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domingo, 22 de noviembre de 2015

EL "EJERCITO REHABILITA a RUBIDO"...antes "lavaron" con el la "vergüenza" de la "Fuga del Chapo"


Quien lo invitó y, en su caso, quien autorizó quizás no imaginó que su resurgimiento en público, cobijado por las Fuerzas Armadas y el jefe del Gabinete de Seguridad, en representación del Comandante Supremo, equivale a proclamar que él no es responsable de la fuga del ‘Chapo’ o que, en todo caso, todos son corresponsables
¿Surrealismo puro o puro cuento de André Bretón?
O es que hay quienes no se cansan de causar daño al Presidente Peña Nieto o nuestras Fuerzas Armadas y la comunidad de inteligencia dan razón, espero que de manera involuntaria, a quienes afirman que André Bretón no es el padre del surrealismo y que, en realidad, ese movimiento intelectual nació en nuestras tierras.
Allá por 1938 llegó Bretón a México. Cuenta la leyenda urbana que al arribar al aeropuerto no estaban los comisionados a darle la bienvenida. Calcularon que el vuelo se atrasaría por el congestionamiento en el espacio aéreo mexicano o quedaron atrapados en un embotellamiento en el Viaducto o de cantina, así que dos horas después de esperar, el ilustre visitante, solo y su alma, rescató como pudo lo que encontró de su equipaje; nada extraordinario; el resto de las maletas viajó a algún lugar de Sudamérica. Buscó un taxi; el chofer tuvo la gentileza de, sin pedir autorización, darle un paseo por media ciudad, como acostumbran con los forasteros, y cuando al final del trayecto no pudo pagar la “tourné” turística porque, cual buen comunista, andaba escaso de numerario, terminó con merecida golpiza, por gentileza del conductor, en la Octava Delegación; ahí, el diligente agente del Ministerio Público bostezó, apartó la vista del periódico, lo miró con curiosidad, bajó los zapatos del escritorio y le pidió una “corta” para dejarlo ir al hotel, pero como sólo traía francos, y el impartidor de justicia creyó que lo quería engañar con panchólares, lo mandó a dormir en chirona, en donde un ebrio cansado, que no lo estaba tanto, intentó violarlo por mera confusión de su acento francés.
Ese infierno concluyó sólo para dar paso a otro, cuando los compungidos, y ya sin esperanza, comunistas mexicanos dieron con él; durante horas lo habían buscado, desesperados, en las cruces Verde y Roja, y en donde paran los cadáveres que produce la capital de la República por accidente, asesinato o suicidio: El Semefo.
La leyenda urbana cuenta, también, que unos meses después, ya a salvo en la escalerilla del avión que lo regresaría a Francia, vomitó en nuestros intelectuales, en especial Efraín Huerta y Octavio Paz, que les hizo el fuchi, pues la inteligencia azteca no le perdonó su cercanía a Leon Trotsky. Antes de ingresar a la cabina de la nave exclamó que pura madre, que él no era el padre del surrealismo, que a huevo lo inventó un mexicano. El apenas era aprendiz de brujo. Jamás regresó a México.
Como toda leyenda urbana que se precie de ser, tiene algo de verdad, y mucho de mentira. Lo único cierto es que Bretón no encajó con la intelectualidad mexicana, como narra Fabienne Bradu en su libro André Bretón en México (FCE, 1995, Editorial Vuelta). Después de viajar por Puebla, Michoacán, Guadalajara, Monterrey y la alucinante Ciudad de México, sólo exclamó que México es el país surrealista por excelencia, y a partir de ahí la leyenda urbana.
Pero si don André viviera, y hubiese regresado este noviembre a México, habría confirmado la leyenda y otorgado, sin cortapisas, la paternidad del surrealismo a nuestro país.
Veamos.

¿DE QUÉ MANERA TE OLVIDO?

Con esa puntería tan afinada que solemos tener, cuatro días apenas después de los atentados islámicos a París, los mandos castrenses mexicanos se reunieron a celebrar, rumbosamente, el que quizás será el último festejo programado para conmemorar el Centenario del Arma de Aeronáutica, surgida el 5 de febrero de 1915 en el Cuartel General de Los Faros, Veracruz, y que “es embrión de la actual Fuerza Aérea Mexicana, institución garante de la soberanía del espacio aéreo nacional y Fuerza Armada con capacidad de respuesta inmediata en apoyo al pueblo mexicano y a naciones hermanas”, según reza el sitio oficial en la red de la Secretaría de la Defensa Nacional.
En el huateque del pasado 17estuvieron el general Salvador Cienfuegos, el almirante Vidal Soberón, el comandante de la Fuerza Aérea, el General Carlos Antonio Rodríguez Munguía y, en representación del Comandante Supremo, de gira en Turquía, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong.
Nada normal cuando se trata de fiesta, la Orquesta Sinfónica, el Coro y el estupendo mariachi de la Secretaría de la Defensa Nacional, y Vicente Fernández, pero también Monte Alejandro Rubido, defenestrado, el 28 de agosto, como Comisionado de Seguridad Nacional para cargarle, supongo, a alguien de alto nivel la espectacular y, según calificativos de la procuradora Arely Gómez, “asombrosa” fuga de Joaquín Guzmán, a quien el mundo conoce como “El Chapo”. Un mes antes, el 18 de julio dijo no que no renunciaría porque no había razón.
Cuentan las crónicas que quitado de la pena, como si el gobierno no se hubiese lavado en él la vergüenza de la escapatoria del capo criminal (por cierto, estamos a la espera de saber lo  “verdaderamente asombroso” en el segundo episodio de la escapatoria, es decir, en el viaje del punto final del túnel del penal del Altipano a Sinaloa, con escala en Querétaro, que prometió platicar la procuradora), el ex comisionado hacía segunda a Chente en algunas de las canciones, como narra el reportero, del periódico Reforma, Benito Jiménez. “¿De qué manera te olvido?”, repetía nostálgico, quizás recordando al “Chapo”.
Así, la conmemoración del Centenario de la Fuerza Aérea se convirtió en un acto reivindicatorio a Monte Rubido por parte del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, la comunidad de inteligencia nacional y el gobierno federal, porque Osorio Chong representó al Presidente y, a la vez, es jefe directo del Cisen, esa especie de nuestra CIA que encabeza Eugenio Imaz y que fue la encargada, según hoy sabemos, de la vigilancia minuto a minuto, día tras día, del “Chapo”.
En política todo tiene lectura y se equivocará quien diga que los militares no hacen política. Si Monte estuvo en el festejo no fue solamente porque en las Fuerzas Armadas le tienen cariño, sino porque alguien consideró necesario que soldados, marinos, pilotos y los miembros del Gabinete de Seguridad entiendan que no está apestado, que no fue a él a quien se le escapó Guzmán Loera.

¿QUIÉN INVITÓ?

Este tipo de invitaciones no son espontáneas; el que invita, seguramente el Secretario de la Defensa Nacional en este caso, pasa la lista de los invitados a la superioridad y ahí palomean a los bienaventurados, y tachan a quien huele mal.
Ahora bien, hay dependencias, como la Sedena, con fuerza propia que quizás no requieran cumplir estas reglas no escritas de observancia obligatoria, pero en este gobierno, la forma sí es fondo, como decía Jesús Reyes Heroles, y su alcance es mucho mayor que el de otros sexenios, inclusive priístas.
Es probable, también, que como el festejo fue organizado para el día siguiente al feriado del 16, alguien no hizo su trabajo y Osorio Chong se topó con la sorpresa de que entre los invitados, y ocupando un lugar de honor, se encontraba su antiguo colaborador, al que consideró conveniente cambiar por Renato Sales Heredia para desinflar un poco el balón amenazante con estallar.
Monte Rubido es hombre de formas; las aprendió en los sótanos del sistema político mexicano, en donde trabajó toda su vida, hasta que la presión mediática y política, consecuencia de la escapatoria del capo, le resultó insoportable y renunció, o lo renunciaron, para que los tiradores no apuntaran más alto.
Para decirlo al contrario de Aurelio Nuño, cuando despachaba como jefe de la Oficina de la Presidencia y el gobierno empezaba a ser asediado con los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, con él sí cedieron a la plaza pública que pedía sangre y espectáculo; con él se buscó saciar, infructuosamente, el gusto de los articulistas.
Es indudable que de conocer la inexistencia de autorización para que se presentara no habría asistido a hacer dúo, discretamente, con el charro de Huentitán, por lo que imagino, pues lo conozco de cuando empezaba en esto de la Inteligencia y se marchó para trabajar en lo mismo al Estado de México, con Emilio Chuayffet, que la invitación que le cursaron fue autorizada.
Quien lo invitó y, en su caso, quien autorizó quizás no imaginó que su resurgimiento en público, cobijado por las Fuerzas Armadas y el jefe del Gabinete de Seguridad en representación del Comandante Supremo, equivale a proclamar que él no es responsable de la escapatoria del “Chapo” o que, en todo caso, todos son corresponsables.
Eso es lo que habría leído el propio Monte si en su antigua oficina del Cisen le hubiesen ordenado analizar su presencia en un festejo de esa importancia cuando no se cumplen tres meses de su defenestración.
En condiciones normales, el ex comisionado de Seguridad Nacional sería un apestado político y policiaco cuya presencia contaminaría a cualquiera. Es decir, nadie lo querría cerca, y he aquí que, de pronto, lo más conspicuo de las Fuerzas Armadas y de la seguridad lo cobija.
Debemos concluir, entonces, que de nada es culpable. ¿Por qué, entonces, se le envió a casita y no se le cobijó como, por ejemplo, a Jesús Murillo Karam, que todavía gozó de un poco de asueto en Sedatu?
Quizás el único con respuesta para este embrollo sea André Bretón, pero si la leyenda urbana del padre del surrealismo fuera verdadera, ni él podría contestar a los amigos norteamericanos que suelen confiar sólo en la Marina mexicana.
Fuente.-

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