La última llamada del marino Victoriano Rodríguez Zurita a su familia duró 26 segundos. Les dijo que lo habían enviado de comisión a la Ciudad de México y que se reportaría con ellos más tarde. Era el sábado 5 de marzo de 2022.
Pero no se reportó ni el sábado ni el domingo. No llamó tampoco el lunes: aquello era absolutamente irregular en un hombre que de manera invariable estaba al tanto de los suyos, y hacía todo por comunicarse, aunque no pudiera hacerlo desde su propio teléfono.
Rodríguez Zurita había estado destacado en Puerto Peñasco. En octubre de 2021 recibió un oficio en que se le daba una nueva comisión: el puerto de Acapulco. Su familia regresó a su estado natal en tanto el marino buscaba acomodo en su nuevo destino.
Convinieron que iría por ellos en abril de este año, en cuanto tuviera vacaciones.
Desde aquel sábado no volvieron a saber de él. Su teléfono mandaba a buzón. Fueron cinco días de dudas, temor e incertidumbre. Nunca había ocurrido algo semejante.
El jueves 10 de marzo por la tarde, llegó una llamada desde un número desconocido. Llamaban desde la Secretaría de Seguridad Pública del municipio de Acapulco. Preguntaron por el marino. Le informaron a la familia que desde el fin de semana anterior desconocían su paradero. Que estaba escoltando a un funcionario público, pero que desde entonces no había aparecido.
En la Secretaría estaban preocupados por él, por el marino que lo acompañaba, por las armas que ambos tenían consigo y por la camioneta que se les había asignado para cumplir con aquella comisión.
Ni la camioneta, ni las armas, ni ellos habían aparecido.
Un hombre que se identificó como el secretario de Seguridad Pública del puerto, el capitán de Marina Maximiliano Serrano Pérez, les pidió que viajaran a Acapulco para levantar una denuncia por desaparición.
El capitán les pareció sincero. Les dijo que se sentía responsable del destino de sus hombres. Pero la familia, una familia humilde radicada a cientos de kilómetros de ahí, no sabía si la llamada era auténtica. Si había ocurrido algo. Si su familiar o ellos mismos se hallaban en peligro.
No tenían, por lo demás, ni familia ni conocidos en Acapulco. Apenas supieron que en la comisión que se le había confiado, Victoriano iba acompañado por otro marino.
Comenzaron las horas que cientos de miles de mexicanos, en idénticas circunstancias, hemos vivido. Llamadas a un celular en el que ya no hay respuesta.
La familia se negó a viajar a Acapulco y negoció que el reporte fuera levantado en el punto en que se dio el último contacto: la Ciudad de México. Según la ficha de búsqueda emitida por la fiscalía de la CDMX, Rodríguez Zurita fue visto por última vez en Coyoacán, el 5 de marzo de 2022.
No lograron saber cuál era la comisión. No fue sino hasta un mes y medio después de la desaparición que se enteraron, luego de interponer un amparo, que Victoriano había asignado como escolta a un senador morenista: José Narro Céspedes.
Más tarde se filtró el informe que el secretario de Seguridad, Maximiliano Serrano Pérez, rindió a la Marina. En este se indicaba que la alcaldesa morenista de Acapulco, Abelina López, le había pedido vía telefónica que le enviara dos escoltas armados a Narro Céspedes, para que lo acompañaran a un acto partidista que iba a llevarse a cabo en la Ciudad de México.
Se sabe que los escoltas se presentaron ante Narro. No se sabe qué ocurrió después. Narro afirmó que los despidió en un restaurante de Coyoacán y más tarde afirmó que nunca los solicitó. La alcaldesa negó haberlos solicitado, aunque, además del informe del capitán Serrano, existen dos oficios de comisión.
La familia de uno de los marinos logró averiguar que la última actividad del teléfono de este había ocurrido en la zona boscosa cercana a Tres Marías. La fiscalía de la Ciudad de México se tardó en solicitar información a las cámaras de Capufe, el C-4 y el C-5.
Cuando lo hizo, más de un mes después, ya no existía información alguna sobre los días 5 y 6 de marzo.
El secretario de Seguridad presentó su renuncia después de “balconear” a la alcaldesa Abelina López y al senador José Narro.
Las familias han pedido que se haga en Tres Marías una investigación de campo. Esto no ha ocurrido.
Maximiliano Serrano se fue de Acapulco. Ni Abelina ni Narro han establecido contacto alguno con los familiares de los marinos.
Como en la obra clásica de Leñero: “Nadie sabe nada”.
El teléfono de Victoriano sigue mandando a buzón.
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