En diciembre pasado comenzó el proceso electoral que en junio de este año tendrá como objetivo renovar diputaciones federales y que por homologaciones y coincidencias con otros calendarios estatales harán que esta elección intermedia sea muy diferente a las anteriores, por lo menos en lo que ha expectativas se refiere, pero no se ve ni por dónde podría votar más de entre el 40 o 45% del padrón (o sea el abstencionismo seguirá triunfando), ni que sustancialmente despierte un interés legítimo y rompa de una vez por todas con la apatía que se presenta en este tipo de comicios.
Mexico,D.F 17/Feb/2015 Otras cosas que aderezaran esta elección intermedia, es que será en teoría la que tendrá el más grande padrón electoral, en la que se gastará más dinero, en la que se pondrán a prueba los “nuevos” modelos de fiscalización, las tan esperadas candidaturas ciudadanas y demás productos que se nos venden y que en su conjunto darán forma y someterán a funcionamiento a la reforma electoral aprobada en este sexenio, que de antemano si me atrevo a predecir y le meto billete en serio a que será el más grande los fracasos en lo que a esta especialidad nos ha tocado ver históricamente.
También este proceso se verá sometido a la lupa de la sociedad civil, opinión pública, organismos nacionales no gubernamentales y organismos internacionales para ver si se pueden superar problemas como la penetración del crimen organizado en la imposición de candidatos y colusión con partidos políticos y de plano si en estados como Guerrero y Michoacán se podrán llevar a cabo dichas elecciones, por mencionar solo algunos lugares.
Lorenzo Córdova, mandamás del INE, se pronunciaba durante el banderazo de salida del inicio de este periodo electoral (en diciembre de 2014) y exhortaba a la ciudadanía a que por medio del voto se castigará a los partidos políticos y a los candidatos que no hayan cumplido o hubieran incurrido de plano en delitos, que este es el momento para que la sociedad se movilice y para que se haga sentir en los destinos de la cosa pública y de este país.
Lamento mucho contradecir al Consejero Presidente del INE y de plano hacerle notar que es una mentira lo que a ese respecto dice y que esta imagen que se nos ha vendido de que solo votando el país que se ha “democratizado” desde hace unos casi 20 años encontrará por medio de este mecanismo la solución a todos sus problemas. Lo que se deja ver y sentir es que no ha cambiado nada, que la cosa empeora y que ahora los culpables no es uno, o sea, el PRI, sino el conjunto de los partidos políticos y la clase política nacional, le duela a quien le duela y le cueste a quien le cueste.
Y es que con lo ocurrido en Iguala, con la probable (ya casi confirmada) matanza de los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, se dejó ver la punta del iceberg en el que vivimos actualmente, conocimos un síntoma más inequívoco de la gravedad que hace parecer que nuestra nación agoniza. Es tan evidente el grado de descomposición político, económico, social y cultural que se agudizó el fenómeno de la crisis de credibilidad del que ya he escrito y que dio paso a esta serie de artículos.
Pero no solo por Ayotzinapa me atrevo a contradecir al Consejero Presidente del INE, tampoco por simplemente encontrar en los malestares de las mismas estadísticas oficiales otras muestras que nos hacen notar que el rumbo del país se ha errado, sino porque incluso dentro del modelo electoral que usamos cotidianamente desde hace 20 años y que de producto netamente ciudadano pasó a ser rehén de los partidos políticos (porque irresponsablemente lo permitimos) se evidencia que la supervisión constante de los que gobiernan y la participación permanente de los ciudadanos son variables necesarias, pero que incluso cumpliendo con ellas fracasaría dicho modelo electoral.
En efecto, en circunstancias ideales de absoluta legalidad, equidad y participación ciudadana (constante, o sea, diaria), también fracasaría este modelo electoral (como se notará en los próximos comicios electorales) porque seguimos distrayendo nuestra atención con los síntomas y no con la enfermedad subyacente, o sea, el mal original que provoca que nada funcione y que los demás sistemas o subsistemas colapsen.
Ejemplo rápido, conciso y sencillo. Con todo lo que vivimos estos últimos cinco meses en el país, uno de los “beneficiados” fue el partido acción Nacional, tanto que al verse no tan inmerso en los hechos que ocurrieron en Iguala posicionaron la idea del Sistema Nacional AntiCorrupción (los sistemas se pondrán de moda en México y la clase política nacional), dicen bien orgullosos: “Metamos a la cárcel a los corruptos”.
Si lo hiciéramos no alcanzarían las cárceles del país para meter a tanto cabrón ratero y la clase política nacional junto con los partidos políticos se verían reducidos a menos del 10 % de la totalidad que los conforman, se está confundiendo la gimnasia con la magnesia, la cómoda de tu hermana con el chango de Tampico y la papaya tapatía. El problema no es la corrupción, ni la impunidad, el problema radica en para qué se promete y cómo se cumple.
Es tan grave el momento en que vivimos que todos coincidimos que se necesita una refundación del país, unos lo ven de una forma, otros de otra, algunos como mejor les parece, y hasta ya nació un “Constituyente” ciudadano que no me explican junto con todos los demás que se pronuncian en el tema: ¿Cómo le van hacer para poner de acuerdo a TODO un país?, que por principio de cuentas no sabe qué es la democracia, mucho menos la nuestra, e incluso lo que significa la división de poderes.
Y es que perdónenmen pero discúlpenmen, para refundar un país, para recontratarnos socialmente, primero tenemos que darnos cuenta que todo está mal (cosa que ya sucedió) y luego tener claro que país queremos, hasta ahí la dejo, luego vienen otras cosas, pero con la segunda, ahí es donde la puerca tuerce el rabo y los puerquitos la cola, en el desorden que se organiza al tratar de ponernos de acuerdo, los únicos beneficiados son los que se hacen llamar políticos y otros vivales.
En la serie de crisis de credibilidad escribía que el problema que atravesamos es un problema comunicativo, y solo tendrá su solución desde lo comunicativo, desde la palabra como extensión primaria del pensamiento de cada uno de nosotros y en el acuerdo de esas palabras, la construcción y cumplimiento de las leyes. El medio por el cual se debe materializar esa solución en efecto es lo electoral, pero no con el sistema que nos han vendido y con el que vivimos cotidianamente.
Esta es la historia de una serie de demandas que se interpusieron en el año de 2009 en contra de 16 diputados federales que habían notariado sus “promesas de campaña” y que su servidor junto con otros ciudadanos les reclamamos su cumplimiento ante tribunales civiles. 15 fracasaron como muchos otros intentos que se han llevado a lo largo de nuestra historia como país, pero una demanda llegó a buen fin, un final feliz que me atrevo a calificarlo de histórico.
Se sentenció a una Diputada Federal, ahora connotada Senadora, a cumplir con sus promesas de campaña (o sea, es cosa juzgada), de no haberlo hecho no hubiera podido brincar a su hoy nuevo cargo público, y además habría tenido que reparar el daño cometido. Con este resultado dejo en evidencia no solamente que usted y yo en cualquier momento podemos reclamar a cualquier político o remedo de político sus promesas de campaña y las tienen que cumplir, no es si quieren, y de no hacerlo, créame, verían frustradas sus aspiraciones futuras.
Muy a pesar del Consejero Presidente del INE y otros, con el resultado de ese ejercicio me alcanzó para poner en evidencia la disfuncionalidad del sistema electoral actual y la conformación de uno que dadas sus características es irreductible y sus beneficios mayores e infalibles a los que hoy nos regala los ordenamientos actuales en materia electoral.
¿Me creería usted si yo le dijera que el autor intelectual de este nuevo sistema electoral producto del detergente ciudadano fue Enrique Peña Nieto? Aunque usted no lo crea, fue él quien puso la primera piedra, con su palabra cumplida, pero jamás se dio cuenta ni él, ni sus colaboradores, cosa que también quedará clara.
Esta es la historia del “Detergente Ciudadano”. ¿Cómo nació? ¿En qué consiste? ¿Cuáles fueron sus obstáculos? ¿Cómo sobrevivió a un intento de plagio? ¿A quiénes se demandaron? ¿Cómo se dio la sentencia a favor y cómo evidencia la necesidad de otro sistema electoral? ¿Cuáles son sus implicaciones y consecuencias?
FUENTE.-@Hecpegar
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