Esencialmente, 18 meses de ajedrez político en dos arenas. El futuro
pintará para quien logre una jugada de tres bandas o haga jaque mate.
La contienda en el Estado de México,
en el año que inicia, es la catapulta para la federal, que definirá al sucesor
de Enrique Peña Nieto. ¿Caballada flaca o partidos anémicos?
Rezar o vender el alma al diablo. O,
¿por qué no?, una asesoría triunfadora de Vladimir Putin, paladín de Donald
Trump.
Para fines prácticos, tan prácticos como
los políticos, no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue.
Desde el primer minuto de este 1 de enero
de 2017, México enfrenta retos que pueden repercutir desde el corto plazo hasta
el 1 de diciembre de 2018, o más allá, dependiendo de qué partido, finalmente,
obtenga la gubernatura del Estado de México, primero, y, después, la
Presidencia de la República. Dependiendo cómo compaginen, convivan,
interactúen, el nuevo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el nuevo
Mandatario federal mexicano. Dependiendo de si el republicano se reelige por
cuatro años más o si, en principio, termina su primer periodo.
Este mapeo pinta un panorama inicial
esencialmente político, sin que ello signifique una disociación de lo económico
(nacional o internacional) o de otros factores, como los resultados contra la
inseguridad.
Más bien, serán vitales en el
convencimiento electoral.
Sin embargo, por encima de emergencias,
confrontaciones, retos, descaro… la caballada, dicen, está flaca.
¿O los partidos están anémicos?
En una arena (Estado de México, por encima
de Coahuila o Nayarit) y en otra (la que conduce a la Presidencia de la
República), las condiciones son distintas. En la primera, al PRI le sobra parque
(Ana Lilia Herrera, Ernesto Nemer, Carlos Iriarte, Alfonso Navarrete, José
Manzur. ¿También Ricardo Aguilar?), mientras la oposición hasta una alianza
requiere, aunque sin que exista todavía un personaje imán.
El PAN cuenta con Josefina Vázquez Mota y
Ulises Ramírez, pero si de encomendarse a alguien se trata podrían hasta volver
a llamar a Luis Felipe Bravo Mena, quien, ya con dos experiencias anteriores,
en dos décadas, por el mismo puesto, y noqueado en ambas, podría aportar una
estrategia inédita.
Lo mismo la Izquierda, con Alejandro
Encinas, con el mismo récord de Bravo Mena. El ex perredista está, ahora, más
que puesto que un calcetín para sacrificarse por el PRD, Morena o hasta una
opción independiente.
En Morena, dependiendo del corazoncito de su
líder nacional (sí, él), podrían sacarse la lotería Horacio Duarte o Delfina
Gómez.
El PRD parece no tener prisa o, de plano,
echarse a los brazos del PAN o de Morena.
Pero así como el sol nace para todos, ganar
el Estado de México, para catapultar a la búsqueda de la Presidencia, llevaría
a los partidos, y a quien se apunte, hasta a encomendarse a Dios o al mismísimo
demonio.
Será año y medio de ajedrez político. Lo
que inicia este 1 de enero nada tendrá que ver, ya, con los movimientos
medrosos de los protagonistas del 2012 a la fecha. Las jugadas deberán ser de
tres bandas o de jaque mate.
Esto no incluye despreciar a Nayarit,
Coahuila y Veracruz (que tendrá sólo elección de alcaldías). En cualquiera de
ellos, derrotas o victorias de quien sea, darán de qué hablar, pero, sin duda,
el Estado de México es el tambor de guerra.
El futuro será de quien se mueva con el
cerebro. Y una arena llevará a la otra.
El bienio que arranca hoy iniciará
histórico y probablemente concluya histórico. Año y medio de pasión política.
REZAR O VENDER EL ALMA AL DIABLO
Pero si el Estado de México podría ser el
dolor de cabeza más grande para el PRI, o la lápida para un buen epitafio de la
oposición, la batalla por el 2018 se prevé épica.
Una epopeya no por el triunfo mismo, sino
porque la responsabilidad y el compromiso enfrente no es un dulce, ni nacional
ni internacionalmente.
Rezar o vender el alma al diablo sería la
opción final de los partidos. O, ¿por qué no?, una asesoría triunfadora de
Vladimir Putin, paladín de Donald Trump.
Porque el republicano ¿estará echando el
ojo a alguien? No lo dudemos; la buena relación también se negocia. Además, si
tuvo los aparejos para visitar México en plena campaña política y de permitir
que Putin meciera la cuna en el proceso electoral de su país.
Trump no debe ser ajeno al cuento aquel de
que Bill Clinton apoyó, en 1995, a Ernesto Zedillo con 50 mil millones de
dólares para salir del apuro devaluatorio con la condición de que en el 2000
hubiera alternancia.
Una leyenda parecida manejaban ahora,
adjudicándosela a Hillary Clinton, para apoyar la llegada, en el 2018, de
Margarita Zavala a la Presidencia, es decir, otra alternancia “made in USA”,
pero la esposa de Bill no logró ni su primer objetivo. Trump la apachurró, pero
esos son diretes.
En México ganará la Presidencia de la
República quien trague más pinole, es decir, quien tenga más y mejor saliva.
¿Que las encuestas pintan el rumbo?
Diviértase, pero no les haga caso. Y ¡ay! de aquél pre-precandidato que trabaje
con base en ellas. Si las empresas de sondeos no le atinan a semanas de los
procesos, menos a seis meses o año y medio.
Claro, a los seguidores ideológicos de los
partidos les provocan mover la cola, como al perro de Pávlov, cuando a alguno de
“los suyos” lo exhiben como carnada. El reflejo condicional, pues, del
fisiólogo ruso Iván Pávlov. Hoy, el perro y la croqueta.
Entre los siguientes nombres podría estar
el sucesor de Enrique Peña Nieto. Usted ¿a quién se encomendaría?
Andrés Manuel López Obrador, Miguel Ángel
Mancera, Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle, Miguel Osorio
Chong, Eruviel Ávila, Aurelio Nuño, Luis Videgaray, Jaime Rodríguez “El
Bronco”.
Hay quienes agregan a Jorge Castañeda, Juan
Ramón de la Fuente, José Antonio Meade, Claudia Ruiz Massieu.
Hay quienes se agregan, como Pedro Ferriz
de Con.
Para agregar a más, los que queramos, lo
que sobra es tiempo. Por otro lado, la sorpresa no está descartada. No
olvidemos que, como nunca, la mujer es protagonista, y barajas fuertes, si se
buscan, se encuentran.
¿Un empresario? Mmmm. Mínimo para empatar
el marcador.
Sin embargo, entre la pregunta encuestadora
de “¿si hoy fueran las elecciones por quién votaría usted?” y la realidad hay
un abismo enorme.
En medio está la estructura nacional de los
partidos, sus padrones de militantes, sus recursos, sus programas, la
credibilidad y carisma de los candidatos, la aportación ofrecida si se fue
gobierno con anterioridad.
Y eso funciona tanto para la elección del
Estado de México como para la federal.
En la decisión de los ciudadanos hay tanto
variantes como encrucijadas. “Se requiere un cambio”. “Dar la oportunidad a
otro partido”. “Los que ya estuvieron dieron y crearon…”. O “los que ya
estuvieron ni dieron ni crearon”. “Más vale malo por conocido que bueno por
conocer”.
¿Alguno tendrá vara mágica? ¿Túnica?
¿Convertirá el agua en vino? ¿Alguien garantiza el ensueño no logrado con
tantos y tantos ensayos ideológicos, de personalidades, de programas, en países
como Brasil, Venezuela, Cuba, el propio Estados Unidos?
¿Tendrá razón Manlio Fabio Beltrones -por
cierto, alguien que podríamos agregar a la lista- en el sentido de que ya es
tiempo de los gobiernos de coalición?
A RETUMBAR LA TIERRA
En todo esto cómo andan el PAN, el PRD, el
PRI, Morena. Cómo andan los partidos satélites. ¿O a poco ya no existen? Por lo
regular, o en muchas ocasiones, son los que inclinan la balanza.
Será importante el trabajo de campo, el
acercamiento con la ciudadanía. La estabilidad o inestabilidad social. La
perspectiva a futuro que se tenga de cada competidor.
Definitivamente, no bastan años y años de
campaña, y de correr para acá y para allá, si, en ese lapso, ni siquiera la
mentalidad se mejora.
No bastan grabar todos los spots del mundo,
y no llenar ni con los que pertenecen a los partidos que representan, si no
convencen ni al vecino.
No basta haber vivido en Los Pinos, sin más
ni más.
Como no bastan tampoco discursos y
discursos si la realidad va menguando todo.
No basta querer, sino poder.
Quien de veras busque cambiar este país
debe dar golpes de timón que retumben hasta en tierra.
Por eso, antes de encomendarse a uno de
ellos, o a cualquier otro, primero hay que medirlo con el tamaño de la
responsabilidad, de los retos. Con el tamaño no de las necesidades domésticas,
sino del mundo. Muchos son enanos con zancos.
La semana pasada, tanto el PAN como el PRI
anunciaron trabajos partidistas, apenas inicie el 2017, con vistas a los
procesos estatales y el federal.
El partido encabezado por Ricardo Anaya
anunció foros para construir la plataforma electoral del 2018. El PRI un Plan
de Elecciones para ganar los comicios en los cuatro estados y perfilarse para
el 2018.
El PRD y Morena intentarán, primero, forjar
una guerra basada en la inconformidad de los precios de la gasolina antes de
meterse, de lleno, a ver con qué canicas jugar, aunque no creemos que a Andrés
Manuel le apure mucho el tema.
Esto es lo que hay. El 2017 y, en
consecuencia, el 2018 ya comenzaron.
Quienes busquen gobernar pueden encomendarse,
en última instancia, lo dijimos, a Dios o al demonio. A Trump o a Putin, pero
nosotros, los mortales, ¿a quién encomendarse?
Fuente.-rcruz@impacto.com.mx
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