A piquete derecho y sin comadreo, este libro tiene antecedentes penales: todo su contenido salió de la cana.
Mexico,D.F 09/Mar/2015 Editada por Producciones El Salario del Miedo, esta obra dual o de dos caras, que reúne el Diccionario del hampa, de R. Amor, y El Canerousse, de J.L. Franco, es una recopilación histórica y testimonial sobre las culturas que florecen alrededor de lo proscrito.
La obra, con prólogo de Sergio González Rodríguez, recupera un lenguaje carcelario que se mueve hoy en libertad, que sale a la calle, se cuela en la literatura y el cine; incluso, sorprende al lector toparse con palabras de uso ya cotidiano, expresiones nacidas en los bajos fondos y que han superado su pasado delincuencial: poner un cuatro, apalabrar, arreglo, banda, descontón, chueco...
"Si lo capeaste, ya estás en la transa", menciona el escritor Alejandro Montes en el texto de presentación.
J.M. Servín, el editor del libro, lo describe como un glosario de caló de los bajos fondos urbanos y carcelarios, que ofrece una confrontación o encuentro de dos épocas, pues la versión original de Amor data de 1947, mientras que Franco recopiló el habla del Reclusorio Norte ya en el siglo XXI para realizar El Canerousse (de cana-cárcel y Larousse).
En los años 40, el editor original de R. Amor veía en el texto un servicio a la comunidad: "No se trata, pues, de una morbosa propaganda del hampa, sino de un servicio que ofrecemos a la sociedad. Y no sólo a ella sino a las mismas policías de vigilancia e investigación".
Y, tomando esa idea con un poco de humor e ironía, Servín asegura que para él es exactamente lo mismo.
Para entender, para estar conectados con un caló que ya no sólo obedece a la cultura de los bajos fondos, del hampa, sino que se ha insertado en el habla popular. A la vez, es un compendio para saber de dónde vienen expresiones o modismos que hoy usamos, explica.
Incluso, señala, películas como Nosotros los pobres están llenas de un caló que tiene su origen en el hampa o en los ambientes carcelarios, palabras que se han integrado al lenguaje común.
En un país con una historia social como la de México, con una fuerte carga criminal o con una cultura de la ilegalidad, esto resulta comprensible, obvio e, incluso, normal, agrega.
La idea, desde un principio, fue recuperar un habla popular que muchas veces no tiene registro impreso. Y entendiéndolo como el poder de lo legal contra lo ilegal, las normatividades y los reglamentarismos contra todo aquello que no se ciñe a las normas sociales y que crea su propia estructura de comunicación. Porque, para los editores de El Salario del Miedo, la viveza del lenguaje vernáculo delincuencial impide esposarlo en la rigidez de las normas del habla convencional.
En el Diccionario del hampa y El Canerousse, existen tres grandes constantes: drogas, sexo y violencia.
Es la pulpa, la sustancia de la historia de la nota roja mexicana. Si revisas las páginas de la historia social de México, verás que estas tres cosas son las que predominan. Todo esto genera un lenguaje corporal y verbal, pero también genera usos y costumbres dentro de la marginalidad, que de alguna manera el libro registra, afirma Servín.
El lenguaje es también una forma de comprender el delito y el crimen, porque muchas de las dinámicas delincuenciales se sustentan o se fortalecen en el sometimiento del otro a partir del habla agresiva.
Es elemento intrínseco a la delincuencia, al crimen, al acto delictivo en sí mismo.
Y, en ese ambiente, el lenguaje se convierte también en poder, identificación, resignificación y redignificación.
Por ejemplo, en el libro, se cuenta la historia de un hombre que cambió la delincuencia por la sotana. Cierto día, ya en el púlpito, reconoce a dos antiguos colegas y recurre al caló para instarlos a robar sin hacer daño y abandonar el templo, no sin antes dejarle su comisión.
"Cháris, chirúl chicharrón en la meródia morena os dejamos a vuestra ménda su partúncia (Aguante muleta, aquí en la alcancía le dejamos su parte)", contestaron los rateros al sacerdote.
Servín narra que un ejemplar de la edición original del Diccionario del hampa le fue regalado por el coleccionista Carlos Jiménez, un libro que ni siquiera tiene fecha de edición, editorial, ni colofón, por lo que poco sabe del autor. Mientras que el material de Franco le llegó directamente.
Fue a través de mi amistad con Alejandro Montes, escritor y académico; él imparte clases de literatura en el Reclusorio Norte y me invitó a dar una plática sobre literatura a los internos, y ahí conocimos a la persona que hizo esta recopilación de vocablos. Estaba sentenciado por mucho tiempo, ya llevaba veintitantos años, pero en el ínter en que estuvimos viendo la posibilidad de publicar el libro, lo liberaron y ya no tuvimos manera de comunicarnos. Alejandro ha tratado de localizarlo con las autoridades del reclusorio, pero ya no saben nada de él.
En su labor de edición, fueron muchas las palabras que atraparon a Servín, pero lo que más le cautivó fue el diálogo que aparece en Diccionario del hampa.
El recopilador se permite ir por la libre y recrear un diálogo entre dos delincuentes callejeros, dos asaltantes, y después hacer una especie de recreación escenográfica en los ambientes en los que estas personas circulaban en una Ciudad de México de los años 40, 50. Me parece maravilloso porque se conecta también con un interés reciente por la vida social en México, concretamente el DF, en aquellos años. Ahora existe bastante bibliografía, sobre todo novelada, de personajes como Bernabé Jurado, el famoso abogánster. Digamos que también hay una necesidad del país de conocer su pasado a través de esas expresiones populares que en la oficialidad siempre han sido ocultadas o desdeñadas.
Crónicas de miedo
Producciones El Salario del Miedo es un proyecto editorial especializado en periodismo narrativo y en testimonios de la delincuencia común. Además de Servín, participan la escritora Bibiana Camacho y el diseñador René Velázquez de León.
El proyecto convoca a escritores, artistas y fotógrafos interesados en desarrollar su arte a partir del periodismo y de un interés legítimo por expresiones populares marginales radicales.
Como escritor y ahora como editor, la cultura delincuencial del país siempre ha sido un punto de interés para Servín, autor de D.F. Confidencial y Cuartos para gente sola.
La gran historia social de este país también se puede leer desde la nota roja y el testimonio de las subculturas surgidas en lo proscrito, expresa Servín.
Hasta ahora, han publicado 10 obras, como el Cuaderno de periodismo gonzo I, Nadie es inocente, dedicado al periodismo policiaco mexicano de la década de 1940-50. También han publicado títulos de cronistas contemporáneos, entre ellos Eugenio Partida, Leonardo Tarifeño, Georgina Hidalgo, Gerardo Lammers y José Garza.
Contamos con un apoyo muy fuerte, muy entrañable, de la UANL y de Almadía; nos ayudan con producción y distribución. Pero las decisiones editoriales y de concepto artístico son únicamente nuestras.
Ahora acaban de lanzar la convocatoria del Primer Premio de Periodismo Gonzo en el que podrán concursar crónicas y reportajes publicados a lo largo de 2014.
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