¿Se acuerdan de “Juanito Pistolas”?
No, no es el personaje de un cuento, pero sí uno de los personajes principales de la cruda realidad que hoy vive nuestro país, la imparable violencia a causa del crimen organizado.
Juanito Pistolas era un adolescente de 16 años, reclutado por un cártel.
De niño sicario a víctima decapitada, pues fue abatido en un fuego cruzado por la policía estatal de Nuevo Laredo en 2019.
Juanito seguramente soñaba con ser alguien, pero sin escuela, con violencia en casa y con “protectores” o padrinos del crimen organizado pronto cambió el lápiz por la pistola, el salón de clases por el asfalto de la calle.
Como todo adolescente, los Juanito Pistolas sueñan con los tenis de moda y la moto último modelo, pero sin escuela y sumergidos en un escenario de pobreza, el entrar a las filas del ejército de los cárteles, la mayoría de las veces es su única opción.
Ganan más en un mes trabajando para el narcotráfico, se presume que las mensualidades rondan en los 30 mil pesos, que recién graduados.
Se estima que, los Juanito Pistolas, serán siete veces más al finalizar 2024 que los que eran en 2019 cuando murió el “Comandante Chikitín”, como también lo apodaron en redes sociales cuando le hicieron una canción de despedida.
Y es que si en 2019 al menos 35 mil menores de edad formaban parte de grupos de delincuencia organizada en México.
Para finales de 2024 se estima que 250,000 niños y niñas estén en riesgo de ser reclutados por el crimen organizado, según varias organizaciones civiles.
Por eso que pida más dinero un Félix Salgado Macedonio para erradicar la violencia que se vive en Guerrero; que Evelyn Salgado, su hija y gobernadora “a modo” exija justicia y un alto a la violencia en un tweet, después del asesinato del alcalde de Chilpancingo o que un Rubén Rocha Moya diga que se ha avanzado en la seguridad de Sinaloa al detener a 39 civiles armados y al haber decomisado 200 armas, mientras la ciudadanía vive un toque de queda autoproclamado y que mientras pasa esto, un Omar García Harfuch, el Secretario de Seguridad del nuevo gobierno de la 4T, llegue como redentor a caminar por las calles de Sinaloa, me parece un maquillaje cuatroteísta que raya en el cinismo.
Y es que, al parecer, el “nuevo gobierno” de la presidenta, o presidente según la RAE (por aquello de la controversia), Claudia Sheinbaum no ha entendido o no quiere entender, que el grave problema de inseguridad que vive nuestro país no se ataca con programas militaristas y trazando cuatro puntos fundamentales para combatir la brutal violencia que nos acecha.
Tampoco se soluciona mandando al Secretario de Seguridad como héroe del momento.
El problema de inseguridad se enfrenta con el arma más poderosa, la educación.
Y nadie la está atendiendo.
Al contrario, por historial, se sabe que el presupuesto educativo se acaba utilizando en otros rubros o sufre recortes por la afamada “austeridad republicana”.
Mientras que el gasto militar se duplica no sólo para proteger al ciudadano, sino para seguir con las obras insignia del ex presidente López Obrador.
Es hora de regresar la tranquilidad a las calles y de darles lápices en lugar de armas a los Juanito Pistolas.
Porque si no, seguirán decapitando igual a un alcalde de Chilpancingo como a un adolescente sicario.
Por donde lo vean, es el infierno en la tierra.
Es cuestión de educar, no de militarizar.
Dicen que las mujeres son el pilar de la sociedad.
Somos el cimiento de la familia, las que educamos, las protectoras.
Por eso, cuando veo a la presidenta (o presidente como dice la RAE, por aquello de la controversia), Claudia Sheinbaum poner todos los huevos de la seguridad de México en la canasta de la militarización, me parece un tanto ilógico.
Porque si la mujer tiene intuición -que vaya que la tenemos-, debería saber que la violencia que se desata en nuestro país es más por la falta de educación que por la falta de militares (que dicho sea de paso, las Fuerzas Armadas utilizan más su tiempo en dirigir las obras insignia del ex presidente López Obrador que proteger las calles de México.)
El 18 por ciento de niñas, niños y adolescentes en México no asisten a la escuela.
Deambulan en las calles violentas o se quedan en una casa, en la que la mayoría de las veces se vive una violencia intrafamiliar.
Según datos del Inter-American Development Bank, la violencia en casa y la conducta delictiva van de la mano, y unas tantas veces, la conducta delictiva cae en las garras del narcotráfico.
Los niños y adolescentes dejan la escuela por buscar una vida mejor, algo que llene ese vacío de violencia desatada desde casa y que los saquen de una pobreza, no sólo económica, sino emocional.
Ese algo mejor termina siendo el ser reclutado por los cárteles mexicanos, ya sea por decisión propia o por miedo a alguna represalia si no se acepta pertenecer al grupo.
Y si a esto le añadimos la narcocultura en la que los jóvenes idolatran al sicario por ver series de televisión, como las creadas por Epigmenio Ibarra (¿irónico no?, que alguien del gobierno de la 4T promueva este tipo de narrativa), o las canciones como narcocorridos o corridos tumbaos como los de Peso Pluma, en donde se habla de la vida de los narcotraficantes y cómo desde niño se comienza en la “movida”.
Ni se diga, con razón se habla de que de 35 mil menores de edad que formaban parte de grupos de delincuencia organizada en México, en 2019, se llegará a la suma de 250,000 niños y niñas en riesgo de ser reclutados por el crimen organizado en 2024.
Digo, que se presuma que una de las detenciones más recientes de un miembro del crimen organizado, en Sinaloa, haya sido gracias a las pistas de una de las canciones de Peso Pluma, quiere decir que como gobierno y como sociedad, le estamos fallando a los Juanito Pistolas.
Y es que la balanza no está equilibrada.
El gasto militar en México es más importante que el gasto educativo.
Y aquí caben las estrategias, también.
Hoy vale más una Reforma Judicial, militarizar al país y andar en camioneta de lujo blindada (lo digo por aquello de las 50 camionetas de lujo que oscilan los cuatro millones cada una, que usará el gobierno para protejerse) que estrategizar un plan educativo viable para los tiempos violentos que ahora vivimos.
En 2023, México fue el segundo país con el mayor gasto militar en América Latina y el Caribe, según Statista Research Department.
Ese mismo año hubo un subejercicio en el gasto educativo, gracias a la opacidad amloísta nunca se supo detalladamente a dónde se fue el dinero, por ejemplo, de las cancelaciones de Escuelas de Tiempo Completo.
Austeridad educativa Vs. despilfarro militarista.
Porque, irónicamente, mientras se recortaba el gasto en educación, el gasto militar aumentó en un 150 por ciento y todo por las obras como el Tren Maya y Dos Bocas.
Vaya prioridades.
Y más cuando la Ley General de Educación requiere que el ocho por ciento del Producto Interno Bruto sea invertido como gasto público en la educación.
Actualmente, apenas y llegamos al 3.2 por ciento.
Con Sheinbuam no será diferente.
Aunque diga que se regresa a las Escuelas de Tiempo Completo o que aumentará el salario de los maestros, esa no es la solución a la deserción escolar, a los niños en las calles reclutados por el narcotráfico.
Se necesita arrastrar lápiz, definir estrategia educativa que saque a los Juanito Pistolas del mundo perverso en el que fueron adoptados o que ni siquiera exista la opción de estar en las filas de los cárteles, porque es mejor el aula y el libro.
Se vale soñar.
Al menos que Sheinbaum tenga las mismas prioridades que López Obrador.
No se necesita más dinero, como dice un Félix Salgado Macedonio, para ayudar a que Guerrero esté más seguro.
Digo, el hombre de por sí es cuestionable con respecto a como el Clan Salgado, o sea él y su hija Evelyn Salgado, han llevado el tema de seguridad en Guerrero.
Se necesita más que el Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, y su visita sorpresa a Sinaloa para sentarse en la mesa de seguridad.
Eso no es atacar el problema de raíz.
Digo, apenas y entró Sheinbaum, y en la primera semana ya van 566 homicidios.
Más o menos, ochenta víctimas diarias.
AMLO cerró su sexenio con casi 200 mil homicidios dolosos.
Atacar el problema de raíz sería empezar por una estrategia robusta y viable en educación.
Con gente líder, preparada.
Me pregunto.
¿Mario Delgado, el controversial (controversial, por aquello del presunto enredo del huachicol), secretario de Educación, estará a la altura?
Está comprobado que la deserción escolar es de las principales causas por la que niños, niñas y jóvenes son atraídos por el crimen organizado.
Son los “halcones”, los traficantes, los que disparan a quemarropa, los Juanito Pistolas.
Hoy no existe una estrategia educativa más allá de las becas cuatroteístas, el regreso a los horarios extendidos y los programas fraudulentos como Jóvenes Construyendo Futuro.
Fraudulentos, porque se han señalado irregularidades por hasta 170 millones de pesos, pues se dice que se les paga a beneficiarios difuntos, funcionarios inscritos en el padrón y jóvenes con becas escolares paralelas, según El Economista.
Más de 6 millones de niñas, niños y adolescentes en nuestro país no están inscritos en alguna escuela y alrededor de 600 mil están en riesgo de abandonarla.
Lo alarmante y lo irónico, a la vez, es que la deserción escolar es también por el tema de violencia hacia el camino a la escuela.
En Guerrero, la violencia ahuyentó a aproximadamente 200 mil alumnos de las aulas.
Según el SEJUVE, Guerrero se lleva el primer lugar a nivel nacional en deserción escolar.
¿Vale más militarizar que escolarizar?
Al parecer sí, porque la presidenta o presidente como quieran decirle a Claudia Sheinbaum, invertirá más en militarizar al país que en educarlo.
Y seguramente tendremos niños, niñas y adolescentes sin construir un futuro y construyendo mejor una violencia en las calles gracias a la estrategia fallida de “abrazos y no balazos”, en donde la violencia se recrudece como en el reciente homicidio doloso del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos.
Lo que urge es una estrategia para rescatar a los Juanito Pistolas de las garras del narcotráfico y que regresen a tomar un lápiz, y no una pistola.
Si es mucho pedir, que el gobierno empiece por donar una de sus camionetas blindadas a una escuela que necesita ese dinero.
¡Heridas profundas que México debe sanar!
Fuente.-Marcela Garza/CODIGO MAGENTA/