¿La bonanza petrolera produce malos
gobiernos? La pregunta merece un estudio académico serio. Yo, por lo pronto,
tengo la impresión que la respuesta es afirmativa por lo menos en América
Latina incluyendo a México. ¿Por qué?
Mexico,D.F 16/Feb/2015 Tomemos, primero, el caso de Venezuela. Es
un desastre. No tengo la menor duda que ese país se dirige al caos social. Su
gobierno dilapidó miles de millones de dólares del último boom petrolero. La prensa reporta una corrupción
rampante. A pesar de estar literalmente nadando en crudo, de tener las reservas
de hidrocarburos probadas más grandes del mundo, los venezolanos no tienen
papel para limpiarse el trasero. Para comprar los bienes de consumo más
básicos, la gente hace filas enormes. Al parecer, la pobreza es mayor que
cuando Hugo Chávez tomó posesión y decretó su Revolución
Bolivariana. Muchos de los venezolanos con mejores calificaciones profesionales
han emigrado dejando un enorme hueco en el capital social de ese país. Ni qué
decir de la democracia liberal que sólo existe en el papel. Lo que está
sucediendo en Venezuela es una tragedia. Y me temo que lo que viene es peor.
En otro nivel, lo mismo sucedió en México.
Quiero ser muy enfático: estamos muy lejos del desastre venezolano. Lejísimos.
Pero sí es cierto que el último boom petrolero
aquí también produjo malos gobiernos, sobre todo en los estados.
La riqueza petrolera le permitió a los
gobiernos de Fox yCalderón llevar la fiesta en paz con los priistas
quienes, después de perder el poder presidencial, se refugiaron en los
gobiernos estatales. Los dos presidentes panistas transfirieron una bestialidad
de recursos a los estados producto de los altos precios del petróleo. De repente,
los gobernadores se encontraron con miles de millones de pesos a su
disposición. A fin de gastárselos a su gusto, comenzaron por comprar a la
oposición en los Congresos y a los medios de comunicación locales. A billetazos borraron la necesidad de rendir
cuentas. Acto seguido dilapidaron y abusaron de los recursos que recibían de la
Federación. Y en muchos casos, los gobernadores y sus equipos se enriquecieron.
Es lógico: la gran mayoría de los humanos
enloquece cuando recibe, de pronto, toneladas inesperadas de dinero sin tener
que rendirle cuentas a nadie. Es la maldición de la riqueza fácil, en este caso
del petróleo. Hugo Chávez, para legitimar su
Revolución y sublimar su narcisismo, gastó miles de millones de dólares. Fidel Castro fue uno de los grandes beneficiarios:
el ícono revolucionario de América Latina apapachó a su
cachorro venezolano a cambio de mucho dinero.
Lo mismo le sucedió, a otro nivel, a
nuestros gobernantes en México. ¿Cuánto dinero fácil del petróleo gastaron
nuestros presidentes para llevar la fiesta en paz y los gobernadores para
convertirse en caciques adorados en sus estados?
El problema del dinero fácil del petróleo
es que no genera incentivos para gobiernos buenos y responsables. NiChávez ni Maduro ni los
gobernadores mexicanos hubieran podido hacer lo mismo si, en lugar de dilapidar
los recursos petroleros, hubieran gastado dinero recaudado a través de
impuestos. Una cosa es que la ciudadanía tolere los excesos de caciques
tropicales porque los recursos no salen de su bolsa sino de lejanos pozos y
otra es que se metan en sus bolsillos. Los oaxaqueños hoy estarían pegando de
gritos si los presuntos departamentos de Murat hubieran
salido de sus impuestos. Lo mismo los guerrerenses, veracruzanos,
chihuahuenses, mexiquenses, michoacanos, en fin, cualquier mexicano de haberse
enterado que los dispendios, abusos y corruptelas cometidas por sus gobernantes
hubiera salido de sus impuestos y no del dinero fácil del petróleo.
Pero ahora viene lo bueno. Porque, como
suele suceder con el mercado de los hidrocarburos, el boom terminó. Vienen los tiempos de ajuste, de
apretarse el cinturón. Ahora habrá menos dinero para el boato, la compra de
Congresos y medios de comunicación, más todo lo que se puede hacer con el
dinero fácil del petróleo. La buena noticia es que los ajustes fiscales suelen
producir mejores gobiernos en México. La mala es que aquellos que se
acostumbraron a mamar del pecho petrolero reaccionan muy duro para que no les
quiten su lechita.
Fuente: @leozuckermann
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