Su nombre y su apodo no son de los que suenan. Carlos Alberto Rosales Mendoza no es uno de esos narcos famosos. Pero sí muy relevantes.
Fuente.-Imagen/AristeguiOnline |
El Tísico, como le dicen, creció en la mafia por su amistad con Osiel Cárdenas Guillén, entonces jefe del Cártel del Golfo. Y era nada más y nada menos que el superior de Nazario El Chayo Moreno y Servando Gómez La Tuta cuando la Familia Michoacana estaba en proceso de fundación.
Desde esa posición, se sabe, fue quien con violencia orilló a la familia de empresarios michoacanos de apellido Ramírez a buscar destino en el extranjero.
Así que iba para más, hasta que lo detuvieron en 2004 y estuvo una década en la cárcel. Se perdió los años de gloria de sus muchachos.
Salió del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, en mayo de 2014, y al poco tiempo las autoridades federales, según me revelan fuentes confiables, detectaron que se había reincorporado al crimen organizado ayudando a los que antes eran sus discípulos.
De acuerdo con esos mismos informes, nombraron a El Tísico gerente de la operación minera del cártel, convertida en su principal fuente de ingresos incluso por encima del tráfico de drogas.
Como fue ampliamente denunciado, la Familia Michoacanadevenida en Los Caballeros Templarios usó fuerza y amenazas para extorsionar empresarios mineros de la región y hasta hacerse de negocios propios con los que exportaban a Asia el producto del subsuelo mexicano gracias a que controlaban el estratégico puerto de Lázaro Cárdenas.
Las autoridades habrían interceptado comunicaciones telefónicas de El Tísico operando el negocio minero ilegal. Estaba bajo las órdenes de quien era el financiero de la organización, Miguel Ángel Gallegos, El Micheladas, quien trascendió que después se peleó con La Tuta y hasta financió grupos de autodefensa para combatirlo.
En agosto de 2014 agarraron a El Tísico… pero lo dejaron ir libre dos días después. El hombre que lo acompañaba al momento de la detención se echó la culpa de las armas irregulares que llevaban y no había “con qué” procesarlo.
Según mis fuentes, como no existía un expediente armado contra el capo, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong (quien tenía la encomienda de pacificar Michoacán), pidió al entonces procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, que lo arraigara para tener tiempo de trabajar la acusación, pero éste se negó y Rosales Mendoza salió caminando.
A El Tísico, según informantes, no le contaron de esta diferencia de opinión en el gabinete. Le dijeron que le daban chance de quedar libre porque no tenían nada en su contra por ahora, pero le advirtieron que ya no se metiera en la mafia. El mensajero habría sido Alfredo Castillo, entonces zar para Michoacán.
El criminal habría contestado, justificándose, que “ya veo que con ustedes (las autoridades federales) es diferente, pero entiéndame que antes todo se podía”, en referencia al narcogobierno que encabezó Fausto Vallejo en el estado.
Y aseguran que cumplió su parte del pacto mientras la Federación tuvo a Michoacán bajo su control total. Luego retomó el gobierno estatal, a la llegada de Silvano Aureoles.
Este lunes se supo que El Tísico fue asesinado. Tenía mucho dinero. Le autoridades locales sospechan que fue una traición entre mafiosos.
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