Estados Unidos tendrá un nuevo presidente a partir del próximo 20 de enero, pero el impacto de la llegada de Donald Trump ya se empieza a hacer visible en ambos lados de la frontera.
Desde las presiones permanentes sobre el Gobierno mexicano hasta la promesa de designar a los carteles como grupos terroristas y acabar con el tráfico de fentanilo, el regreso del republicano a la Casa Blanca anticipa un nuevo capítulo en la guerra contra las drogas, marcado por los discursos de mano dura, la obsesión de vincular la migración con el auge del crimen organizado y la continuidad de la cruzada de Washington contra los grandes capos.
“Lo que él quiere proyectar no son cifras o datos, sino el show: el espectáculo de los golpes mediáticos contra los criminales, los operativos, las declaraciones contra las autoridades mexicanas”, afirma el internacionalista Mauricio Meschoulam. “Está proyectando que hará todo cuanto esté en su poder y que se va a morir en la raya para conseguir lo que quiere, y es una amenaza que México tiene que tomar muy en serio”, agrega el académico de la Universidad Iberoamericana.
“Todos los miembros de pandillas extranjeras serán expulsados y designaré inmediatamente a los carteles como organizaciones terroristas extranjeras”, aseguró Trump ante sus seguidores a finales de diciembre, al anunciar “la mayor operación de deportaciones en la historia de Estados Unidos”.
Al margen de las declaraciones xenófobas y los mensajes de línea dura, las declaraciones del magnate estadounidense volvieron a disparar el nerviosismo en México, bajo el temor de que Washington justifique una intervención militar en territorio mexicano con la excusa del combate al terrorismo o utilice la crisis de violencia en el país para aumentar la presión en otras áreas clave de la relación bilateral, como el comercio o la migración.
“Trump tiene dos prioridades cuando se trata de México: los migrantes y las drogas, en específico, el fentanilo”, comenta Ieva Jusionyte, profesora de la Universidad de Brown. “La gente que apoya sus políticas habla de lanzar una guerra contra los carteles, de enviar tropas, pero me parece que es pura retórica”, añade. “No creo que haya cambios sustanciales en las políticas, pero sí en el enfoque, Trump y los republicanos van a ser más agresivos en comparación con la Administración de Joe Biden”.
A pesar de que el alcance de las amenazas del presidente electo sigue siendo objeto de debate, los especialistas anticipan que los golpes de efecto van a ser recurrentes.
La guerra contra el narcotráfico ha dejado una estela interminable de capos detenidos y abatidos, desde Joaquín El Chapo Guzmán hasta Osiel Cárdenas, incluso a pesar de que la efectividad de la estrategia contra los cabecillas de los carteles ha sido puesta en entredicho ante las enormes fuerzas de oferta y demanda que dominan los mercados ilegales. Pese a los anuncios y los operativos, la violencia sigue presente en México y las drogas, en las calles de Estados Unidos.
En la opinión de Meschoulam, Trump tiene la prerrogativa de diferenciarse lo más que pueda de Biden y demostrar ante el mundo que es alguien que cumple sus promesas. “Se mueven muy bien a través de las amenazas y de generar miedo, es un presidente que se mueve muy bien en el conflicto porque le funciona”, señala. “Acabar con el narcotráfico o la migración no es factible, pero eso no es lo que le importa, le importa que la gente perciba que está combatiéndolos con todo lo que tiene y que puede obligar a otros actores a que hagan lo que él quiere”.
El Gobierno de Claudia Sheinbaum ha mandado señales de que está al tanto de las exigencias de Trump. Anunció hace unas semanas el mayor decomiso de fentanilo en la historia de México y desplazó a Sinaloa a su zar de Seguridad, Omar García Harfuch, para enviar un mensaje de diligencia y de que el país puede ser un aliado confiable. “Sheinbaum se está curando en salud, adelantándose a algunos reclamos”, asegura David Saucedo, experto en seguridad. “Va a mostrar a Trump que sí toma en serio el tema del crimen organizado y la producción de fentanilo, eso significa incursiones y detenciones de personas vinculadas con el crimen, todo de la forma más espectacular y mediática para enseñar los resultados, a costa de un lento trabajo de investigación y abordar las causas fundamentales del crimen”, apunta Jusionyte.
Las amenazas cruzadas del republicano han puesto en riesgo todos los circuitos críticos de la relación diplomática, como el amago de imponer una guerra arancelaria si las autoridades mexicanas no endurecen su política migratoria y ponen freno al fentanilo, una “carambola de varias bandas” para someter a sus vecinos.
El próximo presidente también ha mandado mensajes con el nombramiento de un equipo de halcones en posiciones clave y del exmilitar Ron Johnson, un ex boina verde, como su embajador. “Su perfil coincide con lo que Trump desea, un hombre de línea dura que viene a ser el ejecutor y el mensajero de sus chantajes, quejas y peticiones”, agrega Saucedo.
El especialista ve la posibilidad de nuevos golpes contra políticos y exfuncionarios.
A final de cuentas, fue durante la primera presidencia de Trump cuando se dieron las detenciones del exfiscal de Nayarit Édgar El Diablo Veytia; el general Salvador Cienfuegos, exsecretario de Defensa, y Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad. “Trump es consciente de que en México hay años de protección política hacia el crimen organizado y seguramente va a tratar de repetir la dosis”, asevera Saucedo.
Las autoridades no son las únicas que ajustan sus estrategias. Los especialistas concuerdan en que una hipótesis factible es que los grupos criminales más visibles bajen el perfil para garantizar su supervivencia, aunque se anticipa un equilibrio frágil. La caída de Ismael El Mayo Zambada ha desencadenado una guerra intestina en el Cartel de Sinaloa, que puede reconfigurar la geopolítica criminal en México y que ha obligado a poner la mira en los próximos movimientos de otros protagonistas, como el Cartel Jalisco Nueva Generación o grupos más pequeños que pueden disputar las plazas al Mayo o Los Chapitos.
La respuesta del narco no sólo será a la defensiva, de acuerdo con los analistas. El endurecimiento de la política migratoria y el control de fronteras abre nuevas posibilidades para el amplio abanico de negocios ilícitos del crimen organizado. “Las deportaciones masivas van a afectar en la dinámica criminal”, asegura Jusionyte. Con menos vías de acceso legal, los traficantes de personas pueden hacerse de nuevas rutas, elevar los precios por sus servicios y aprovechar para explotar a más personas en tránsito en condición de vulnerabilidad.
El factor Trump también ha dejado su huella en los tribunales. Joaquín y Ovidio Guzmán, hijos del Chapo, están desde hace meses en negociaciones para firmar un acuerdo de culpabilidad y evitar una pena mayor si van a juicio.
El cambio de Gobierno en Estados Unidos puede afectar esa posibilidad, con la llegada previsible de nuevos funcionarios en los próximos días, aunque un viraje en la estrategia implicaría un cambio mayúsculo.
“En 20 días no sabremos quién hace qué cosa”, señaló este martes la jueza Sharon Johnson Coleman, en la última audiencia del proceso judicial contra los hermanos Guzmán, en Chicago. La nueva temporada del show tiene en vilo a millones de espectadores en México y Estados Unidos.
Con informacion: ELIAS CAMHAJI/DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS
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