El ex gobernador de Banxico, Guillermo Ortiz fulminó el manejo económico de la 4T al considerar a Andrés Manuel López Obrador como una "bola de demolición".
En un articulo publicado en el Financial Times de Londres, Ortiz señala: " En México, López Obrador parece estar duplicando las políticas populistas, decepcionando a muchos que esperaban un enfoque más pragmático. En cambio, sus acciones han exacerbado la incertidumbre política y han desalentado la inversión".
En un editorial también firmado por Arminio Fraga, ex presidente del Banco Central de Brasil, Ortiz, dice que "aunque provienen de extremos opuestos del espectro político, tanto Bolsonaro como López Obrador han reaccionado de manera notablemente similar a la pandemia; los dos mandatarios han desafiado las recomendaciones de las autoridades sanitarias sobre el distanciamiento social, han seguido celebrando mítines políticos y, hasta hace poco, se han negado a llevar cubrebocas".
"En lugar de converger en los niveles de vida de los países avanzados, Brasil y México han divergido. Tienen famosos y exitosos programas de transferencia directa para aliviar la pobreza extrema, pero aunque lograron un buen progreso social a principios de siglo, ambos países siguen sufriendo una gran desigualdad", expresa.
"López Obrador ha recortado los presupuestos para el medio ambiente, ha degradado las energías renovables a favor de la refinación del petróleo y ha autorizado proyectos de infraestructura para animales domésticos sin los debidos estudios ambientales", sostiene Ortiz en su editorial.
Son críticas duras y que sorprenden porque Ortiz, al igual que Santiago Levy, fueron cuadros técnicos que en la transición de 2018 sonaron muy fuerte para integrarse al equipo económico de la 4T.
Ortiz incluso tenía como punto extra el hecho de haber tenido una convivencia turbulenta con Felipe Calderón cuando este fue presidente, al punto que desde Los Pinos se operó su salida para finalmente ser reemplazado por Agustín Carstens. "América Latina está a punto de sufrir su mayor colapso económico en un siglo. Esto exacerbará los flagelos de la región: el bajo crecimiento, la baja productividad, la desigualdad, la corrupción, la delincuencia, la falta de oportunidades y la baja movilidad social, a menos que se aproveche la crisis para hacer frente a esos problemas", dice el texto.
"La democracia, la rendición de cuentas y el imperio de la ley pueden parecer obsoletos en gran parte del mundo. Pero, aunque es demasiado pronto para celebrarlo, el Brasil y México han experimentado al menos algunos de los frutos de tener instituciones resistentes. Éstas deben seguir siendo fundamentales para la respuesta de la región a sus desafíos", concluye.
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