En los años 20 del siglo XXI, el ejército ruso o rojo entrenó a perros para que combatieran en los conflictos bélicos que llegaran a presentarse. Reclutaron caninos de caza y los adiestraron con el condicionamiento pavloviano.
El condicionamiento clásico de estímulo- respuesta de Iván Pávlov, sostiene que de manera natural los perros tienen respuesta a ciertos estímulos. Por ejemplo, cuando el canino ve carne y saliva.
Más adelante las autoridades militares rusas publicaron el primer manual de perros del ejército rojo. Los perros fueron jerarquizados por funciones: caninos que llevaban trineos, los rastreadores de personas, de rescate, los que iban al frente de un combate para llevar bombas y los que transportaban material sanitario.
Según una publicación de Muy Interesante, los entrenamientos para los perros que iban al frente de un combate eran bastante complejos y pesados, ya que el primer objetivo a vencer era que estos vencieran el miedo de ver un tanque avanzar, mientras sonaban armas militares a su alrededor.
Aquí es donde entró la utilidad del estímulo de Pávlov: en los entrenamientos colocaron comida de perro debajo de los tanques. Con ello, los caninos acudían por el alimento y se aclimataron a los ruidos propios de la guerra.
A continuación, los militares rusos consiguieron que los perros llegaran a los tanques, tirarán de la palanca de su mochila y dejarán una carga explosiva. El éxito se conseguía cuando los animales regresaban vivos de la misión.
El experimento salió del laboratorio por primera vez en 1940. Los rusos llevaron a 20 de sus mejores perros al frente de batalla. Al combatir contra los nazis, los caninos se asustaron y regresaron a las trincheras rojas, lo que significó un rotundo fracaso, ya que sólo cuatro cumplieron parcialmente la misión.
En la historia rusa se escribieron algunas victorias sobre los perros-bomba, pero en 1942 se abandonó la estrategia.
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