¿Votar o no votar? ¿Votar por quién? ¿Anular? ¿Abstenerse? Los dilemas para todos los ciudadanos cuando se acerca este domingo.
Y las preguntas están más que justificadas. ¿O qué otra cosa nos han dado los partidos políticos que toman decisiones en este país si no es que motivos para el desazón y la desconfianza? Y eso, por decir lo menos. ¿Qué instrumentos de credibilidad han abonado a la vida democrática del país? Apenas son candidatos y a algunos ya les conocemos sus transas (a más de los que hubiéramos imaginado y de prácticamente todos los partidos políticos). Estas han sido las campañas del escándalo y del cinismo. De la total degradación de la vida pública. Y el papel del ciudadano se va reduciendo, porque, aunque somos nosotros quienes los llevamos a sus puestos, una vez en ellos ya no somos más que la estadística que les dio acceso al dinero del erario.
No nos han dado motivos para creer que ir este domingo a la casilla y tachar el nombre de un candidato significará, en verdad. el inicio de un proyecto que levante siquiera el ánimo de este país. En una democracia funcional, la única herramienta que tenemos para exigir cuentas es precisamente el voto. Pero ésta mucho se ha alejado de ese ideal terreno-teórico. Y la idea de anularlo, aunque tentadora, es una insensatez porque no sirve de absolutamente nada (nuestra ley electoral está diseñada para anular el voto nulo). Les vale madre la opinión que su trabajo nos merezca.
Llegamos al ridículo extremo de creer que aquellos que se dignan a contestar sobre sus escándalos son los menos ofensivos. Y, bueno, ni hablar de aquellos que refieren a la colusión de los candidatos con el crimen organizado.
Al llegar a las urnas estaremos ante la opción de elegir entre lo pinche y lo peor. Y si ponemos “¡chinguen a su madre todos!” en la boleta, a lo pinche y a lo peor les valdrá un soberano cacahuate porque lo pinche y lo peor se repartirán el presupuesto como si hubiéramos votado felizmente por su falta de vergüenza.
Ayer, la SHCP daba a conocer el dato de que éstas han sido las campañas más caras desde 1990. Pero si los partidos tienen publicidad gratis (los famosos “tiempos de Estado” en medios electrónicos), no se me ocurre más que preguntar ¿a dónde van a parar los millones de pesos que tienen en presupuesto público? ¿A compra del voto o, peor, a los bolsillos de los candidatos?
Y de los más de cinco mil candidatos (sólo por hablar de los propietarios), menos de 400 presentaron su declaración #3de3. Nos venden “transparencia” en sus propuestas, mientras, desde ahora nos confiesan, con sus actos, que la transparencia no se encuentra entre sus planes.
Entonces, ¿en qué o en quiénes podemos refugiarnos los ciudadanos? El voto ya no es una herramienta de premio o de castigo: esta elección (con estas reglas) será la más fársica perversión del principio democrático. Cuando no hay “ni para dónde voltear”, hasta voltearte hacia adentro (la abstención o la anulación) será la derrota de nosotros, ciudadanos. Porque ellos, lo pinche y lo peor, cuentan con sus maquinarias, con sus bases y con sus acarreados. Y con eso les basta. Y a los ciudadanos, en nuestra orfandad, sólo nos queda la opción de ir a las urnas a validar, con nuestro voto o sin él, su numerito circense-electoral.
Ahí está, políticos, el panorama que han creado. Pero no les va a durar para siempre. Tarde o temprano tendrán que rendir cuentas ante una sociedad a la que, hoy por hoy, desprecian y a la que, durante tantos y tantos años, han subestimado. Si no vemos a la próxima Legislatura revisando y actualizando el Cofipe, entonces estaremos ciertos de una cosa: que estarán dispuestos a llevarnos al límite, en donde el límite siempre es un escenario indeseable para todos.
Y estamos en una situación en la que no sólo se entiende, sino que se justifica el descontento, la apatía, el hartazgo ciudadano hacia la clase política. Pero ninguno de ellos parece dar acuse de recibo. Y, en política, el peor de los pecados es la cortedad de miras. Y el domingo una sarta de miopes, ¡qué digo miopes, completamente ciegos!, son los que esperan nuestro voto. Que no se espanten cuando algún tuerto vea la oportunidad de convertirse en rey...
Fuente.- YuririaSierra
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