Investigadores y organizaciones ciudadanas del estado de Tamaulipas se
quejan de las autoridades federales y estatales por la falta de una política de
seguridad efectiva para frenar la violencia delincuencial en las ciudades
fronterizas.
Los grupos criminales han pasado de la economía ilegal a la
economía informal y, pese a la presencia masiva de corporaciones policiacas,
del Ejército y la Marina, sicarios y halcones ejercen un sigiloso o
sanguinariamente ruidoso control sobre las actividades clave del estado.
MATAMOROS 22/Feb/2015 (PROCESO) - El domingo 15 de febrero, en la
reunión número 30 del Grupo de Coordinación Tamaulipas (GCT), el gobernador
Egidio Torre Cantú expuso ante los mandos de la Secretaría de la Defensa
Nacional, la Marina y la Policía Federal los resultados de las acciones
emprendidas desde el domingo 1 en los municipios fronterizos de Matamoros,
Valle Hermoso, Río Bravo y Reynosa.
De acuerdo con el GCT, “se contabilizaron 23 reportes de enfrentamientos
entre grupos delictivos en pugna (Ciclones y Metros) y en 18 de esos casos
intervinieron las fuerzas estatales y federales que integran el Grupo de
Coordinación; (además), fueron abatidos 31 delincuentes”. Durante ese periodo,
los grupos delictivos realizaron 30 bloqueos en las localidades fronterizas de
Valle Hermoso, Matamoros y Reynosa.
No obstante, un oficial de la Octava Zona Militar confirma a Proceso que
hubo alrededor de 70 bajas, aunque los testigos aseguran que muchos de los
cuerpos no aparecieron porque sus compañeros se los llevaron para evitar que
los identificaran.
Al día siguiente, por enésima ocasión, las autoridades federales anunciaron
su decisión de “fortalecer las acciones” para combatir la endémica
violencia que sufre la entidad y de inmediato enviaron más efectivos militares.
Por la mañana se desplegaron por todas las calles de esta ciudad caravanas de
vehículos artillados de la Marina, del Ejército y la Policía Federal para
resguardar la reunión del GCT.
En una céntrica calle, cerca del hotel donde se alojan los federales, ocho
efectivos se colocaron sus chalecos y cascos antibalas y abordaron una
camioneta de doble cabina con la caja blindada y con una metralleta calibre 50
montada sobre la cabina y empezaron a supervisar la zona.
En un estacionamiento aledaño, dos hombres fingían revisar el motor de una
camioneta Van mientras un halcón informaba por radio sobre el despliegue de las
fuerzas federales. Desde horas antes, en los hoteles matamorenses de cuatro y
cinco estrellas, otros halcones presionaron a los empleados para que les
proporcionaran los registros de las personas que se hospedaron en ellos.
En otras ciudades, como la capital tamaulipeca, los registros de los
visitantes llegan al grupo criminal que controla la plaza a través del mando de
la Secretaría de Seguridad llamado C4 (Centro Estatal de Control, Comando,
Comunicaciones y Cómputo), según un oficial consultado por el corresponsal.
Antes, dice, ese trabajo lo realizaban agentes de tránsito al servicio del
Cártel del Golfo o Los Zetas, con retenes a las entradas de las ciudades.
En las carreteras de esta ciudad fronteriza, como en las de Reynosa y la
Frontera Chica, adolescentes armados suelen frecuentar las tiendas de
conveniencia de las cadenas Oxxo y Súper 7 que se ubican en las estaciones de
gasolina; van provistos de aparatos de radio frecuencia y celulares para
comunicar los movimientos a sus jefes. Les reportan la entrada de camionetas
sospechosas y escogen a los propietarios de vehículos lujosos para
secuestrarlos o despojarlos de su unidad.
Ahora, las carreteras tamaulipecas son consideradas las más peligrosas del
país. En la mayoría de ellas el tránsito de vehículos se suspende a partir de
las cinco de la tarde. En la carretera federal 101 que conecta a Matamoros, San
Fernando y Ciudad Victoria las líneas de autobuses tienen suspendidas sus
corridas nocturnas, e incluso el transporte de carga evitar circular por las
noches.
Frente a esa situación, los paisanos que vienen de Estados Unidos a visitar
a sus familiares optaron por organizar caravanas con decenas de vehículos y
solicitar a la Policía Federal y del Ejército que las escolten cuando transiten
por tierras tamaulipecas.
Aquí, en Matamoros, la actividad termina al caer la tarde. Los
negocios cierran a partir de las 17:00 horas y la población se refugia en sus
domicilios. La vida nocturna hace mucho que desapareció en la ciudad, en cuyo
centro se observan decenas de negocios y casas abandonadas.
Monopolios criminales
Integrantes del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social (CIESAS), del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y
la Justicia Penal, así como oficiales del Ejército reiteran que las medidas del
gobierno federal que se vienen aplicando desde la administración de Felipe
Calderón han demostrado su ineficacia, por lo que piden ir más a fondo, como en
Coahuila y Nuevo León, donde se desmantelaron cientos de negocios
ilegales como un primer paso para minar la penetración del crimen organizado en
la sociedad.
En su dossier titulado Seguridad, justicia y paz, el Consejo Ciudadano
sostiene que los jefes de los grupos criminales de Tamaulipas “quisieran
tenerlo todo y tener a la gran mayoría de los integrantes de la población
trabajando para ellos, en calidad de siervos o esclavos”.
El documento enumera la variedad de los negocios controlados por los
cárteles que operan en el estado; son decenas de antros ubicados en las
ciudades fronterizas, líneas de transporte público, yonques (deshuesaderos de
autos), hoteles y tortillerías, entre otros. Además controlan la venta de
cerveza y whisky, ya que son dueños de cantinas y bares. En Matamoros también
dirigen la venta de chatarra, metales y cartón.
También saquean a gran escala los oleoductos de Pemex por donde se importan
las gasolinas de la vecina ciudad de Brownsville; incluso tienen un popular
mercado rodante en el cual ofrecen todo tipo de mercancía de contrabando y
robada al transporte de carga. Cientos de policías federales y militares que
durante el día combaten al crimen organizado acuden por las noches a esos negocios
a consumir las mercancías que expenden.
Según investigadores del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Monterrey, los grupos criminales están monopolizando los negocios de la
economía informal para sumarlos a sus lucrativos negocios de la economía
ilegal: tráfico de armas, trata de personas y trasiego de drogas. Las
cifras conservadoras de los investigadores señalan que al apropiarse de una
parte de la economía informal, el crimen organizado sumó a sus filas al menos a
10% de la población.
Carlos Flores Pérez, integrante del CIESAS, cuestiona que se pretenda
combatir a las nuevas mafias incrustadas en la sociedad con despliegues de
fuerzas militares. Ese esquema se aplica desde el pasado sexenio de Felipe
Calderón y hasta ahora no ha mostrado resultados. El investigador lamenta que
el presidente Enrique Peña Nieto no cambie la estrategia por otra más eficaz
para frenar la delincuencia organizada.
En su libro Historias de polvo y sangre. Génesis y evolución del tráfico de
drogas en el estado de Tamaulipas, que presentó a principios de noviembre de
2014, Flores Pérez señala que los operativos policiacos y militares en las
regiones conflictivas del país sólo han sido paliativos que funcionan por
tiempo limitado.
Ello se debe, sobre todo, según el autor, a que el Estado no ha
profundizado acciones para combatir a los cómplices de cuello blanco de los
criminales, tanto dentro del gobierno como entre los empresarios.
Capos como Osiel Cárdenas Guillén, Miguel Ángel Treviño Morales, Jorge
Eduardo Costilla, El Coss, y el mismo Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, por
ejemplo, mostraron que carecían de la estructura financiera para realizar
grandes operaciones de lavado de dinero. Ahora, dice Flores, esta actividad la
realizan los capos con cómplices que no han sido tocados.
Según el investigador del CIESAS, en el lucrativo negocio del saqueo de
combustibles a Pemex participan trabajadores de la paraestatal, puesto que
tienen los conocimientos y la capacitación técnica para robar a gran escala la
gasolina y el diésel que luego se vende a empresas de Estados Unidos.
Y añade: las nuevas mafias que se han creado a partir de las pugnas en las
cúpulas de los cárteles se han enquistado en la sociedad al diversificar sus
negocios. Por lo tanto, los despliegues militares han resultado ineficaces para
combatir a esos grupos.
Los integrantes del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la
Justicia Penal demandan a las autoridades “poner fin al saqueo de Pemex
mediante una real investigación de los colaboradores de los grupos criminales
dentro de la empresa”.
Negligencia
Para el oficial de la Octava Zona Militar consultado por Proceso Jalisco,
el gobierno de Tamaulipas se ha negado a profundizar acciones contra el Cártel
del Golfo y Los Zetas, debido a la complicidad de altos funcionarios con esos
grupos.
Durante 2009, cuenta, fueron degollados nueve soldados en distintos bares y
cantinas de la zona metropolitana de Monterrey que pertenecían al crimen
organizado. Sus ejecutores los abandonaron en otros lugares para evitar que los
relacionaran con los delincuentes. La comandancia de la Séptima Zona Militar
mantuvo en secreto esos crímenes “para no desmoralizar a la tropa”.
Sin embargo, los mandos militares forzaron al gobierno de Rodrigo Medina a
cerrar más de 30 antros, bares, locales de table dances y prostíbulos ilegales
sobre la “alegre” calle Villagrán, en el primer cuadro de Monterrey. El propio
Cártel del Golfo contribuyó a cerrar antros: en junio de 2011 ocho sicarios
arribaron al bar Sabino Gordo y mataron a 21 personas, entre clientes,
empleados y los guardias que cuidaban la entrada.
Semanas después, el Ejército realizó un amplio operativo en la calle
Reforma del centro de la ciudad. El 19 de julio de 2011, por ejemplo, alrededor
de 600 efectivos de la Sedena y la Marina, así como elementos de la Policía
Federal y estatal, cerraron ocho cuadras para destruir 600 puestos fijos
y semifijos donde Los Zetas distribuían artículos pirata y de contrabando.
En Coahuila, el gobierno de Rubén Moreira realizó varios operativos para
clausurar y asegurar decenas de negocios relacionados con el crimen organizado.
En Torreón y municipios de La Laguna se cerraron al menos 20 hoteles, 30
negocios de yonques, 19 centros de rehabilitación ilegales, así como decenas de
bares y casinos. En Saltillo y otras ciudades del estado se instrumentaron
medidas similares.
Pero en Tamaulipas las
cosas son diferentes. Pese a la violencia creciente, las autoridades estatal y
federal se niegan a emprender acciones radicales para frenar a los grupos
criminales y garantizar la seguridad a la población. Aquí, según los académicos
consultados y los integrantes del Consejo Ciudadano, el gobierno federal
permite que las bandas continúen operando desde las prisiones estatales,
pues se niegan a trasladarlas a penales federales de alta Seguridad.
por puros lideres de pandillas ese orejon ese 98 y a ese gafe que le faltan huevos para matar a pero para matar viejas que le saquen la lengua a su vieja para pronto manda las estacas bonito jefe que sus comandantes ya se oye el eco de que si no puede que seque de donde anda
ResponderBorrarTamaulipas al servicio del narco el director de la policia ministerial Porfirio Castillo tiene la estrategia de seguir delinquiendo gracias a que Egidio Torre lo tiene ahi para que siga recaudando dinero de los carteles ya que es suegro del exsecretario de Eugenio Hernandez mejor conocido como "el coche" desde ahi se da el neopitismo donde la hija de Porfirio Castillo esposa de "el coche" esta en la nomina del mpio dr Miguel Aleman como asesora juridica gracias las peticiones de Porfirio Castillo lugar donde.tiene al cmdte Noe.Hinojosa otro que tiene mucho que ver con el narco
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