No creo
poder entrar ahí alguna vez y describirla para ti, como sí lograron hacer
algunos periodistas internacionales por turnos de 120 segundos.
Según la
autoridad del penal, ése es tiempo suficiente para inspeccionar la celda donde
se encontraba encarcelado el supuesto jefe del Cártel de Sinaloa. Y para
entrar, sin pantalones color café o negro, sólo pluma transparente y una hoja
de papel, excepciones aparte para una cámara de video o fotográfica.
En julio
pasado, después de que el gobierno mexicano anunció la fuga de Guzmán, sólo
pude entrar a uno de dos pequeños edificios de ladrillo cercanos al penal.
Como pocos periodistas locales, sí logré entrar y recorrer unos metros del
túnel por el que supuestamente se fugó. Sí, el túnel existe, y dentro de
él hay dos vías y una moto de un motor pequeñísimo acondicionada para
correrlas.
A partir de ahí, puedo contarte muy pocas cosas que no sabes. Las
paredes en el túnel tienen un rastro de excavación muy particular, un patrón
hecho por máquinas, no artesanalmente por obreros. Puedo decirte que los
camiones de producción de todas las televisoras se atascaron al intentar
llegar a la boca del túnel de donde se supone que anteriormente transitaron
camiones cargados con toneladas de tierra extraída al cavar un camino de
kilómetro y medio hasta el penal, con ochenta centímetros de ancho, y más o
menos 1.70 m. de altura.
Como
éstas, hay muchas cosas que nunca tendrán explicación en la versión
conocida del Chapo escapando a través del túnel. No importa qué tantas otras
cosas quiera describir aquí, la verdad no conozco la explicación definitiva,
como ningún otro periodista lo hace. Esta vez, como siempre, sólo puedes
conocer una fracción de la historia.
Y a ningún periodista independiente se
le permitió recorrer el túnel. No son celos profesionales, te juro que no son
celos. Es que ningún periodista en el que los demás confíen logró entrar a
ese lugar. Yo pude ver un pedazo, y otros vieron otros pedazos. A nadie, nunca,
le dejan saber la historia completa.
Ese túnel
es el principio de la alegoría de cómo te ven los equipos de medios y prensa
del gobierno mexicano. Eres un escribano para ellos, que debe reproducir la
versión que ellos te explican. Esa debe ser la verdad. El resto puede
ignorarse. No tienes derecho a más. Así que, para que puedas inventar a
gusto, sólo te presentan una fracción de toda la historia. Como los ochenta
volúmenes públicos (de más de cien) de páginas del caso de los
desaparecidos de Ayotzinapa que puso a la disposición de los periodistas la
PGR.
Los nombres, las ubicaciones, las declaraciones (muchos de estos
contenidos están tachados en negro con un plumón indeleble) y si se fue
algún detalle en esta versión física, es destruido digitalmente antes de que
sea una "versión pública". Luego cientos de páginas duplicadas
para llenar espacios de páginas que no sé si existan. Es tan ridículo e
increíble que me siento muy pendejo de preguntar si las páginas en serio
están duplicadas.
La verdad
es que me gustaría creer en la versión del túnel. Es como de prisión de
Papillon —el francés encarcelado en la Guyana Francesa a principios del siglo
20—, y quien supuestamente escapó varias veces de los peores lugares. Vaya, es
tan buena idea que hasta es ingenua como una novela de un viejito que dice que
escapó de todos esos lugares en Sudamérica.
Sabes que hay casos tan
inverosímiles que no pueden explicarse con el periodismo y los hechos, con los
pequeños detalles diarios que al final constituyen un registro de lo
contemporáneo. Explicar lo que nos pasa todos los días casi podría ser
trabajo de la ficción. Y ni siquiera tenemos que inventar nada, de eso parece
que ya se encargan antes otros.
Fuente.-
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