Enrique Peña Nieto es un político que se siente arrinconado y, por tanto, comienza a entrar en una paranoia que lo conduce a enfrentar sus miedos: ir a la cárcel al terminar su sexenio. En privado, Peña sabe que hay elementos suficientes para llevarlo a juicio penal a partir del primer minuto del uno de diciembre de 2018. Claro, ello dependerá de quién sea su sucesor (a), aunque esa es otra historia.
Como Al Capone – interpretado de manera magistral por Robert De Niro en la película “Los Intocables”-, Peña Nieto se rodea de abogados y testaferros que le cuidan la espalda. Conforme se acerca el final de su mandato, los necesita cada vez más empoderados, íntimos, cómplices, dispuestos a defenderlo bajo cualquier circunstancia.
¿Quién son los abogados de Peña Nieto?
Las tres “C”: Cervantes, Castillejos y Castillo. Todos son primos.
Ellos son los elegidos para integrar el anillo legal y jurídico que protegerá a Peña Nieto ante cualquier intento de encarcelarlo por actos de corrupción. Dentro de Los Pinos y fuera de Los Pinos.
¿Cuál es la historia detrás de la truculenta relación entre Enrique Peña Nieto y sus tres abogados?
Es la siguiente:
Marcos Castillejos – ex director de Reclusorios en el entonces DF y que fuera subprocurador en la PGR-, tenía un exitoso despacho de abogados en la colonia Condesa. Su socio, en año 2000, era el futuro procurador General de la República: Rafael Macedo de la Concha. Con Castillejos trabajaba su hijo, Humberto. Marcos fue asesinado – en un crimen sin resolver- en julio de 2008 afuera de sus oficinas, en la calle de Mazatlán 102.
A pesar de la muerte del jefe del clan, Humberto Castillejos – a quienes sus cercanos le llaman Beto y le apodan “El enano”-, supo aprovechar las relaciones heredadas: sin abandonar el despacho familiar, se va con Macedo de la Concha como coordinador de asesores, cuando el militar es nombrado al frente de la PGR por Vicente Fox.
En la PGR, Macedo de la Concha decide – más por cercanía amistosa que por méritos profesionales-, invitar a la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) a un personaje oscuro: Luis Cárdenas Palomino, cuñado de Humberto Castillejos (casado con su hermana Minerva y hoy ya divorciados). Empero, Cárdenas Palomino declina el cargo por carecer de título profesional, aunque recomienda a su ex jefe en el CISEN, de dónde  provenía Garcia Luna.
Afianzado en la PGR – con la llegada de Eduardo Medina-Mora en el sexenio de Calderón su poder se consolida-, y en la AFI con su todavía cuñado – Cárdenas Palomino es nombrado director general de Investigación de la AFI y es operador y brazo derecho de García Luna-, Castillejos comienza a tejer una red de relaciones jurídicas-policiacas. Es entonces cuando conoce a un joven y brillante abogado: Alberto Bazbaz.
Eran los tiempos de Enrique Peña Nieto como gobernador del Estado de México. Durante una reunión, Peña le pide a Medina-Mora que le recomiende a alguien para la Procuraduría General de Justicia en el Edomex; Medina-Mora lo consulta con su hombre de confianza, Castillejos, quien le propone a Bazbaz, quien así llega a la PGJEM.
Desde los tiempos de jóvenes litigantes en el despacho de Marcos Castillejos, Humberto hizo fuerte amistad con un egresado de la Universidad Iberoamericana: Alfredo Castillo Cervantes. Castillejos le pide a Bazbaz que se lleve a la PGJEM a su amigo, quien es nombrado Subprocurador Regional de Cuautitlán-Izcalli. (Con el tiempo, el caso Paulette reventó a Bazbaz como procurador de Justicia, y encumbró a Castillo al hacer el trabajo sucio de este episodio, ocultando la verdad sobre la desaparición y muerte de la niña, aunque ello le ganó la confianza absoluta de Peña Nieto para encargarle la Procuraduría en sustitución de Bazbaz).
Humberto Castillejos cimentaba su poder. Era muy cercano a Elba Esther Gordillo y a su hija Mónica Arriola, ya fallecida. Sin embargo, su lealtad era con la Coordinadora de Planeación, Desarrollo e Innovación Institucional de la PGR: Claudia Ruiz Massieu, sobrina de Carlos Salinas de Gortari e integrante aventajada del tenebroso clan Salinas. Era el sexenio calderonista.
Castillejos y su grupo escalaban posiciones claves dentro del gobierno federal. No importaba que fuera con el PAN y, posteriormente, con el PRI en Los Pinos. Su cercanía con Medina-Mora y con el clan Salinas, lo llevó a la cumbre.
  • Prepárate, tienes que estar en Los Pinos…el Presidente te quiere ver-, le dijeron a Humberto Castillejos la madrugada del uno de diciembre de 2012, día de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto.
Entonces sería anunciado como flamante Consejero Jurídico de la Presidencia de México.
El abogado de Peña Nieto, pues.
*****
Paralela a la trayectoria de Humberto Castillejos, la carrera de su primo y hoy Procurador General de la República, Raúl Cervantes, (primo también de Alfredo Castillo Cervantes), no palidecía.
Como director jurídico del PRI en los tiempos de Roberto Madrazo, obtuvo una diputación federal. Quienes lo conocen, lo califican como un abogado brillante, millonario. Viaja en autos blindados. Miami es su recreo favorito.
¿Quién ha sido y es el promotor de Raúl Cervantes? Uno de los personajes de la política mexicana más desprestigiados y enriquecidos: el priista Emilio Gamboa Patrón, consentido, a su vez, de Carlos Salinas de Gortari, con quien estuvo distanciado durante varios años, aunque en la boda de Silvana Beltrones, hija de Manlio Fabio, fumaron la pipa de la paz.
Astuto, Cervantes sabía de la importancia de tener fuero legislativo: fue diputado federal en dos ocasiones y luego brincó al Senado desde donde, ya como presidente del órgano legislativo e impulsado siempre por Gamboa Patrón, se convirtió en titular de la PGR y que, hoy por hoy, pretende ser perfilado por el propio Peña Nieto para asumirse como Fiscal General de la República, por un lapso de…¡nueve años!, según admitió Cervantes.
Todo ello, por supuesto, bajo la bendición de Peña Nieto.
*****
Las piezas se acomodan dentro del rompecabezas de los miedos de Enrique Peña Nieto:
Humberto Castillejos, su Consejero Jurídico, su abogado personal, listo para defenderlo después de terminado el sexenio ante cualquier intento de investigación, bajo el delito que Peña lleva tatuado en la frente desde que era gobernador: corrupción.
Raúl Cervantes, ya erigido en procurador General de la República y buscando ser el primer Fiscal General hasta el 2026, con la misión principal de cuidarle la espalda y proteger a Peña Nieto, ante cualquier amago de investigación por parte de la justicia mexicana.
Alfredo Castillo – el del trabajo sucio del Presidente (a mayor detalle ver libro El derrumbe. Martín Moreno. Edit Random House/Aguilar), capítulo “El señor Peña”, subcapítulo “Castillo, el fontanero), quien también lleva tatuado en la frente la palabra “Paulette”; el que vistió como policías a sicarios en Michoacán, y que hoy hace trizas al deporte mexicano, presto, como perro guardián, para seguir defendiendo a Peña de cualquier amenaza de investigarlo.
Allí está el tridente jurídico al cual Peña Nieto le apuesta para que, al terminar su sexenio, no se le investigue y evite ser presentado como lo que hoy, sin duda, todos los mexicanos saben que es: un Presidente corrupto.
Fuente.-TW: @_martinmoreno