De manera reiterada, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha invitado a sus detractores sistémicos a que claramente digan qué intereses defienden y los objetivos que persiguen. “Fuera máscaras”, machaca constantemente desde sus conferencias matutinas. Ha sido muy fácil, y con razón, decírselo a “feministas” de ocasión, emergentes “defensores” de los organismos autónomos y prestos “guardianes” de la división de poderes.
“Fuera máscaras”, les ha retado. Y, decíamos, ha sido muy fácil cuando los destinatarios de tal exhorto son panistas, priístas, empresarios de la Coparmex, intelectuales orgánicos y columnistas, todos envueltos en banderas que ni conocen y que en realidad son militantes o simpatizantes de la derecha ideológica, huérfanos del poder, con negocios en desagracia o extrañados de que ya no tengan derecho de picaporte en las altas esferas y sus “asesorías” no sean requeridas.
Otra cosa es decírselo a los críticos antisistémicos: a las feministas que con todo en contra están haciendo grietas a un sistema que discrimina, somete y mata a las mujeres; a los pueblos, tribus y naciones indígenas que ante el despojo y el exterminio no se rinden ni se venden; a los defensores de derechos humanos que acompañan el dolor de las familias de los desaparecidos y torturados; a los trabajadores esquilmados que luchan por salir de la profunda precarización de sus condiciones laborales…
A ellos no puede aplicar el “fuera máscaras”. Han sido claros por décadas y mantienen sus principios. No han engañado a nadie. Constituyen oposiciones honestas desde la izquierda. De hecho son las oposiciones reales por su carácter antisistémico.
Lo cierto es que el “fuera máscaras” que se debería aplicar es al interior de la 4T. A ver, a ver: cuál es el plan que tienen frente a los pueblos indígenas y sus recursos; cuál ante las mineras y la destrucción que siembran donde se imponen; qué posición asumirán frente a los nuevos terratenientes (les gusta que les llamen “agroempresarios”), que construyeron y construyen sus poderosas empresas con la sangre de miles de jornaleros y ejidatarios despojados; o ante los acaparadores del agua cuyos negocios siguen intactos.
“Fuera máscaras”, hacedores de la “cuarta transformación”. Eso es precisamente lo que –voluntaria o involuntariamente– ha planteado Víctor Toledo, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
No es que en los audios dados a conocer a través de redes sociales haya explicado un fenómeno nuevo. Es sabido que la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República es resultado de un desgaste insalvable de todos los partidos políticos y de un amalgamiento de intereses, incluso, contrapuestos. Por ello, en el gobierno de Andrés Manuel hay dos polos que ya hoy incluso han asumido su rol de “derecha” e “izquierda” al interior del gabinete.
La “bomba” que soltó Toledo (o alguien que usó el discurso grabado de Toledo) fue porque se escuchan algunos nombres y se aclaran sus intereses. Y más: advierte a los propios simpatizantes del gobierno de las graves limitaciones de la “cuarta transformación”. La conclusión es que los cambios verdaderos serán inalcanzables porque ni siquiera se les busca. Todo se reduce al “combate a la corrupción”. Y aunque se avanza en ese rubro, se dejan intactas (y se refuerzan) las relaciones de dominio y explotación preexistentes.
“Tenemos que ser muy realistas”, empezó Toledo. “La 4T no existe […]. Este gobierno está lleno de contradicciones y se expresan concretamente en luchas de poder al interior del gabinete”.
Y el secretario de Estado señaló, como ejemplos, a Víctor Villalobos, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), quien ha orientado la dependencia a los agronegocios y en contra de la agroecología, y a Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, quien es el “principal operador” para bloquear la transición a energías limpias. Del audio se desprende también que en este polo de la derecha al interior de la 4T se encuentra Olga Sánchez Cordero, titular de la Secretaría de Gobernación.
Hay otros nombres que no se dijeron pero que al interior del gabinete todos lo saben. Uno es el del poderoso consejero jurídico del Ejecutivo federal, Julio Scherer Ibarra, quien palomea los nombramientos de los directores jurídicos de todas las dependencias y aprueba o descalifica las iniciativas que de ellas emanen, alerta siempre a que no vayan a entorpecer algunos negocios.
Otro es el de Blanca Jiménez Cisneros, directora general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Aunque la dependencia se encuentra formalmente dentro del sector de la Semarnat, sus posicionamientos son tendientes a preservar el modelo de gestión proempresarial del agua trazado desde los sexenios anteriores.
“Estamos haciendo un esfuerzo en la Semarnat pero no estamos en un gobierno totalmente del lado nuestro. Adentro hay contradicciones muy fuertes y la verdad es que veo que no debemos idealizar a la 4T. Es un gobierno de contradicciones brutal. Y toda la visión que aquí compartimos nosotros no está para nada en el resto del gabinete y me temo que tampoco está en la cabeza del presidente.”
Hoy Toledo está bajo mayores presiones. No sólo enfrenta a la derecha de la 4T. Enfrenta a la derecha extramorenista, para quien siempre fue un “radical”. Por verse si se sostiene en su puesto y recibe un respaldo sólido del presidente.
Muchos ya ven a Toledo fuera del gabinete y festejan. Lo cierto es que de quedar fuera, la derecha de la 4T se quedará sin contención alguna. Y el presidente perderá los escasos vasos comunicantes con el movimiento social de izquierda que no votó por él.
Es hora de que el “fuera máscaras” se aplique al gabinete. ¿Habrá una explicación de Villalobos y Romo acerca de las gestiones que hacen en favor de intereses particulares?
fuente.-Zozimo Camacho/
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