El abogado Jesús Hernández Alcocer, quien presuntamente asesinó a su esposa, Yrma Lydya, en el restaurante Suntory de la Colonia Del Valle, falleció este martes en el Reclusorio Norte.
Autoridades penitenciarias confirmaron que esta mañana el litigante manifestó sentirse mal de salud y fue trasladado al servicio médico del centro penitenciario, donde trataron de reanimarlo; sin embargo, falleció a las 10:45 horas.
UNA MUERTE CONVENIENTE PARA MUCHOS:
Indicaron que el litigante sufrió un infarto cerebro vascular el pasado 12 de septiembre y que le realizaron tomografías debido a su condición de salud delicada.
En julio pasado, la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) indicó que el abogado no tenía televisión debido a la temporalidad de su ingreso al Reclusorio Norte, pues para usarla tendría que haberlo hecho mediante una solicitud al Comité Técnico y cumplir con los requisitos necesarios.
Además, la dependencia refirió que sí tenía acceso a teléfonos públicos que están en los dormitorios bajo horarios establecidos, como otros internos, que es parte de sus derechos.
Y, debido a su edad, estaba en un dormitorio con población vulnerable por ser adulto mayor.
De 79 años de edad, Hernández Alcocer duró sólo tres meses y ocho días preso en el centro penitenciario vinculado a proceso por el delito de homicidio calificado.
El 23 de junio presuntamente asesinó con tres impactos de bala a su esposa, la cantante Yrma Lydya, en el restaurante Suntory de la Colonia Del Valle.
El mismo día fue detenido y tres días después le dictaron la prisión preventiva justificada. El 30 de junio un juez de control lo vinculó a proceso.
¿Quién era Hernández Alcocer?
Durante años, Hernández Alcocer ejerció como abogado en los tribunales de la Ciudad de México, pero sin contar con cédula profesional.
Fue hasta 2017, cuando tenía 74 años, que el presunto feminicida se tituló comolicenciado en Derecho por la Universidad del Distrito Federal. Para ese entonces, sumaba décadas involucrado en asuntos jurídicos.
La falta de un título universitario no fue impedimento para que Hernández Alcocer llevara a cabo negociaciones legales a las que acudía armado, algo que hacía notar.
De acuerdo con testimonios, al tratar algún tema delicado, colocaba sobre la mesa una pistola escuadra calibre .380 chapada en oro.
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