El sentimiento que invade
al General Brigadier Ricardo Martínez Perea cuando evoca los 15 años como
prisionero del estado es abandono, como si se combatiese solo a una tormenta.
La ira y el coraje quedan en un segundo lugar.
Uno contra la tormenta,
la lucha desde el abandono, es desde donde el militar aplica sus vivencias
durante 40 años de servicio para hacer un análisis sobre el papel de las
Fuerzas Armadas mexicanas en la estrategia nacional de seguridad:
“El Ejército Mexicano y
la Armada de México no deberían hacer labores de investigación, para eso existe
una policía encargada de investigar, perseguir y poner a disposición de las
autoridades competentes a los presuntos delincuentes…el poner al Ejército a
realizar tareas que no le conciernen devienen en acusaciones de participar en
actos de tortura y corrupción”.
Desde el 2006 cuando se
inició la guerra, lucha, y combate contra el narcotráfico y crimen organizado,
tanto en la generación de leyes como en su aplicación , éstas han operado
primero en la praxis y después en el ajuste necesario. Reflejo de una realidad
y violencia que han rebasado a la sociedad e incluso, al mismo Estado como en
Michoacán y Guerrero.
Contrario al deber ser de primero legislar y luego
operar. Lejos, infinitamente remotos, hacen eco histórico aquellos días cuando
las 8 columnas de los diarios y la opinión pública eran ocupados por una
persona desaparecida, una figura pública asesinada. Hoy el termómetro de la
desensibilización a la violencia se encuentra en la calma de una mujer
uniformada torturando a un civil.
Es urgente tener un marco
de derecho en el combate a la delincuencia organizada. Pero más urgente, que
las Fuerzas Armadas recuperen la otrora eterna confianza de la sociedad al
paralelo de una fuerzas de orden público que precisamente actúan para respetar
el mismo.
Lo anterior no es para
nada gratuito, para el General Brigadier el clima de violencia que nubla a la
República Mexicana, se puede entender en dos vertientes:
- La incapacidad
del Gobierno mexicano para generar estrategias de combate efectivo al
crimen organizado.
- No entender que
la delincuencia organizada crece debido a la pobreza extrema y a la falta
de oportunidades.
Esta falta de visión y de
acción generó, en propias palabras de Martínez Perea, el uso indiscriminado de
las Fuerzas Armadas en labores policiales sin un entrenamiento previo en el
ámbito civil.
“Con el afán de cumplir
cabalmente con sus órdenes y debido al descontento e inconformidad por parte de
la sociedad que exige todos los días la reducción de la violencia y el respeto
a los derechos humanos, los mandos militares se ven en la necesidad de castigar
duramente, no solo a los presuntos criminales, sino también a los compañeros de
armas…nos dejan indefensos”, sentencia el castrense.
En ese mismo sentido, es
prudente recordar que hasta la fecha las corporaciones militares carecen de un
marco legal que establezca las pautas sobre el enfrentamiento, detención,
investigación cuando fuerzas castrenses tomen bajo su bandera las operaciones
de las policías locales.
Casos como Tlatlaya,
Iguala o la reciente revelación de soldados torturando a un detenido civil son
muestra suficiente de la necesidad de dicho marco legal, de lo contrario el
cumplimiento del deber corre el peligro de convertirse en los crímenes que las
fuerzas del orden han jurado perseguir.
Huecos legales como los
mencionados con anterioridad facilitaron que el 3 de abril de 2001 se violaran
todos los rubros del debido proceso para detener y posteriormente encarcelar de
manera injusta durante 15 años a Ricardo Martínez Perea. Con un futuro
incierto, lleno de deudas económica, el castrense sabe que su libertad es
apenas una batalla ganada en la guerra por demostrar su inocencia.
“Tengo la presunción de
que la Juez Militar de Ejecución de Sentencias no actúe conforme a derecho y no
acepten su error al procesarme por un delito que no cometí. Acudiré a la
Suprema Corte de Justicia de la Nación si el fallo es contrario a lo esperado y
si no se me permite tener acceso a la justicia en mi país, recurriré a la
CIDH…desde el principio de mi proceso se han violentado mis derechos humanos”,
recalca el militar.
Desde el retorno a su
casa, el contacto con sus pares ha sido a través de redes sociales, donde sus
compañeros, jefes, oficiales, tropa y militares en retiro le han expresado su
apoyo y felicitaciones por su libertad. Apoyo moral que refuerza, en voz del
General, que los demás sepan que es inocente de los cargos que se le imputaron.
No es de extrañar que
ahora militares, marinos, policías y sus familias le soliciten ayuda en
procesos legales llenos de irregularidades.
La pregunta obligada al
General Brigadier frente a un hombre formado en las Fuerzas Armadas, ¿volvería
a ingresar a la Fuerzas Armadas?
Sabiendo todo lo que
podría sufrir tanto en su vida profesional como en la personal, su respuesta es
tajante y llena del orgullo propio de alguien que juró defender a su Patria de
cualquier amenaza interna y externa:
“Nací para ser soldado y
si volviera a nacer, volvería a hacerlo”.
Fuente.-
Redacción
Estado Mayor MX
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