La cumbre trilateral de este jueves en Washington DC tiene elementos paralelos a la conversación sobre el rumbo y el destino del T-MEC. Uno de ellos es el pedido del Gobierno de México al Departamento de Seguridad Interior de EU para que se autorice la presencia de 15 agentes del Centro Nacional de Inteligencia en diversas ciudades EU.
Estos agentes, según explican en Palacio Nacional, trabajarán para recabar información y combatir el tráfico de armas ilegales de EU hacia México. Estas armas tienen por destino equipar a las organizaciones delictivas que operan en el país.
El tráfico de armas es un flagelo para México y este año el gobierno de Andrés Manuel López Obrador interpuso una demanda contra el complejo armamentístico de EU en un juzgado de circuito en Massachussets.
México realizó estos pedidos de permiso hace ya tres meses, a las pocas horas de que el consejero de Seguridad Nacional de Joe Biden, Jack Sullivan, se reuniera con Marcelo Ebrard en CDMX, el pasado 10 de agosto. EU también está solicitando visados para veinte agentes de la DEA que buscan arribar a México.
Este intercambio de permisos, burocrático, tedioso, muy distante a lo que el imaginario popular entiende por el espionaje y la inteligencia, se ha convertido en un asunto que demanda la propia intervención de los jefes de estado ya que a ambos lados de la frontera existen inconvenientes.
Los militares mexicanos siguen muy renuentes a las operaciones conjuntas con la DEA. En tanto, el aparato de seguridad de EU demanda múltiples requisitos y averiguaciones sobre los agentes que México pretende instalar en el país vecino.
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