Cinco horas antes de que concluyera el 2018 inició el calvario para la familia Rosado Zarate, en la congregación Santa Rosa de este municipio, cuando elementos policíacos los golpearon y detuvieron sin una orden de aprehensión.
Mientras Abraham Rosado –con residencia en California desde hace tres décadas, pero nacido en México– atizaba el fuego para preparar carne asada, los policías, quienes circulaban en la patrulla de la Fuerza Civil con el número económico FC2703, exigían entrar a la vivienda más grande la calle Vicente Guerrero, pero no llevaban orden de cateo.
“Nos sometieron con armas largas, nos pegaban de culatazos y de patadas, mientras nos encañonaban y gritaban: ‘¿De qué cártel son? ¿De qué célula vienen?’. Yo qué chingaos voy a saber de eso, si llevo 30 años residiendo en California, trabajo en invernaderos allá”, resume Abraham, mientras se toca con frecuencia los golpes en el rostro y en su prominente abdomen, donde los agresores dejaron huellas y hematomas aún muy visibles.
Fueron 180 minutos de calvario, cuando elementos de Fuerza Civil y de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) golpearon con armas largas y patearon en repetidas ocasiones a Paulo Zarate y David Rosado. A este último, luego de una revisión a las bolsas de su pantalón, los agentes estatales le robaron dos mil dólares, producto de su trabajo en la Unión Americana.
“Ellos no vinieron a ver sí andábamos en cosas ilegales, vinieron a robarnos, a saquear… se llevaron los celulares de los siete que fuimos detenidos; dólares, algunas joyas que teníamos, tres televisores, el estéreo donde teníamos la música para celebrar el año nuevo, mi ropa, dinero de mi maletín. Se llevaron hasta la cerveza que habíamos traído de Estados Unidos, y las abrían delante de nosotros, como provocándonos”, relata Abraham.
–Un boletín de la SSP asegura que ustedes lesionaron al comandante Salvador de la Cruz Gabriel –se cuestiona a los integrantes de la familia Rosado.
–Él solito se cortó, rompió el ventanal principal con su metralleta y un vidrio se le incrusto en la mano, le empezó a brotar mucha sangre, pero él solito se lastimó. ¡Mentira, una mentira total que nos hayamos agarrado a balazos con ellos en la carretera! –expone José Aniceto Rosado Zarate.
En la congregación Santa Rosa, pequeño pueblo de no más de dos mil habitantes, la gente está espantada. Apenas observan vehículos extraños, anotan las placas y piden identificaciones. La agente municipal asegura que la noche del 31 de diciembre el pueblo fue sitiado por policías estatales y de Fuerza Civil, y estima en 20 el número de patrullas que llegaron a sembrar el terror.
En cascada, los vecinos acuden a la casa de la familia Rosado Zarate, dicen que son pacíficos y que la mitad de la familia reside en Estados Unidos, por lo que sólo vienen en periodo vacacional. “Otros integrantes de esta familia van y vienen de Estados Unidos a México, pero son gente de bien”.
Abraham Rosado señala que tres días antes de la agresión fue parado por policías estatales en Ciudad Cardel: “Me vieron en mi camioneta Tundra que compré en el gabacho, creo que me les hice sospechoso, porque me revisaron, pero vieron que todos mis papeles estaban en regla y me dejaron ir. Jamás me imaginé que vinieran a mi propia casa a hacernos esto”.
La embajada de Estados Unidos en México intervino y fue factor primordial –expone la familia Rosado Zarate– para que los siete integrantes fueran liberados la madrugada de este jueves, y la Procuraduría General de la República (PGR) prometió abrir una investigación.
“Lo que nos preocupa es que se llevaron los pasaportes de mis hijos y mis sobrinos. Tienen nuestros celulares y toda nuestra información. Al revisar la casa, como no encontraron nada, nos obligaron a tirar disparos al suelo”, apunta Abraham.
Paulo Zarate aún no se repone del susto, enseña sus cicatrices en la frente, costillas y piernas, y dice que pensó que lo iban a matar, que sólo sentía los culatazos en el cuerpo, mientras los policías insistían que confesaran a qué cártel pertenecían.
A la camioneta Tundra, estacionada en una cochera sin pavimentar en la casa de Santa Rosa, los policías le rompieron los medallones y desmontaron los asientos. “Andaban buscando algo ilegal, pero qué podría haber, si todos nosotros vamos y venimos de Estados Unidos a México año con año”.
En un comunicado, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) afirmó que no se tolerará ninguna violación, arbitrariedad o abuso de la autoridad contra ninguna persona, por lo que ya se abrió una carpeta de investigación.
El titular de la SSP, Hugo Gutiérrez Maldonado, sostuvo que los ciudadanos estadunidenses fueron detenidos en este municipio porque los policías marcaron el alto a un vehículo Tundra marca Toyota con placas de circulación 81942D2, donde iban siete pasajeros del sexo masculino con actitud sospechosa, quienes ignoraron la indicación, pero metros adelante descendieron “lanzando disparos” (sic).
“En el lugar de los hechos los oficiales sometieron a los agresores, resultando lesionado el comandante Salvador de la Cruz Gabriel”, expuso la SSP, pero la familia Rosado Zárate sostiene que el comandante “se cortó la mano al romper el ventanal de la entrada principal” de su casa.
Y advierte que este viernes interpondrá una denuncia por golpes, amenazas, robo y extorsión contra los integrantes de la SSP que participaron en el ataque.
Esta tarde el gobernador Cuitláhuac García aseguró que ya fueron “suspendidos” los policías estatales que participaron en esos hechos, pero que la investigación sigue en pie para deslindar responsabilidades: “Hay diversas versiones encontradas”, dijo.
García aseguró que este escándalo no deja mal parado a Veracruz ante el gobierno de Estados Unidos, pues –dijo– se hará justicia. También dejó entrever que las únicas armas que habrían encontrado los policías eran para “cazar venados”.
Finalmente, el mandatario estatal aseguró que la Dirección de Asuntos Internos de la SSP ya inició una investigación al interior.
Por la mañana, el secretario de Gobierno Erick Cisneros –conocido al interior del gabinete como “vicegobernador”– dio una versión contraria al asegurar que los integrantes de la familia Rosado Zarate portaban armas de uso exclusivo del Ejército Mexicano.
Se viraliza
En una serie de videos que ya se hizo viral en redes sociales se aprecia cómo los uniformados llegan sin orden de cateo a la casa de descanso de los ciudadanos estadunidenses en Actopan, saltan la barda y realizan la detención de siete sujetos a quienes acusan de portación de armas de uso exclusivo del ejército.
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