En aquel aeropuerto la familia Basteri vio por última vez a Marcela. La llevaron a tomar el vuelo acompañada de su hijo Sergio, de 4 años, el hermano más pequeño de Luis Miguel. La despidieron con abrazos y se tomaron fotografías antes de verla partir a Madrid, donde se encontraría de nuevo con Luisito Rey, papá del cantante.
Los Basteri sabían que Marcela había llegado a España porque un mes después de su partida de Pisa, a principios de septiembre de 1986, se comunicó por teléfono con su tía Adua, la mujer que más ha insistido en la búsqueda de Marcela y la que más información ha ofrecido sobre su vida y las circunstancias de su desaparición.
"Nosotros estábamos muy preocupados y por fin llamó", cuenta Adua al periodista Javier León Herrera, en su libro Luis Miguel, la historia, que sirvió de base para el guión de la exitosa serie de Netflix.
"Dijo que estaba con Alex y con Sergino en la casa de Madrid, y que iba a viajar a Chile a encontrarse con Mickey (Luis Miguel) allá", relata Adua sobre su última conversación con su sobrina desaparecida.
"De aquella conversación recuerdo perfectamente haber escuchado la voz de Luisito (Rey) de fondo, pidiendo a su hijo Alex que le llevara una maleta. Marcela me dijo que Alex se iba porque él y su hermano pequeño se iban a quedar con su abuela Matilde (mamá de Luisito Rey)", le dice al periodista.
Aquella fue la última vez que la tía Adua habló con Marcela. Después, nunca más supo nada de ella.
Desde entonces surgieron al menos 5 versiones sobre su desaparición. Una, la más consistente tal vez por los testimonios que recopila el periodista Javier León, apunta a que el padre de Luis Miguel la habría mandado matar, alentado por su codicia y para arrebatarle los bienes a su nombre y el dinero que tenía en una cuenta en Suiza, de acuerdo con la versión de Javier León.
Pero alrededor de esta historia hay muchas incógnitas y tenebrosos capítulos que involucran incluso a un temible y corrupto personaje de la política mexicana: Arturo Durazo Moreno, conocido como "El Negro" Durazo, quien se desempeñó como jefe de la policía en la Ciudad de México de 1976 a 1982, durante el gobierno del entonces presidente José López Portillo. Un intocable que sembró el terror en la capital del país, y que terminó encarcelado sólo 8 años por homicidio, evasión fiscal, delincuencia organizada y acopio de armas.
Así lucía Arturo El Negro Durazo en la cúspide del poder que ejerció desde la Ciudad de México.
A él –y a otros después– le habría pedido Luisito Rey deshacerse de Marcela. Pero esta, como el resto de las hipótesis sobre su desaparición, parece incomprobable al paso de los años. Ya casi 32 desde que se despidió de su familia, por última vez, en aquel aeropuerto de Pisa.
Bonita, pobre y abandonada
De origen humilde, Marcela Basteri "nunca tuvo una vida fácil", dice en entrevista Javier León, quien siguió la pista de la madre de Luis Miguel desde su cuna, en la región en la región italiana de Toscana.
En su libro y ahora para Infobae narra la infancia de aquella niña que a los seis meses de nacida fue abandonada por su madre, Vanda, en un orfanato de monjas de la provincia de Massa-Carrara. La mamá se había enamorado de un camionero napolitano y huido con él luego de que su padre, Sergio Basteri, viajó a Argentina para buscar trabajo y una mejor vida para su familia.
Aunque la visitaba la familia de su padre, Marcela tuvo que quedarse con las monjas hasta los 11 años que su papá volvió por ella para llevarla con él a Argentina, en 1956. "A veces vivía con su papá, a veces con su tía Carolina", quien también había emigrado al país sudamericanos con su esposo, dice Javier León.
"Marcela era una niña muy dulce", escribe Javier León. "Una ragazza muy buena, muy bella y muy dócil de carácter", narra en su libro, con base en los testimonios recopilados de la familia en Argentina.
Marcela Basteri nació en el seno de una familia pobre italiana de la región de la Toscana.
Ya adolescente "tuvo muchos problemas con su papá, por el carácter fuerte e impositivo de este", dice. Lo llamaban "Tarzán" por su buen físico y había elegido San Vicente, en Argentina, para construir una casa donde vivió con su segunda mujer, Catalina, y su hija Marcela.
Fue Catalina quien inició a Marcela en la costura, una pasión que mantuvo años después, cuando su hijo ya brillaba en los escenarios y ella padecía los maltratos de Luisito Rey.
Gracias a las puertas que le abrió su hijo, Marcela pudo conseguir un contrato para confeccionar el vestuario de Timbiriche, uno de los grupos musicales juveniles de más éxito en su momento. "La costura era su mundo –dice el periodista– y a eso quiso dedicarse siempre".
Guapa como era, "con un físico muy atractivo", Marcela incluso modelaba en sus años de juventud en Bueno Aires, donde tenía varios pretendientes, afirma Javier León.
Pero la suerte se le torció el día que conoció a Luisito Rey en el café París de Mar de Plata, a donde Marcela había viajado de vacaciones con su madrastra y donde se encontró por primera vez a aquel joven músico español que se presentaba para cantar.
Javier León escribe que el flechazo fue inmediato y que a Luisito Rey no lo contuvo ni el rechazo tajante del padre de Marcela, quien siempre se opuso a la relación. Ella, al final, huyó con él en 1968, con una promesa de matrimonio incumplida y la primera de muchas mentiras que Lusito Rey tejió en torno de su relación con Marcela Basteri.
Javier León narra en su libro que el padre de Luis Miguel mintió al decir que se habían casado de manera discreta. Mintió al contar que Marcela era una actriz en ciernes que había abandonado su carrera para formar una familia con él y que era además pariente lejana de Rossana Podestà, una actriz italiana de la época de mucha fama y larga trayectoria.
Muchos años después, cuando Luis Miguel ya era un ídolo en México y había triunfado en el festival de San Remo, la actriz italiana se enteró de la versión de Luisito Rey cuando la prensa le preguntó sobre su supuesto parentesco con el cantante mexicano. Se tomó con humor la pregunta, pero desmintió la historia.
Luisito Rey, como siempre lo hizo, puso en boca de los demás mentiras y verdades a medias de la vida de Marcela Basteri. Desde que lo conoció, "le cambió a Marcela completamente la vida", dice Javier León. "Ella se convirtió en una mujer subyugada, por decirlo de alguna manera, a la fuerte personalidad de Luisito Rey".
Ni el éxito de su hijo corrigió su suerte, afirma el periodista. Es más, a partir de su ascenso como cantante, "a la pobre Marcela le fue peor porque Luisito se desmadró absolutamente y ella se vio cada vez más abocada a una vida mucho más abnegada, de mayor sufrimiento, y con un notable deterioro físico", dice.
El maltrato emocional de que fue objeto deterioró su salud y la hizo perder peso.
Un infierno de nombre Luis Gallego
Los años por venir para Marcela Basteri no podían ser peores. En su libro Javier León narra los muchos testimonios de los maltratos y las humillaciones a que estaba sometida la mamá de Luis Miguel por parte de Luisito Rey.
En su momento incluso corrieron las versiones de que la usó como moneda de cambio para conseguir favores del "Negro" Durazo, jefe de la policía de la Ciudad de México y dueño de una mal habida fortuna que le permitió, según se lee, financiar el lanzamiento y el ascenso de la carrera de Luis Miguel.
De acuerdo con el libro, el actor mexicano Andrés García, muy conocido en México por su atractivo físico, presentó a Luisito Rey con el "Negro" Durazo. A él se agarró a "como a un clavo ardiendo" para sobrevivir, escribe Javier León.
Los Gallego Basteri, es decir, Luis Miguel y su familia, atravesaban por una mala situación económica, producto de la irresponsabilidad del padre, desde siempre conocido por embaucador.
El periodista afirma que fue el mismo Durazo quien le confirmó, años después y ante un testigo, que Luisito Rey "no tuvo ningún reparo en ofrecerle la compañía de su propia pareja como moneda de pago a cambio de ciertos favores".
Según Durazo, nunca aceptó. Pero la relación con la familia de Luis Miguel era más que estrecha, escribe Javier León. El jefe policiaco proveía de droga, fiesta y dinero a Luisito Rey, y su hijo Luis Miguel tenía las puertas de su casa abiertas porque a la esposa del "Negro" Durazo "le encantaba cómo cantaba el niño".
Incluso recupera el testimonio de un mediocre y muy rico actor mexicano, de nombre Roberto Palazuelos, quien cuenta en un episodio de Big Brother cómo el "general (en realidad nunca tuvo grado) les obsequiaba fajos de billetes de 1.000 dólares". Así de estrecha la relación con ese personaje.
Precisamente dos versiones sobre la desaparición de Marcela Berasti involucran al "Negro" Durazo. La primera la relató en 2004 un hermano de Luisito Rey, Mario Gallego, en el programa "Salsa Roja" de la cadena Telecinco, de España.
Allí afirmó que, antes de su desaparición, Marcela había estado en una fiesta de Durazo en el estado de Chihuahua, en México, y que allí habría muerto en medio de una balacera de narcotraficantes.
Pero Marcela desapareció en 1986 y para entonces el "Negro" Durazo ya estaba en la cárcel. Aunque es verdad que por aquellos años corrieron versiones en la prensa mexicana de quesu poder y su influencia le permitían salir de prisión siempre que lo quería.
En julio de 1984, a los 61 años, fue detenido y encarcelado Arturo Durazo Moreno.
La tía Adua salió a desmentir la versión ante los medios. Dijo que le parecía poco probable y, además, planteaba dos incógnitas: "¿por qué nadie más ha hecho declaraciones sobre eso? y ¿en dónde está el cuerpo?"
Todavía en mayo de este año, cuando la bioserie de Luis Miguel revivió los rumores respecto de su madre, la revista de espectáculos TV Notas publicó una nueva versiónsobre la misteriosa desaparición de Marcela Basteri.
Según este medio –que cita una fuente anónima a la que sólo identifica como familiar del "Negro" Durazo–, al momento de su desaparición Marcela atravesaba por una fuerte depresión que la llevó a consumir drogas y alcohol en una fiesta del ex jefe policiacoen la Ciudad de México. Se metió a la alberca, perdió el conocimiento y murió. Luisito Rey se encargó de esconder el cuerpo.
Aunque es verdad que Marcela atravesaba por una depresión a causa de su separación de Luisito Rey, de sus constantes infidelidades y maltratos, Javier León narra en su libro que Marcela precisamente había viajado a Italia para recuperarse y que su familia había visto el cambio: dejó de beber, casi no fumaba, ganó peso y dormía, le dijo la tía Adua al periodista.
León admite, sin embargo, que al momento de la primera separación, cuando Marcela viajó por primera vez a Italia para alejarse de él, a finales de 1985, "era una mujer muy sufrida y castigada por la vida".
Razones tenía. Luisito Rey se paseaba por todas partes con su amante en turno, Abril Campillo, la presionaba todo el tiempo para que le cediera poderes sobre las propiedades a su nombre y las cuentas bancarias suizas. La despreciaba y desprestigiaba frente a propios y extraños, acusándola de infidelidades.
De hecho, en las dos ocasiones que Marcela Berasti viajó a Italia para alejarse de Luisito Rey, este esparció la versión de que su mujer lo había dejado por otro. Marcela lo sabía y aun así aceptó sus súplicas y regresó con él para seguir atrapada en el mismo infierno.
Javier León escribe en su libro que en una carta que le envía a su padre a Argentina, fechada el 19 de noviembre de 1985, le cuenta de los planes de Luisito Rey de separarse con la condición de que ella se quedara en Los Ángeles, aislada, y sólo con sus dos hijos menores: Sergio y Alex. "Soy fuerte", le dice a su padre. Sin embargo, admite que "los momentos que estoy pasando no se los deseo a nadie, estoy sufriendo mucho".
Luisito Rey, el sospechoso
Otra versión respecto del paradero de Marcela Berasti la dio en 2012 el bandoneonista Walter Ríos, un músico que acompañó durante años a Luis Migue en sus conciertos. A un diario argentino le dijo que el cantante, tras varios años de búsqueda, había encontrado a su madre en 2008, "en un manicomio de Italia".
Según el músico, el propio Luis Miguel le dijo que había gastado millones para localizarla y se había reunido con ella en el hospital, pero no pudo reconocerlo por su estado mental.
De nuevo la tía Adua desmintió estas declaraciones durante el programa italiano "¿Quién la ha visto?", que retoma historias de búsqueda de personas desaparecidas y en el que colabora la Interpol y la policía italiana.
Adua y la periodista Rafaella Notariale, quien participaba en el programa, aseguraron que esta versión era falsa y sin fundamentos.
Una de las últimas fotos de Luis Miguel con su madre, antes de su desaparición.
También una amiga de Marcela, una vedette de la época de nombre Grace Renat, declaró al programa LM Show que la mamá de Luis Miguel había sido asesinada a golpes, pero no sabía quién era el responsable.
"Yo digo que sí falleció. La mamá de Andrés García Jr. (hijo del actor Andrés García) se enteró, me dijeron, que (murió) de golpes, pero no sé por parte de quién", aseguró Renat.
También dijo que la misma Marcela le había dicho que se iba a pasear a Italia, que regresaría, y ya no lo hizo. "Tiempo después me topé con Luis Rey, pero lo vi tan mal, muy pasado de copas, que mejor preferí alejarme", dijo la vedette, quien estaba segura de que Luis Miguel no sabía nada más del paradero de su madre. "No creo que sepa más, debe saber lo que nosotros sabemos", declaró en la entrevista.
Cualquiera de las versiones anteriores ensombrece al lado de los indicios que aporta el libro de Javier León y los testimonios recabados con los años respecto de la posible responsabilidad de Luisito Rey en la desaparición de la madre de Luis Miguel.
Tres son las voces principales que han señalado con el dedo al papá de Luis Miguelcomo responsable de la posible muerte de Marcela Berasti, a quien habría mandado matar.
Ana María Reig, amiga de Marcela, dijo en el programa "Salsa Roja" que, antes de morir, Luisito Rey le confesó entre lágrimas que había mandado matar a la madre de Luis Miguel, y que había pagado 100.000 dólares por su asesinato.
También el actor Andrés García ha expresado sus sospechas al respecto –en el libro de Javier León y en otros medios–, a partir de una conversación que tuvo con el "Negro" Durazo. De acuerdo con su testimonio, el jefe policiaco le aseguró que Luisito Rey un día le pidió desaparecer a Marcela Berasti, pero se negó.
Según Andrés García, a él mismo se lo pidió tiempo después y esta fue una de las razones para poner fin a su amistad.
Tan cercana era la relación de Lucios Miguel con Andrés García (al centro) que lo llamaba “tío”.
La incansable Auda Basteri, tía de Marcela, también señala a Luisito Rey como posible asesino de su sobrina porque fue, tal vez, la última persona con quien estuvo en Madrid, antes de que el silencio se la tragara al terminar aquella última llamada a su familia.
"Era una buena mujer, de buen carácter, que por cosas del destino acabó en manos de una persona que le marcó el destino", dice Javier León.