Una sonrisa captada en una fotografía puede identificar a personas fallecidas lejos de su entorno o en países con carencias en lo que se refiere a las bases de datos habituales en la antropología forense. Así lo ha descubierto la investigación de Inmaculada Alemán Aguilera, catedrática de Antropología Física de la Universidad de Granada, y de las también antropólogas forenses polacas Melania Mazur y Katarzyna Górka.
Las tres han publicado un estudio en la revista Forensic Science International que muestra que una foto de alguien sonriendo permite identificar a esa persona si fallece en un entorno en el que no se tiene acceso a su ficha dental, a su perfil de ADN o a una base de datos de huellas dactilares. La sonrisa es necesaria porque ese gesto deja al descubierto los dientes incisivos y caninos, fundamentales en la identificación.
El contorno de los incisivos y caninos superiores de la foto permite a las investigadoras trazar una línea que, cotejada con otra imagen similar de los restos que se quieren identificar, permiten asegurar su correcta filiación. Este método de identificación, de hecho, ha sido puesto en práctica con buenos resultados en circunstancias reales y difíciles: en los últimos dos años ha servido para identificar al menos a una decena de migrantes ahogados durante su travesía hacia Europa en el Mediterráneo. La imposibilidad de acceder a bases de datos médicas o policiales en terceros países obliga, en estos casos, a buscar métodos de identificación alternativos.
Una de las imágenes usadas en el estudio.
Y alrededor de eso gira en los últimos años el trabajo de la antropóloga de la universidad granadina. Con más de dos décadas de trabajo en la identificación de seres humanos, la antropología forense gira en torno al estudio y reconocimiento de cadáveres de difícil identificación, bien por haber fallecido hace años, décadas o siglos o porque se trata de restos encontrados en contextos difíciles como dictaduras o migraciones, entre otros. Alemán ha trabajado con momias egipcias, exhumaciones de la Guerra Civil y, también, migrantes no identificados. “Este tipo de identificación requiere siempre de comparación. Siempre necesitamos algo del antes y del después del fallecimiento”, explica Alemán. Los datos ante mortem más fiables y habituales, continúa, son de tres tipos: una ficha dental, las huellas dactilares o el ADN. “Pero eso no siempre está disponible. En muchos casos, además, esas bases de datos ni siquiera existen en los países de origen de las personas que fallecen durante su migración, por ejemplo”, añade.
Hace tres años pusieron en marcha una investigación para desarrollar métodos de identificación nuevos y menos convencionales. Las fotografías parecieron un buen recurso para comenzar esa nueva andadura. “En este momento, existen fotos de prácticamente todo el mundo a las que, de un modo u otro, se pueden acceder fácilmente. Bien porque la propia persona las ha colgado en redes sociales como Facebook o Instagram o bien porque se las han enviado a amigos o familiares”, cuenta Alemán. En el caso de migrantes, incluso, “muchos de ellos envía fotos antes de salir a sus conocidos en Europa. Con ese material es con el que trabajamos”.
En ese trabajo por comparación, las fotos sonriendo permiten no solo trazar la línea del contorno dental ante mortem necesaria para cotejarla con la post mortem, sino que hacen posible encontrar alguna característica concreta de la dentadura ―torsiones dentales, espacio mayor de lo habitual entre algunos dientes, etc…― que dan toda la fiabilidad a la identidad del fallecido.
Inmaculada Alemán habla de un sistema “aún experimental” pero que en la práctica está ya mostrándose muy útil. Su eficacia en el estudio teórico alcanza un 82% de identificación positiva a lo que se suma un 11% de identificación “tolerable”, con ciertas inconsistencias en un par de dientes. En un 7% de los casos fue imposible identificar al sujeto. “En este momento”, detalla la antropóloga granadina, “esos porcentajes son más bajos de los que se consiguen con los protocolos internacionales ―los tres mencionados son los únicos reconocidos, dactiloscopia, odontología y genética―, pero en muchos contextos no queda otra que recurrir a técnicas alternativas”.
En los casos en los que este método se ha utilizado para identificar a personas fallecidas en el Mediterráneo, el nuevo sistema ha permitido aliviar el dolor de muchas familias. La antropóloga explica el proceso, que pasa siempre por encontrar evidencias de cuando la persona vivía, algo que no es especialmente complicado en estas situaciones. “Los migrantes suelen venir en grupo y, más o menos, sabemos cuándo salen y con quien. Con eso y la ayuda de ONG, podemos acceder a amigos o familiares que nos facilitan esas imágenes. Sin ello sería casi imposible, ya que a estas personas no se les pueden cotejar sus huellas ni encontrar un dentista que los haya tratado, si es que alguna vez ha ocurrido”, concluye la antropóloga.
Las investigadoras granadinas y polacas que han puesto en pie esta investigación también querían saber cómo afectaba el tipo de lente usada en las fotografías a una posible distorsión en esa línea dental generada a partir de la foto para realizar la comparación. Se dan ciertas deformaciones y curvaturas, sobre todo con los grandes angulares, explica el estudio, pero “en nuestro caso, dice Alemán Aguilera, prácticamente todas las fotos usadas o publicadas en las redes sociales están hechas con móviles y hemos comprobado que no hay alteraciones sustanciales que modifiquen los resultados”.
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