Manuel Olmedo, vecino de la Alcaldía Gustavo A. Madero, llevó al stand militar del 80 Batallón de Infantería un viejo revólver calibre .22 para canjearlo por dinero.
Aprovechó el arranque del programa de canje “Sí al desarme, sí a la paz”, que impulsó el Gobierno federal en el atrio de la Basílica de Guadalupe, en una ceremonia encabezada por la Presidenta Claudia Sheinbaum.
“El programa es muy factible, estoy en contra de la violencia y quiero un País mejor. Mi preocupación es mi hija, me preocupa mi estabilidad y esta es una buena propuesta “, dijo al llegar al módulo.
El usuario llegó primero con los nervios de punta. No quería mostrar el revólver que perteneció a su abuelo militar.
Pero cuando vio que don Cuauhtémoc, delante de él, sacó un escopetón calibre .12, Manuel se abrió de capa y presumió el viejo revólver sin cartuchos.
“Es un revólver, no sé de armas, pero ha estado en mi familia, perteneció a mi abuelo, pero no deseo tenerla”, dijo.
Tras el trámite, el militar analizó el arma, realizó un registro y después inició un procedimiento de destrucción de esa arma.
“No ha sido disparada desde hace años”, observó el Teniente de Infantería, tras la inspección.
En tanto, don Cuauhtémoc reconoció que la escopeta que traía en su bolsa de mandado también era “muy viejita”.
“Ya ha pasado por varias generaciones, y luego le digo a mi esposa ‘ya tira esa chingadera, nos van a meter al bote un día’, y ya hasta que vimos este programa, preferimos un dinerito para la despensa“, comentó.
Andrés, de 39 años, llevó un revólver calibre .22, pero de modelo reciente.
“No la he usado, ha pasado de mano en mano, no la he usado y no me gusta la violencia, después de todo lo que hemos visto con esto del crimen organizado, no quiero motivos de que me revisen un día, es un problema tener esto en casa”, dijo el usuario.
“Hay mucha inseguridad, creo que este programa viene a motivar a familias como la mía, ¿Para qué queremos un arma en la casa?”, planteó.
En el evento, la señora Cecilia llevó a su hijo de 10 años para que canjeara su pistola de juguete por otro didáctico.
“Está bien, que desde pequeños mejor utilicen sus destrezas para bien, esa pistola se la regalaron, pero ya le explicamos que es mejor otro tipo de juguete para que no lastime a nadie”, expuso la ama de casa.
De acuerdo al tabulador del programa, el Gobierno federal paga de 250 a los 25 mil pesos por arma. Depende del calibre y si está en buenas condiciones.
EFECTIVIDAD en DUDA y MUY CUESTIONADA
Este programa de desarme oficial, aunque bien intencionado, presenta varios problemas que cuestionan su efectividad para reducir realmente la violencia armada en México:
- Atrae principalmente armas viejas e inoperantes: Los ejemplos mencionados, como el revólver del abuelo y la escopeta vieja, sugieren que el programa está recibiendo mayormente armas obsoletas que probablemente no se usarían en crímenes de todos modos.
- No llega a los verdaderos perpetradores de violencia: Los participantes descritos parecen ser ciudadanos comunes preocupados por la seguridad, no miembros de grupos criminales organizados que son responsables de gran parte de la violencia armada en México.
- Compensación insuficiente: Aunque se menciona un rango de pagos de 250 a 25,000 pesos, es poco probable que esto sea suficiente para motivar a quienes poseen armas más modernas y valiosas a entregarlas, que prefieren venderlas.
- Enfoque simbólico sobre soluciones prácticas: El intercambio de juguetes, aunque bien intencionado, no aborda las causas fundamentales de la violencia.
- No reduce significativamente el número de armas en circulación: Dado el gran número de armas ilegales en México, es improbable que este programa voluntario tenga un impacto significativo en la disponibilidad general de armas.
- Posible explotación del sistema: El amplio rango de pagos podría incentivar a algunas personas a comprar armas baratas para obtener una ganancia en el programa.
- No aborda el tráfico ilegal de armas: El programa no hace nada para detener el flujo de armas ilegales que ingresan a México desde otros países, especialmente Estados Unidos.
- Recursos mal dirigidos: Los fondos utilizados para este programa podrían invertirse en estrategias más efectivas de prevención de la violencia, como programas sociales o mejoras en la aplicación de la ley.
- Falta de seguimiento: No se menciona ningún plan para evaluar el impacto real del programa en las tasas de criminalidad o violencia armada.
- Posible efecto contraproducente: Al promover la entrega de armas legales, el programa podría dejar a algunos ciudadanos respetuosos de la ley más vulnerables frente a criminales armados.
En resumen, aunque el programa muestra buenas intenciones, de las que esta empedrado el infierno, un proverbio que nos dice que los buenos propósitos no sirven si no se acompañan de acciones.es poco probable y factible un impacto en la reducción de la violencia armada en México y podría estar desviando recursos de estrategias potencialmente más efectivas.
Con informacion: ELNORTE/
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