El entonces dirigente del PAN fue llamado a Los Pinos el 20 de enero de 2017 a la media noche, a donde llegó junto con su asesor Santiago Creel. Estuvieron reunidos varias horas en el despacho presidencial y ahí, con el flamante canciller Luis Videgaray, quien era hasta ese momento su principal promotor, Ricardo Anaya acordó la candidatura de Josefina Vázquez Mota y una suerte de “pacto” para que él fuera después el candidato del PAN con el apoyo del régimen.
Hasta ahí las cosas iban bien en la relación Peña-Videgaray-Anaya, y el llamado “joven maravilla” seguía cercano al ánimo de Los Pinos. Pero Ricardo Anaya cometió un error que le valdría ser acusado de “traidor” y perder totalmente la confianza de Peña y del canciller Videgaray: a instancias de sus asesores más cercanos, Anaya aceptó un acercamiento con el ex presidente Salinas en busca de asesoría para lograr su ansiada candidatura a la Presidencia.
Cuando la noticia de ese acercamiento llegó a la casa presidencial se prendieron las alarmas y el hecho fue tomado con recelo por el presidente Peña que no entendía cómo el joven político al que habían apoyado en su ascenso al panismo, y que había aceptado apoyar todas sus reformas a cambio de esa “ayuda”, hoy les daba la espalda.
El “Pacto de Los Pinos” con el dirigente del PAN se comenzó a desdibujar cuando, el 27 de marzo de 2017, se publicó una investigación de la PGR que acusaba de “lavado de dinero” al padre y los hermanos de la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, a quien a partir de ahí la tiraron en picada y nunca volvió a levantarse en las encuestas por la gubernatura mexiquense, con lo que se caía una de las grandes apuestas de Anaya
Fue la primera señal de fractura entre el líder panista y Los Pinos. La estrepitosa derrota del PAN en el Estado de México y los reclamos internos de Vázquez Mota, que se decía “traicionada y abandonada” por Anaya, obligaron al dirigente blanquiazul a intentar un rescate desesperado de la gubernatura de Coahuila para lo cual presionó y mandó mensajes de chantaje al gobierno federal: si le reconocían el triunfo a Guillermo Anaya, él no impugnaría los excesos y violaciones cometidas en la elección mexiquense, caso contrario, denunciaría una “elección de Estado” el 4 de junio de 2017. La respuesta a Anaya, directo de Peña Nieto, fue que no negociarían un triunfo que el PRI podía sostener con sus actas. Y comenzó la guerra judicial por Coahuila que terminaría ganando, con ayuda del Tribunal Electoral federal, el priísmo.
En agosto del 2017, Anaya vio venir el primer golpe en su contra con la investigación de EL UNIVERSAL sobre el crecimiento de su patrimonio y el de su familia política en los últimos 14 años de su actividad en la política. Enterado por el propio reportero de lo que se publicaría al día siguiente para ofrecerle dar su versión sobre el contenido del reportaje, el dirigente panista retomó, hábilmente, la bandera de la Fiscalía General de la República y su rechazo al llamado “Fiscal carnal”, que en la persona del ex procurador Raúl Cervantes, el PRI insistiría por esas fechas en volver a proponer mediante el “pase automático”. Ya entonces, el dirigente comenzó a culpar al gobierno de “filtraciones de expedientes oficiales” en su contra y le declaró la guerra abierta a Peña Nieto y a su partido, declaración que fue respondida con una consigna, impedir a toda costa la creación del Frente Opositor, y con una frase que atribuyen directamente al presidente: “Cualquiera menos ese traidor y mentiroso para la presidencia”.
Asesorado y apoyado por sus nuevos aliados políticos, Anaya pudo armar el Frente por México con el PRD y MC, y tras el rompimiento de Margarita Zavala y su negociación con Rafael Moreno Valle se despejó a sí mismo el camino para la candidatura del PAN; luego con ayuda de Los Chuchos y de Alejandra Barrales arrolló a Miguel Ángel Mancera que tuvo que conformarse con la candidatura al Senado. Ya como candidato de la coalición Por México al Frente el joven creció, tanto como también creció la animadversión que le tienen en Los Pinos. Y vino entonces la guerra total y el uso descarado de la PGR, del Cisen y de Gobernación, como los artífices y brazos políticos de una cacería en su contra hoy en marcha y aún de pronóstico reservado.
Anaya traicionó la confianza y el apoyo de Peña y de Videgaray y se acercó a otros poderosos intereses que le ofrecieron llevarlo a la batalla final con Andrés Manuel López Obrador ¿Llegará a esa batalla o lo tirarán antes de la candidatura?
fuente.-Salvador Garcia/
(Foto/Web)
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