El documento de la Iniciativa de Ley que transforma al Ejército, que el nuevo gobierno enviará al Congreso, para su automática aprobación con la mayoría que tiene, ha estado bajo llave, no solamente porque impacta directamente en la designación del próximo titular de la Sedena, sino porque puede provocar el mayor descontento a imaginar.
Ahí se define que habrá una “fusión de las fuerzas armadas de tierra, mar y aire en una única Secretaría de la Defensa Nacional al mando de un secretario civil”.
Lo que suena totalmente lógico… desde el punto de vista civil. México es uno de los pocos países en el mundo donde no hay un mando civil sobre los militares.
Este cambio, que se antoja feroz, no impacta tan directamente sobre todos los militares como la pretensión de derogar grados militares. Esto sí que puede provocar una verdadera “revolución” al interior del Ejército.
Se intentaría, según el documento al que tuvimos acceso, “… revisando los grados jerárquicos estrictamente necesarios de acuerdo con las funciones orgánicas podría arrojarnos la posibilidad de eliminar algunos grados militares del Ejército Mexicano como: Sargento Segundo, Capitán Segundo, Teniente Coronel, General de Brigada y General de División, con sus equivalencias en Fuerza Aérea y Marina”.
Esto equivaldría a una apuesta por el mayor enojo, rechazo incluso, de militares de todos los escalafones. Simplemente significaría, en sus historias de vida que van más allá de un tema profesional, un cambio en un inicio inaceptable, que movería de raíz su espíritu de cuerpo, su filosofía castrense.
¿Por qué? Porque el ascenso más importante, su meta existencial, que es llegar a general se vería profundamente afectado. Al reducirse el número de generales dramáticamente con esta reforma legal, solamente habría unos cuantos, muy pocos que podrían llegar. De igual manera el mando intermedio, el más importante, incluso con el que suelen retirarse muchos, desaparecería. Que no hubiese “tenientes coroneles” afectaría a miles y miles de militares.
Se trata de un cambio que, además, incide negativamente en sus ingresos, limita la permeabilidad social militar, afecta directamente hasta en las viviendas que les corresponden, en el trato que reciben de sus superiores.
Este sexenio hubo un problema grande, pese a su hermetismo, al modificarse el grado con que se retiran los militares. Tradicionalmente era el superior inmediato. Esto para todos los efectos. La reforma que afectó esta realidad sigue siendo un negativo inmenso para el titular de la Sedena, general Salvador Cienfuegos.
Junto con estas reformas, que no veo cómo puedan ser aceptadas por los militares, también se incluye terminar con el fuero militar.
La pregunta es si el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ya aprobó esta iniciativa de ley que, presuntamente, se presentará ante el Congreso en estos términos. Y de ser así, si alguien le explicó, a fondo, qué consecuencias inmediatas podrán traer estos cambios. Yo insisto, estoy convencida, el más fuerte y de impacto brutal al interior de las fuerzas armadas, el que contempla la eliminación de grados militares.
Fuente.-Isabel Arvide
@isabelarvide
(imagen/web)
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