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sábado, 21 de febrero de 2015

CRISIS de AUTORIDAD en MEXICO: THE NEW YORK TIMES.


  • Un ex comerciante de ganado hace malabares con dos teléfonos celulares para guiar a dos camiones con voluntarios armados que han reemplazado a las escasas fuerzas policiacas en una franja de pequeños pueblos.
  • Un potencial candidato a la Alcaldía planea hacer campaña casi enteramente desde su departamento, porque teme por su vida.
  • Los manifestantes golpean las regjas de bases militares y han desalojado a alcaldes de casi la mitad de los ayuntamientos del Estado.

A medida que arranca la temporada electoral en el Estado de Guerrero, lo que ha sido, cuando mucho, un escaso control sobre el orden en la Entidad más violenta de México se desintegra rápidamente.

Mexico,D.F 21/Feb/2015 Después de la desaparición de 43 estudiantes de una escuela normal rural en septiembre —que se cree fueron víctimas de una alianza entre bandas de narcotraficantes, políti- cos locales y la Policía municipal— grupos activistas han prometido trastocar las elecciones de junio en nombre de los estudiantes.
“El movimiento no-elecciones podría cobrar fuerza”, dijo Juan Angulo Osorio, editor de El Sur, un periódico de Guerrero. “Es visto como la única manera de castigar a los políticos”.
Al mismo tiempo, la frustración
con la incapacidad de las autoridades para controlar a grupos del crimen organizado, que trafican heroína y crean terror mediante el secuestro y la extorsión, lleva a un creciente número de comunidades a tomar el control de su propia segu- ridad.
Lo que aviva la ira es la evidencia de que ni Guerrero ni el Gobierno fe- deral actuaron sobre las repetidas advertencias del vínculo entre un cartel local y el Alcalde de Iguala, donde policías dispararon y mataron a algunos estudiantes antes de que docenas desaparecieran.
El caso “es el detonador de una crisis de instituciones”, dijo Rogelio Ortega, Gobernador interino del Estado.
“El problema del crimen organizado y su penetración en las instituciones no es sólo herencia de Iguala”, indicó. “Es más amplio, es más extenso —en Guerrero y en el País”.
El Gobierno federal ha intentado dar carpetazo al caso de los estudiantes desaparecidos. El Procurador General, Jesús Murillo Karam, ha dicho que las confesiones y evidencias físicas han confirmado que los estudiantes fueron detenidos por policías de Iguala por órdenes de su Alcalde, José Luis Abarca, y entregados a miembros de la banda de narcotraficantes Guerreros Unidos, quienes mataron a los jóvenes y luego quemaron los cuerpos.
El mismo día que el Gobierno federal declaró que los estudiantes estaban muertos, el Presidente Enrique Peña Nieto dijo que México “debe avanzar con mayor optimismo”.
Pero pocos aquí creen que Guerrero avanzará. “La vergüenza de Guerrero es que hay muchos Abarcas”, señaló Ortega, un catedrático universitario designado después de que el anterior Gobernador dejó el cargo en octubre, desacreditado por sus lazos con Abarca.
Al centro de la zozobra están las familias de los estudiantes, quienes aguardan en el escueto campus de la escuela en el pueblo de Ayotzinapa, a 20 minutos por carretera desde Chilpancingo, la capital del Estado.
El Gobierno trata de “impedir que las familias se movilicen”, declaró Melitón Ortega, padre de Mauricio Ortega, de 17 años, estudiante de primer año desaparecido. “Quieren que nos resignemos”.
Hasta ahora, expertos han identificado a sólo un estudiante desapa- recido, Alexander Mora Venancio, de 19 años, a partir de fragmentos óseos hallados en el sitio donde el Gobierno dice que los jóvenes fueron asesinados.
Entre las familias y sus partida- rios se ha afianzado la convicción de que los estudiantes están retenidos por el Ejército, aunque no hay pruebas de ello. 


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