Sólo dos opciones tiene Luis Videgaray para que su candidato a gobernador de Tamaulipas, Baltazar Hinojosa, no pierda ante el panista Francisco García Cabeza de Vaca: Jalarle las orejas en serio o rogar a Manlio Fabio Beltrones y Miguel Osorio Chong que lo saquen de la barranca, como lo hicieron antes con Ignacio Peralta en Colima, que también fue empujado por el secretario de Hacienda.
Y nada tiene que ver su vinculación política y amistosa con el ex gobernador Tomás Yarrington, a quien se le busca por supuestos vínculos con el crimen organizado, sino porque Baltazar no ha resultado ser el candidato que prometió, mientras que el panista García Cabeza de Vaca aprovecha la aparente falta de ganas y debilidades del priísta.
La situación está rayando en extremos de preocupación, similares a los de Veracruz, en donde la mala fama del gobernador Javier Duarte ha arrastrado al candidato; la ventaja en aquella entidad, sin embargo, es que Andrés Manuel López Obrador ha minado un tanto al ex priísta Miguel Ángel Yunes, pero en los cálculos del priísmo sería peor que el candidato de Morena se apoderara de los votos veracruzanos.
Peor aún, en el inicio del liderazgo de Manlio, sus cuentas eran en el sentido de ganar 9 de las 12 gubernaturas en disputa; hoy, los optimistas estrategas priístas hablan sólo de 6.
Puebla está perdida por las razones que se quiera: Blanca Alcalá no resultó tan buena candidata como parecía o las negociaciones en la cúpula nacional enviaron la consigna de derrota para anteponer a Rafael Moreno Valle a Margarita Zavala.
Alejandro Murat empieza a sufrir las de Caín: Si, en la primera semana de mayo, los candidatos del PRD y del PT cumplen su compromiso de que el peor posicionado decline a favor de quien ocupe un mejor lugar en las encuestas, el candidato del PRI estará en problemas reales.
En Tlaxcala, el PRI está en dificultades; en Durango aventaja el priísta Esteban Villegas Villarreal, pero José Rosas Aispuro, un ex priísta que se las sabe todas y busca la gubernatura por segunda ocasión, tiene apoyos externos, como los de 6 años atrás, y, además, es popular.
Quintana Roo y Durango tienen la ventaja de que los gobernadores Roberto Borge y Jorge Herrera son excelentes operadores electorales; de hecho, durante sus mandatos, son los únicos que han entregado al PRI resultados de carro completo en las elecciones locales.
En Sinaloa, Quirino Ordaz sigue adelante; lo peor que le podría pasar, a 50 días de la elección, es echarse en la hamaca, confiado en mantener la delantera que lleva.
Pero las verdaderas preocupaciones de Beltrones están en Veracruz y Tamaulipas; en está última entidad está el ingrediente adicional de que el candidato fue sugerido, para decir lo menos, por el secretario de Hacienda, como ya decía que ocurrió en Colima.
El triunfo o la derrota de Baltazar tienen más asegunes de los que es posible imaginar porque no faltará que, de perder, intente justificarse alegando que lo dejaron solo para dañar a su padrino, cuando la realidad es que dista mucho de ser el candidato que vendió su apoyador.
En Tamaulipas, Manlio ofreció una de las muchas lecciones de lealtad e institucionalidad que le son características; de ser por él habría postulado a Marco Bernal, cuyos méritos y experiencia superan los de cualquiera de sus paisanos, pero la cúpula quería a Hinojosa y quien consiguió la firma de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, entre muchas cosas, como ser el más importante de los negociadores en la Cámara de Diputados de las reformas surgidas en el Pacto por México, se quedó con las ganas de buscar la gubernatura.
La cuestión es que el PRI no sabe cómo ayudar al candidato porque Hinojosa no se deja y los grupos locales se alejan día a día.
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