Los ascensos en las fuerzas
armadas de mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto, vienen marcados por el
reconocimiento a militares que participaron como mudos testigos de la
desaparición de jóvenes en Iguala, no solo del caso de los 43 estudiantes
normalistas de Ayotzinapa, sino de episodios previos que siguen impunes.
• En la “guerra contra el narco”, la cacería de Joaquín “el
Chapo” Guzmán le valió llegar al grado de almirante al militar que desde hace
varios años encabeza al grupo especial de la marina, que trabaja bajo la tutela de las agencias
estadounidenses.
Guerrero y Tamaulipas, donde el
desastre en la inseguridad, las desapariciones forzadas, las narco fosas y
donde impera un clima de terror provocado por mafias infiltradas en el
gobierno, se convirtieron para la promoción militar del 2015 en medallas para
el ascenso.
El coronel José Rodríguez Pérez
se tardó 15 años en ascender al grado de general, pero tras su papel la noche
del 26 de septiembre del 2014 en Iguala, cuando un grupo armado atacó a un
contingente de estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa donde 43 jóvenes
fueron desaparecidos, su imagen al interior del ejército se “proyectó”.
La última vez que Rodríguez Pérez
apareció como comandante del 27 batallón de infantería fue el pasado 15 de
julio. Fue el día que ordenó desalojar a los padres de familia, estudiantes y
maestros que se manifestaban a las afueras del cuartel donde exigían se les
permitiera el ingreso para buscar algún rastro de los 43 estudiantes
normalistas desaparecidos. Las imágenes que circularon eran de una valla de
militares antimotines equipados con cascos, escudos y toletes cubiertos por una
nube de gases lacrimógenos disparando balas de “goma” contra los inconformes.
Tras la represión, al día siguiente fue relevado.
La noche en que desaparecieron
los 43 jóvenes, el coronel Rodríguez Pérez fue el primer mando militar que
recibió los reportes sobre lo que ocurría desde terreno enviados por el capitán
José Martínez Crespo. Su superior inmediato el entonces general de brigada
Alejandro Saavedra Hernández, comandante de la 35 zona militar de Chilpancingo,
tuvo el reporte minuto a minuto desde que los jóvenes salieron de la normal en
Tixtla, pasaron por la capital del estado y llegaron a Iguala, de acuerdo al
reporte del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
Saavedra ascendió el año pasado a general de división, ahora tocó turno a
Rodríguez Pérez llegar al generalato.
El pasado jueves 19 de noviembre
el Senado avaló vía “fast track” ―sin cuestionamiento alguno―, el ascenso de 69
generales, entre los grados de división, brigada, brigadier, y en la Fuerza
Aérea con rangos de grupo y ala. Con la marina se aprobó también la promoción
de 43 almirantes, entre vicealmirantes, contralmirantes y almirantes.
La promoción 2015 en las fuerzas
armadas, la de mitad de sexenio de Enrique Peña Nieto, tuvo dos militares a
destacar por su hoja de servicios. Un caso el del general de división Juan
Manuel Rico Gámez, quien como comandante de la 35 zona militar en Chilpancingo,
Guerrero, reconoció en el año 2012 que miembros del 27 de infantería tuvieron
“contacto” con un grupo de seis jóvenes desaparecidos en Iguala en marzo del
2010. Otro el del almirante del Cuerpo de Infantería de Marina, Marco Antonio
Ortega Siu, “el hombre de las agencias estadounidenses” en México, quien como
comandante de la Unidad de Operaciones Especiales de la Armada de México, es
quien encabeza los operativos contra Joaquín “el Chapo” Guzmán e Ismael “el Mayo”
Zambada.
Guerrero equivale a ascensos
En octubre del 2012 hubo una
reunión peculiar entre mandos militares en Guerrero y representantes de la
sociedad civil. En el encuentro el general Juan Manuel Rico Gámez, entonces al
frente de la 35 zona militar en Chilpancingo, aceptó que soldados habían
participado en la detención de seis jóvenes en marzo del 2010 en Iguala, y
quienes hasta el día de hoy se encuentran reportados como desaparecidos. El
momento en que fueron detenidos quedó documentado en un video, del que
familiares de las víctimas realizaron varias copias, y pese a la evidencia
Francisco Rubio Castro, agente del ministerio público militar, buscó corregir a
su superior jerárquico cuando leyó un reporte donde señaló que no los había
detenido el ejército, sino un grupo de personas “encapuchadas”.
El caso de la desaparición de
Francisco Alejandro García Orosco de 32 años de edad, propietario de un bar en
Iguala donde fue privado de su libertad junto a Sergio Menes Landa de 22,
Andrés Antonio Orduña Vázquez de 21, Olimpo Hernández Villa de 34, Zózimo
Chacón Jiménez de 22 y el menor Lenin Vladimir Pita Barrera de 17, involucró a
integrantes del 27 batallón de infantería entonces al mando del coronel Antonio
Reyes Rivera. La camioneta donde los jóvenes se transportaban a la feria de
Iguala, que usaban cuando trabajaban en fiestas y ceremonias donde montaban
luces y un equipo de sonido, quedó como evidencia. El vehículo tiempo después
fue ubicado en el estacionamiento de la 35 zona militar de la capital guerrerense.
Rico Gámez declaró que atendieron
el caso cuando personal militar “revisó a unos jóvenes que estaban bajando unas
cosas de un vehículo” y no encontraron nada. No abundó sobre su paradero ni
explicó qué hacía el vehículo estacionado tiempo después en instalaciones
militares. Cuando en junio del 2014 dejó la comandancia militar de
Chilpancingo, fue sustituido por Alejandro Saavedra Hernández. A partir de
entonces fue nombrado subjefe de inteligencia del Estado Mayor de la Defensa.
Su ascenso a general de división se dio tras 41 años de servicio, donde resalta
su estancia a mediados de los años noventa en la secretaría particular del
entonces secretario de la Defensa Nacional, Enrique Cervantes Aguirre. El curso
de administración para la instrucción de unidades pequeñas en la Escuela de las
Américas, en 1981 en Fort Gulick, Panamá. Su paso entre 1989 a 1991 como
agregado militar adjunto en la Embajada de México en Portugal. Y tiempo después
de 1996 a 1998 en la jefatura de la Policía Judicial Federal Militar. Más
adelante encabezó la sección séptima, inteligencia antinarcóticos, del Estado
Mayor de la Defensa.
El narco como medalla
La experiencia contra el narco
resalta en los expedientes de dos de los seis militares ascendidos al grado de
general división. Dagoberto Espinosa Rodríguez y Lucino Carlos Piedra Lezama
tienen en común su paso por Tamaulipas en años recientes, ambos tomaron el
pulso a la ola violenta que envolvió Reynosa y Matamoros donde entraron en
pugna dos facciones del cartel del Golfo.
En enero del 2010, el general
Piedra Lezama asumió el mando de la octava zona militar con sede en Reynosa en
medio de balaceras, bloqueos y asesinatos a todas horas en la vía pública
debido a la disputa por controlar este paso fronterizo al interior del grupo
denominado “Metros”. En abril muy cerca del poblado de Nuevo Guerrero, soldados
bajo su jurisdicción dispararon en un retén contra una camioneta donde viajaba
una familia completa. Ahí quedaron los cuerpos sin vida de los niños Bryan y
Martín Almanza Salazar de 5 y 9 años de edad, mientras sus padres resultaron
heridos.
Lejano había quedado su dicho
durante su paso de comandante en la 22 zona militar en Toluca años atrás,
cuando aseguró que en el combate a la delincuencia organizada no se tolerarían
abusos de la tropa. De Tamaulipas fue enviado en enero del 2013 a Guadalajara,
como comandante de la 15 zona, donde le tocó la expansión y control territorial
del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes dieron muestras de su
capacidad de maniobra cuando ejecutaron bloques en vialidades de la zona
metropolitana, tras la caída de algunos de sus líderes, y perpetraron ataques
contra soldados y policías en municipios como Tlajomulco de Zúñiga.
El general Dagoberto Espinosa
Rodríguez tiene anotado en su hoja de servicios que en 1992. cuando tenía rango
de mayor de caballería, realizó el curso de comando y estado mayor general en
Fort Benning, Georgia. De regreso al país quedó comisionado como analista en el
área de operaciones contra el narcotráfico, que entonces estaba a cargo de la
sección décima del Estado Mayor de la Defensa. Su experiencia de campo la tuvo
años atrás cuando se desempeñó como oficial de información e inteligencias en
la Fuerza de Tarea Marte, en Badiraguato, Sinaloa. A finales de los años 90
estuvo como agregado adjunto en la Embajada de México en Washington y de
regreso al país ocupó la jefatura de estado mayor en la 39 zona de Ocosingo,
Chiapas.
Estuvo nueve meses al frente de
la 34 zona militar en Chetumal, Quintana Roo, la cual dejó en octubre del 2014
cuando fue designado comandante de la octava zona militar en Reynosa. Cuando
llegó los municipios de Nuevo Laredo, Altamira, Mante y Tampico atravesaban una
de las peores sacudidas criminales debido a los enfrentamientos entre los Zetas
y facciones del cartel del Golfo que desde entonces pelean las rutas que pasan
por estos lugares. Choques armados, asesinatos a mansalva, balaceras a todas
horas en Matamoros y Reynosa, y la carretera la Ribereña convertida en
“carretera de la muerte”, contextualizan su ascenso a general de división.
Adolfo Domínguez Martínez, otro
de los generales que ascendió a divisionario actual comandante de la décima
zona militar que comprende el estado de Durango, fue agregado militar a la
Embajada de México en Washington del 2003 a 2004. De su expediente resalta que
entre enero y mayo de 1994, estuvo en Chiapas durante la fase más dura del
conflicto armado, pese a que su cargo oficial era coordinador en el Colegio de
Defensa Nacional en la ciudad de México. Desde esos años se hizo cercano
colaborar del general Tomás Ángeles Dauahare, quien lo nombró subdirector del
Colegio Militar en 2001 cuando llegó como director.
Juan Manuel Castillo Segura,
quien se desempeña como subjefe administrativo y logístico del Estado Mayor de
la Defensa, también fue ascendido a general de división. De su hoja de
servicios destaca su paso por la agregaduría militar en la Embajada de México
en Washington, y la secretaría particular del secretario de la Defensa Nacional
Guillermo Galván. Junto con el general Víctor Manuel Ruesga Ramírez, piloto
aviador de la Fuerza Aérea, son los nuevos generales que suman junto al escudo
nacional su tercera estrella que los acredita con el rango de división.
El “cazador” del Chapo
El lunes 18 de octubre del 2015
la Unidad de Operaciones Especiales de la marina, cuerpo de élite entrenado por
el Comando Norte de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, se había
retirado de la zona serrana de Tamazula, Durango, donde días antes habían
lanzado una operación con apoyo de la DEA, para la captura de Joaquín “el
Chapo” Guzmán. La orden de retirada vino de su comandante, el vicealmirante
Marco Antonio Ortega Siu, ya que las quejas de violaciones a los derechos
humanos habían generado demasiado “ruido” en la opinión pública lo que afectó
el objetivo del despliegue.
Ortega Siu es un militar que ha
tenido conflictos en años recientes con mandos de la armada de México por su
“protagonismo”, ya que suele ser muy hermético con las instrucciones que recibe
de forma directa del secretario de marina el almirante Vidal Francisco Soberón
Sanz. Fuentes de la dependencia señalan que en la incursión de la Unidad de
Operaciones Especiales en Tamazula y Cosalá, Sinaloa, no encontraron nada que
los acercara a su objetivo de capturar al Chapo. Hubo un enfrentamiento en el
área, uno de los helicópteros M-1 fue atacado pero no lo derribaron.
El mando de la operación recayó
en Ortega Siu, quien como comandante de la Unidad de Operaciones Especiales, ha
coordinado con apoyo estadounidense los operativos donde fueron abatidos en
diciembre del 2009 Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, y Antonio Cárdenas
Guillen en noviembre del 2010 en Matamoros.
Por su papel de interlocutor
“privilegiado” de los estadounidenses, Ortega Siu ha provocado recelos en las
áreas de derechos humanos en la secretaría de Gobernación. Fuentes de la armada
señalan que de esa dependencia han salido quejas contra el actuar del Unidad de
Operaciones Especiales, factor que orilló a su repliegue en la sierra de
Durango donde se dio paso a tropas de infantería de marina.
Fuentes de la armada señalaron
que Ortega Siu, quien oficialmente aparece como coordinador general del Cuerpo
de Infantería de Marina, está ubicado como interlocutor directo con agencias
como la DEA, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus
siglas en inglés) y el Servicio de Marshals, en la estrategia que busca detener
al Chapo Guzmán e Ismael “el Mayo” Zambada.
Ortega Siu fue el único oficial
del Cuerpo de Infantería de marina que este 2015 ascendió a almirante. Los
otros que lo hicieron pero como almirantes de Cuerpo General de la Armada,
fueron Jorge Alberto Burguete Kaller, Fernando Castañón Zamacona, Luis Orozco
Inclán y Jorge Luis Cruz Ballado.
fuente.-
Juan Veledíaz
@velediaz424
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