Sólo alguien de
absoluta confianza del presidente Enrique Peña Nieto pudo haber construido la
“verdad histórica” sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa,
alguien que fabricó también otro caso inverosímil: El de Paullette, la niña
desaparecida en su propia cama.
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El 28 de octubre de
2014, un mes después de la desaparición de los normalistas, Zerón de Lucio
visitó, junto con agentes bajo su mando y Agustín García Reyes, alias “El
Chereje”, uno de los inculpados, el río San Juan, donde, al día siguiente, fue
encontrada una bolsa con restos humanos, que luego se dijo que eran del normalista
Alexander Mora Venancio, uno de los desaparecidos.
Este episodio es de
enorme relevancia y clave para el esclarecimiento de lo que aconteció la noche
y madrugada del 26 y 27 de septiembre de 2014: La diligencia de Zerón no se
incluyó en el expediente –porque la versión oficial consigna que visitó el
lugar hasta el 29 de octubre– y, sobre todo, junto a él aparecen bolsas negras,
como en la que estaban los restos óseos que correspondieron al normalista.
La grabación del
video por parte de José Manuel Giménez y las fotografías tomadas por Daniel
Rodríguez, que acreditan la presencia de Zerón en el río San Juan, se
produjeron mientras dos camionetas de la PGR bloqueaban el camino por donde
habría de ingresar el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que ya
no pudo llegar a ese lugar.
El informe con el
que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) dio por
terminado su trabajo en México, difundido ayer domingo, establece sobre este
punto:
“El análisis de las
imágenes muestra que mientras los equipos periciales de PGR y el EAAF, así como
la mayor parte de los periodistas que lograron acceder al lugar, se encontraban
realizando los trabajos en el basurero de Cocula, uno de los inculpados, ya en
la proximidad de las casas del pueblo, donde se señala que fue encontrada la
bolsa con restos óseos que habrían sido sacadas del basurero de Cocula, fue
llevado a la zona donde al día siguiente sería descubierta una de dichas
bolsas. Estuvo acompañado por un escolta o custodio vestido de civil y por
Tomás Zerón, jefe de la Agencia de Investigación Criminal, en un lugar sin
mayor presencia de seguridad que se habría retirado en ese momento”.
Nada ha dicho la PGR
sobre esta información que vuelve a poner en entredicho la “verdad histórica”,
como la llamó Jesús Murillo Karam, el exprocurador que advirtió a Peña: “Si
caigo yo, caes tú”.
Lo que es preciso
recordar es que Zerón de Lucio goza de toda la confianza de Peña Nieto y de uno
de los amigos más próximos a éste, Alfredo Castillo, actual director de la
Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).
Es sabido que Peña
hubiera querido a Zerón como titular de la PGR, pero no es abogado, y por eso
la instrucción que dio a la procuradora Arely Gómez es que bajo ninguna
circunstancia lo puede remover como director de la Agencia de Investigación
Criminal, heredera de la Policía Judicial Federal.
Discípulo de Genaro
García Luna, el siniestro secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón,
Zerón se hizo amigo de Peña cuando se desempeñó como coordinador de
Investigación y Análisis de la Procuraduría General de Justicia del Estado de
México, cuyo subprocurador era Alfredo Castillo, encargado de “esclarecer” la
desaparición de la niña Paullette Gebara Farah, en 2010, cuando Peña era gobernador.
El propio Castillo
detalló la intervención de Zerón en el caso, en una entrevista con el
diario La Razón, el 10 de enero de 2015, en la que se ufanó de
aprender técnicas de investigación, como las del FBI y otras instancias
internacionales. “Este caso realmente me dejó muchas enseñanzas”, dijo.
Y añadió: “Ahora que
platicaba con Tomás Zerón, quien está en la Procuraduría General de la
República y quien también estuvo en ese hecho, me decía que ahora en el caso de
Ayotzinapa a él también le había servido mucho todo lo que en su momento vimos
de protocolo y demás…”
En el caso
Paullette, la niña fue buscada en su propia habitación durante nueve días por
decenas de personas, entre ellas sus padres, empleados, amigos y parientes,
expertos y hasta perros entrenados. Nadie vio nada.
Repentinamente, el
cuerpo sin vida de la niña de cuatro años fue encontrado entre el colchón y el
mueble de la cama, un desenlace que nadie creyó. Castillo y Zerón determinaron,
también, que la muerte fue consecuencia de un “accidente”, que tampoco nadie
creyó.
El
caso Ayotzinapa, cuya fabricación es de la autoría de Zerón de Lucio, va en el
mismo camino…
fuente.-
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