer.
Conocidos cuentan que lo han visto
aquí o allá. "Pero lo hemos buscado y nada. La última vez fue en enero,
nos dijeron que estaba en la plaza de Ciudad Mante. Que andaba muy limpio,
bien", dice.
José, 42 años. Estaba trabajando
Cirila Maldonado lleva cuatro años
y cuatro meses en busca de su hijo José, quien se encontraba trabajando en un
taller de soldadura cuando unos hombres llegaron en un auto y se lo llevaron.
En este caso la familia pagó rescate.
"A su esposa le pidieron mucho
rescate, mucho. Pedimos dinero, en dos días lo juntamos. Ella entregó el
dinero, pero a la mera hora no nos lo entregaron", explica.
Andrea, 28 años. Estaba en su
negocio
Andrea estaba en su negocio de paletas de frutas
congeladas a un lado de su casa cuando, el 1 de noviembre de 2012, una vecina,
esposa de un policía, la llamó para pedirle que saliera a la calle. "Y
salió y llegó la troca (camioneta) y se la llevó", narra su esposo,
Guillermo Robledo. Detuvieron a dos sospechosos. "A uno lo mataron en el
penal. Nunca dijeron qué le hicieron".Fuente.-
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