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jueves, 12 de julio de 2018

OLGA SANCHEZ CORDERO: LA "FUTURA" SECRETARIA de GOBERNACION y la ORDEN de CERRAR HERIDAS...no hay atajos y el camino es duro.

Acumula en su historia el haber sido la primera notaria
 de la Ciudad de México, la novena mujer ministra y ahora se convertirá en la primera secretaria de Gobernación, que comenzarála reconciliación y pacificación del país con una transparencia real de lo ocurrido en los movimientos sociales históricos, incluyendo
 el 68, para que se conozca la verdad sin simulaciones
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La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) había sido tomada por el Ejército. Un cerco de soldados impedía cruzar hacia Rectoría o a cualquier facultad. Para entonces se reproducían las manifestaciones de estudiantes que en cada proclama exigían ¡Libertad. Presos políticos. Libertad! Era septiembre de 1968 y los jóvenes pensaban, como ocurría en Europa y Latinoamérica, que era posible cambiar el país, y eso les impulsaba a persistir, a pesar de la represión policiaca y militar, de allí el grito ¡Aquí nadie se rinde!.

¡Queremos clases, queremos clases!, gritaban Olga y su novio Eduardo, al tiempo que con todas sus fuerzas se empeñaban en traspasar el cerco militar empujando a los soldados que parecían estacas clavadas en el piso. Fueron segundos en los que la irresponsabilidad y el idealismo les hizo creer a esos dos estudiantes que era posible cruzar Ciudad Universitaria. No lo lograron. De inmediato los soldados le rompieron la camisa a Eduardo y lo tiraron al piso a punta de golpes y culatazos, entonces Olga entre empujones trató de ayudarlo a reincorporarse, mientras les decía a los militares “nos vamos, nos vamos”.
A su llegada al campus universitario, las Fuerzas Armadas habían detenido, se calculaba, a unos 500 jóvenes. Olga Sánchez Cordero y su ahora esposo, Eduardo García Villegas habían tenido suerte.
Los estudiantes de la Facultad de Derecho eran parte del epicentro del movimiento. Allí, un año antes, se había instalado Olga Sánchez Cordero para estudiar leyes como su padre, uno de los profesores más queridos y reconocidos de la época. Era entonces una chica de 18 años, menudita, procedente del muy conservador Colegio Francés del Pedregal, reservado para mujeres de las clases más adineradas de la ciudad. Pero ella era sencilla, de fácil sonrisa,  espíritu rebelde y disciplina férrea en los estudios, algo parecido a una terquedad por aprender.
Poco a poco el idealismo de los jóvenes del Mayo Francés, que azuzaban con la frase “prohibido prohibir”, empapó a los universitarios y preparatorianos mexicanos, y los sacó a luchar a las calles. Olga, no lo dudó, de inmediato se incorporó al movimiento. Había que cambiar las cosas. “Yo estaba muy sensible y palpaba la desigualdad, la discriminación, sobre todo una justicia social que no llegaba. Una justicia social que hoy no 
ha llegado”.
›Días antes de la toma de Ciudad Universitaria, el 1 de agosto de 1968, Olga, su novio y su padre, junto con muchos de los alumnos destacados de éste y quienes después consiguieron ocupar puestos relevantes en los gobiernos posteriores, entre ellos Jorge Carpizo, Diego Valadés, Ignacio Valle y Rafael Rojina Villegas, marcharon en primera fila, “ahí hasta delante” junto al entonces rector Javier Barros Sierra.
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Era una manifestación de duelo por los estudiantes muertos y los detenidos, y la violación a la autonomía universitaria. Y Barros Sierra advirtió frente a todos los universitarios y antes de salir desde Rectoría, de su importancia: “sin ánimo de exagerar, se juegan en esta jornada no sólo los destinos de la Universidad y del Politécnico, sino las causas más importantes, más entrañables para el pueblo de México, en la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con energía, pero siempre dentro del marco de la ley tantas veces violada, pero no por nosotros, afianzaremos no sólo la autonomía, las libertades de nuestras casas de estudios, sino contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de México”.

En la imagen superior, de izquierda a derecha, Eduardo García Villegas, esposo de la ministra y Jorge Sánchez Cordero, su padre, en una fiesta de cumpleaños, en 1970.
Fue una caminata ejemplar, por la avenida Insurgentes hasta Félix Cuevas, en la que calcularon hasta 400 mil personas entre estudiantes de preparatoria, de educación superior, trabajadores y sus familias.
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Para la joven Olga, el movimiento estudiantil marcó su vida y la enfocó en un compromiso de justicia social. “Le cambió la vida al mundo, porque no fue nada más México, fue Francia, fue España, fue Europa, fue Estados Unidos. 
Los movimientos estudiantes se replicaron en todo el mundo. Y el movimiento estudiantil de todo mundo quería libertades”.

Esta postura no era algo común siendo mujer de una clase alta. Sánchez Cordero era parte de un círculo social en los que ir de vacaciones a Europa o de fin de semana a Estados Unidos es común. Y en el que el catolicismo no es sólo una religión sino un estatus que identifica y da un sentido de pertenencia. Pero Olga fue irruptiva, desde niña. Desde que los libros acompañaron sus días gracias a su madre, a quien identifica como “una lectora compulsiva” y que obligada debió dejar los estudios de leyes al casarse; desde que rechazó, como lo exigía ser mujer de su época, estudiar “mientras se casaba”, como la instruyó su padre. “Antes (del 68) estaba yo como en una burbuja que era el colegio francés y algunas de mis amigas no han salido de esa 
burbuja”.
EMPECÉ A TENER CONSIDERACIÓN DE INCLUIR LOS TRATADOS INTERNACIONALES, ME ACUERDO PERFECTO DE LA FECHA EN EL 2002, CON UNA RESOLUCIÓN EN DONDE EN VOTO PARTICULAR AMPLIÉ LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES”.

La ministra de las causas sociales

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En un foro en la Cámara de Diputados, la ministra Olga Sánchez y la diputada Diva Gastélum escuchan el testimonio de Brisa Díaz, quien padeció el ataque de 17 puñaladas por parte de su esposo. FOTO: Cuartoscuro
Para 1994 no sólo se transitaba una crisis económica muy severa, sino que en paralelo había un enorme descrédito institucional y un crecimiento significativo de la violencia, muestra de esto último fue que un diagnóstico de seguridad pública del gobierno del entonces Distrito Federal advertía en ese año los delitos del fuero común aumentaron 102% y del fuero federal un 286% con relación a lo registrado una década atrás.
›Un diagnóstico elaborado por la Secretaría de Gobernación, el único que ha sido público, sobre la situación de las instituciones y sus capacidades, mostró los cambios que deberían hacerse y el presidente Ernesto Zedillo los echó a andar. Uno de los primeros fue el controversial cambio en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), reduciendo de 26 a 11 el número de ministros, además de modificaciones que la convertirían en un verdadero tribunal constitucional.
Salvo el presidente, Vicente Aguinaco Alemán, todos los demás ministros llegaban por primera vez al máximo tribunal de justicia. Entre ellos se había colado Olga Sánchez Cordero, a quien desde la presidencia habían volteado a ver por su trayectoria como profesora universitaria, primera mujer notaria de la capital y magistrada numeraria del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, aunque también su relación de amistad con la esposa de Zedillo, Nilda Patricia Velasco, ayudó bastante. El Senado la eligió de entre la terna y así se convirtió en la novena mujer que alcanzaba esa posición en la historia de la Corte.
Olga Sánchez fue ministra desde el 1 de febrero de 1995 hasta el 30 de noviembre de 2015. Y llevaba entonces, toda una carrera a cuestas, aunque su nombre no era tan público entonces.
Tras sus estudios de licenciatura en Derecho por la UNAM, un posgrado en Política Social y Administración por la University College of Swansea, en Gran Bretaña, y haber recibido cinco doctorados honoris causa por diferentes universidades del país, se desempeñó como secretaria de Asuntos Escolares en su alma mater, donde un año después se hizo directora del Seminario de Sociología General y Jurídica (1980-1984), además de haber sido profesora tanto en la UNAM como en otras universidades del país.
En 1984 al convertirse en la titular de la Notaría Pública 182 del Distrito Federal, se convertía también en la primera mujer notaria en la historia de la capital de México. Dos años antes de ser designada en la SCJN, en marzo de 1993, Sánchez Cordero se nombrada magistrada numeraria del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF).
Al llegar a la Primera Sala Civil y Penal de la Corte, de inmediato se arropó de un equipo leal y especializado, y comenzó a inyectar ideas más frescas entre la mayoría de ministros que asumían la tradición jurisdiccional, el juez habla sólo a través de sus sentencias. Y Sánchez Cordero defendió la apertura, a través de la inclusión de los medios de comunicación en las sesiones, en cursos y en una mayor cercanía con los ministros, para que también se transformara esa prensa y pudiera comunicar y no sólo leer boletines.
Aunque muy rápido ganó el aprecio de sus compañeros ministros, su estilo alegre y bromista, y en cierta forma desenfadado de vincularse con la gente, con los casos y hasta los reporteros, no terminaba por agradarles. No era muy adecuado, consideraban los más conservadores. Era de nuevo, vista como un poco rebelde, entre el predominante tradicionalismo, pero hubo un factor que los unió entonces, relataba un ministro en retiro, el construir la nueva Corte, de cara a los embates que miembros del poder Ejecutivo encabezaban por desbaratar algunos de los casos que presentaban en los tribunales.
Uno de los más críticos del Poder Judicial era el entonces procurador general de la República Jorge Madrazo, quien cuestionaba la actuación de jueces y magistrados que concedían amparos a empresarios sometidos a juicio como Jorge Lankenau o Carlos Cabal Peniche. También cuando la Corte revisaba la constitucionalidad del arraigo en la Ley Federal de Delincuencia Organizada. Simplemente, contaba el ministro en una charla informal, asumieron su papel histórico de refundar un verdadero tribunal constitucional y encabezar un Poder Judicial verdaderamente autónomo y eso “molestó a muchos, pero el presidente Zedillo lo respetó”.
Durante las dos  décadas que ocupó un sillón en la Suprema Corte, Olga Sánchez se asumió como una ministra de un perfil cada vez más liberal, muy garantista, y así fue reconocida dentro y fuera del Alto Tribunal. El abordar temas punzantes, delicados y torales como lo fueron la reglamentación de las casas de apuestas, su apoyo en el tema de la despenalización del aborto dentro de las primeras 12 semanas, así como de los matrimonios igualitarios.
Así como el polémico caso de Florence Cassez, la mujer francesa quien en 2007 fue sentenciada a 60 años de prisión por los delitos de secuestro, delincuencia organizada y posesión ilegal de armas de uso exclusivo del Ejército, pero que tras el proyecto de sentencia de la ministra Olga Sánchez, la SCJN falló en el sentido de que al momento de su arresto y durante su proceso judicial fueron violados sus derechos humanos, y el 23 de enero de 2013 fue liberada. Este fallo marcó un antes y un después en los procesos penales. A partir de entonces se puso atención en el debido proceso y de paso se cuestionó severamente al Poder Judicial, porque se consideraba que Cassez sí era culpable y sólo un error la había liberado. El antídoto para las presiones y los ataques que en ese momento se vivieron en la oficina de la ministra, fue contar con el apoyo del resto de sus compañeros a partir de una premisa que, como todo juez lo debe hacer, resolver rigurosamente con base en lo que el expediente ofrecía.
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En la reorganización de la administración pública, la secretaria deberá consensar y articular cambios para:

Unificar la Banca de Desarrollo
Desaparición de subsecretarías de varias dependencias.
Incorporar el Estado Mayor Presidencial a las Fuerzas Armadas.
El retiro paulatino de las Fuerzas Armadas en las labores de seguridad pública.
Desaparición de la Comisión Nacional de Seguridad y crear la Secretaría de Seguridad Pública.
Crear un órgano de Inteligencia de Estado.
Integrar un presupuesto para los poderes judiciales locales y promover reformar legales para lograr la inamovilidad judicial, y la carrera judicial con exámenes de oposición.
Transformación del sistema penitenciario.
Establecer el mando Único en los cuerpos de policía, fortalecidos con una coordinación entre municipios y entidades con la Federación.

Rompiendo reglas

Minutos antes de las siete de la mañana, cada día, un hombre alto, fuerte, con un talante que le abría paso entre el barullo de los estudiantes recorría los pasillos de la Facultad de Derecho. Puntual se sentaba en su escritorio del Anexo 1 y esperaba a que todos los alumnos tomaran sus lugares.
Antes de comenzar, sentado, colocaba sus manos en la frente y rezaba por 30 segundos, luego se persignaba y se ponía de pie. Este acto era subversivo en una universidad de tendencia marxista-leninista, pero a él no le importaba. Saludaba a todos y pedía que pasaran lista. Mientras se apuntaban sus casi 200 alumnos, el profesor escribía en todo el pizarrón. Y en una perfecta sincronía, terminaba las últimas palabras con el gis, justo cuando se apuntaba el último alumno. Todos los días era lo mismo en sus dos clases, de Obligaciones y de Contratos.
Explicaba los detalles, ponía ejemplos, hacía bromas y de vez en cuando tomaba un sorbo de agua, no sin antes decir salud. La pasión inundaba todo el recinto. Una hora después, cuando la clase terminaba y el salón rompía el pasmo, el profesor se sentaba empapado en sudor. Era Jorge Sánchez Cordero, un hombre afable, conocedor, respetado por las generaciones que en 50 años de ejercicio educó. Y por él, su hija Olga, estudió derecho y se hizo notaria.
Yo estudié derecho por él. (Pero) yo al principio cuando era muy joven quería estudiar algo así como bioquímica o algo parecido, entonces mi papá me dijo textual, así se usaba y contra eso me rebelé, me dijo: ‘mira tú te vas a casar, por qué no estudias derecho mientras te casas’. Esto fue hace más de 50 años, yo entré a la Facultad de Derecho en 1967, entonces así era. Ahorita van a decir las feministas y no feministas, todas, ¿cómo era posible que te ibas a estudiar mientras te casabas? Pero así era”, recuerda Sánchez Cordero.
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Tras un coloquio organizado por la UNAM en 2003, la ministra posa junto con Juan Ramón de la Fuente, Andrés Manuel López Obrador, Manuel Camacho Solís y José Woldenberg. FOTO: Cuartoscuro

La reivindicación

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Andrés Manuel López saluda a Sánchez Cordero, eventual titular de la Segob, en el anuncio de los integrantes de su “Consejo Asesor para Garantizar la Paz”. FOTO: Cuartoscuro 
Un caso sumamente crítico y por el cual la ministra, reconoce por primera vez y 20 años después, “me reivindique”, fue el del anatocismo –entendiéndose como el cobro de intereses sobre intereses en detrimento de la economía de miles de personas. En diciembre de 1994 ocurrió el llamado “error de diciembre” que provocó una crisis económica sin precedentes en la época moderna a tal nivel que el número de personas que cayó en pobreza moderada se incrementó en un 16% de acuerdo a cifras oficiales.
Esta crisis significó que las tasas de interés se elevaran y las personas con créditos a tasas variables vieran impagables sus adeudos. Comenzaron las demandas y el tema se judicializó. En octubre de 1998, el Pleno de la SCJN, resolvió respecto a la acumulación de intereses sobre intereses pactada a través de la apertura de crédito adicional, ya fuera en el mismo contrato de crédito o en otro instrumento, no encubría el establecimiento ilícito de intereses sobre intereses. Olga votó a favor.
Pude haber resuelto, digamos, ignorando la ley, y abriendo una situación de decir no vamos por esta aplicación legalista sino a abrir a una situación garantista. Estaban en juego muchas cosas, entre otras, la estabilidad económica del país (…) En el tema del anatocismo era estricta legalidad, y después ya del 98 me aparté de la estricta legalidad para contemplar una posición mucho más garantista”, reconoce en entrevista con ejecentral la ministra en retiro.
En palabras de Sánchez Cordero, la reivindicación que imprimió en sus resoluciones posteriores adoptó la convención internacional que “no puede haber explotación del hombre para el hombre”. Con base en este principio internacional, los últimos ocho años de la ministra, sostiene, fueron construidas tesis de la ilegalidad en las tasas de interés, por ejemplo, y también se impulsaron decisiones trascendentales para la transparencia, por ejemplo, “bajo el proyecto que yo presenté al Pleno condené al presidente de la República (Ernesto Zedillo, en 1998) en su tercer año de gobierno, tal cual, a la entrega de la documentación, de los bancos en la famosa controversia constitucional del Fobaproa”.
Yo empecé a tener consideración de incluir los tratados internacionales, me acuerdo perfecto de la fecha en el 2002, con una resolución en donde en voto particular amplié los derechos de los niños, niñas y adolescentes a las convenciones internacionales de la protección de niños. Si yo hubiera tenido estas herramientas en el 98 como las tuve en el 2002 hubiéramos resuelto en otro sentido; ésta concretamente, la no explotación del hombre contra el hombre y la decisión de los intereses excesivos como parte de una explotación la traje, la traje al final de mi carrera en la Corte, y la plasmé, ahí están mis resoluciones”, aseveró.

El legado de una ministra

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Imagen de junio de 2007, cuando la SCJN discutió el caso de la intervención policial en Oaxaca. En la imagen, los ministros Sánchez Cordero y Sergio A. Valls. FOTO: Cuartoscuro
Un día, solía contar Sánchez Cordero, tenía mucha prisa por llegar a algún lugar y su chofer solía ser de un conducir muy tranquilo. Así que ese día le dijo que ella conduciría para ir más rápido. En el trayecto cometió una infracción y la detuvieron unos policías, Toda apenada, les pidió que le impusieran la multa. El policía indagó de quién se trataba y cuando supo que era una ministra, se alejó un poco del vehículo y por radio pidió que le dieran instrucciones, porque no sabía qué hacer, “debe ser alguien importante el que va en la camioneta (el chofer de Olga), porque trae como chofer a una ministra”, y soltaba la carcajada. Esa anécdota, decían todos sus compañeros, la dibujaba completa, en su sencillez y desenfado.
Ahora, 23 años después, ha sido propuesta para encargarse de la política interior del país durante el gobierno del virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y convertirse en la primera mujer que despache en las oficinas del Palacio de Cobián. Nunca antes ha intervenido en política de forma intensa, su trinchera siempre fue la legal, el Poder Judicial, al que llama su casa; ahora se le ha encomendado ser parte del rediseño de la administración pública y de la pacificación del país que “está inmerso en la violencia”, y existiendo lugares en los que esa violencia es “generalizada”.
Y al pasar de esa realidad, tendrá que lidiar con el retorno de las Fuerzas Armadas a sus cuarteles, porque siendo el Derecho su eje, para la ministra no hay otra opción que sacarlas de las calles, porque el gobierno seguiría violando el artículo 21 constitucional “que dice textual y categóricamente que la seguridad publica debe estar a cargo de autoridades civiles. Se esta violando permanentemente el articulo 21 constitucional día a día, minuto, a minuto, momento a momento”.
La reconciliación, aseguró, no comienza con reconciliarse solamente con los hechos recientes de violencia, sino desde lo ocurrido en 1968.
-Las investigaciones que se dieron en el gobierno de Vicente Fox fueron una simulación…
A ver, nosotros no vamos a las simulaciones, nosotros no vamos a la simulación. Nuestros críticos y nuestros adversarios nos siguen cuestionando y lo seguirán haciendo, que bueno, pero ojalá nos cuestionen de las cosas que hagamos mal no las cosas que hagamos bien. Porque tenemos que construir juntos.
Pero aquí en el tema del 68 va a ser todo un evento porque son 50 años, esta efeméride no la podemos dejar pasar nada más así, murieron muchos estudiantes, murieron muchos. Yo creo que hay que conocer la verdad.
Uno de los temas de las víctimas siempre de un proceso como el 68, como de la violencia ahora que vivimos, tiene que ser necesariamente de sanación, de cerrar el círculo, de luto, de vivir lutos importantes y yo creo que el 68 a 50 años del evento todavía no tenemos un conocimiento preciso de la verdad, y yo creo que hay que conocer la verdad o creo que el 2 de octubre es un momento histórico para que se abran los archivos de este país y se conozca la verdad.
Nuestros críticos y adversarios nos siguen cuestionando y lo seguirán haciendo (…) ojalá cuestionen de las cosas que hagamos mal no las cosas que hagamos bien. Tenemos que construir juntos”.
Olga Sánchez Cordero, virtual secretaria de Gobernación.
¿Es como parte de la reconciliación?
Es parte de la reconciliación de un pueblo. O sea, a ver, si tu no conoces la verdad y quieres el acceso a la justicia nunca podrás una pacificación, una paz social autentica y verdadera, para la reconciliación tienes que tener acceso a la verdad, tienes que cerrar heridas, avanzar en muchos temas.
Entonces, están pensando esta amnistía de la que se ha hablado, incluso una reconciliación histórica
Una reconciliación histórica. Hay un derecho humano que nadie ha reconocido como tal que es el derecho humano a la memoria. A la memoria histórica y sabes que, lo llevamos a la constitución de la Ciudad de México, ahí está, el derecho a la memoria como un derecho humano.
¿Cómo será como secretaria de 
Gobernación?
Transparente, protectora de derechos humanos, enfocada en garantizar la gobernabilidad y atender a los grupos vulnerables.
¿Cuál será su legado?
Derechos humanos y justicia social.
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Verdad y reconciliación en el mundo

Olga Sánchez Cordero sostiene que para lograr una reconciliación y para que las víctimas conozcan la verdad en casos como Ayotzinapa o la masacre en San Fernando se conformarán comisiones de investigación de la verdad.
Operarán de forma autónoma, asesoradas por expertos internacionales, integrantes de la sociedad civil y representantes  de la iglesia, pues “saben dónde está presente la violencia”.
En 45 países han empleado este tipo de “comisiones de la verdad o de la reconciliación” sobre hechos de gran envergadura derivados por acciones u omisiones del gobierno, e incluso en hechos derivados  de disturbios internos, guerras civiles o dictaduras.
Una de esas experiencias fue la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica, en 1995, con Nelson Mandela, y que estudió los efectos del apartheid.
En Estados Unidos, la figura de comisión de la verdad y reconciliación fue empleada entre 2004 y 2006 en la investigación de la Masacre de Greensboro, ocurrida en Carolina del Norte, en noviembre de 1979.

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