Debió haber sido un inicio de sexenio de susto para Carlos Romero Deschamps. Símbolo de la corrupción priista, la llegada al poder del presidente Andrés Manuel López Obrador y su promesa de democratizar los sindicatos seguramente lo tenía bastante preocupado.
Romero Deschamps ha encabezado desde tiempos de Carlos Salinas de Gortari, y gracias a él, el poderoso sindicato petrolero.
Pero bien dicen que las penas con pan son menos. Y si algo no va a faltar a la mesa de ese sindicato es pan: Carlos Romero Deschamps y su incondicional Ricardo Aldana, varias veces legisladores del PRI, controlan a través del sindicato el jugoso negocio de las pipas de Pemex. Esas que son blancas, grandotas, con el logotipo de Pemex, todas esas son del sindicato. Y con la decisión del presidente AMLO de cerrar los ductos, cuando circulan por las calles las pipas levantan más miradas y suspiros que un(a) modelo con ropa entallada.
Las pipas están más demandadas que nunca. Gran negocio para el sindicato petrolero. Las pipas están haciendo corridas extras para tratar de mitigar el desabasto de gasolina. Gran negocio para el sindicato petrolero.
Los piperos, que son todos sindicalizados, están trabajando y cobrando horas extras. Gran negocio, vía sus cuotas, para el sindicato y sus mandamases Romero y Aldana, quienes se dan vida de magnates y cuyos excesos han estado a la luz de todos.
Pemex tiene mil 800 pipas. Las controla el sindicato. No son muchas si pensamos el tamaño del desabasto y la extensión del país. Hay también algunas pipas de empresas privadas pero son las menos. En realidad, en el país hay pocas pipas, por eso no se están dando abasto.
El error central de implementación de la loable intención de acabar con el huachicoleo es el momento en que decidieron hacerlo.
Hay dos épocas del año en las que las reservas de combustible están al mínimo porque la gente demanda de manera extraordinaria: Navidad-Año Nuevo y Semana Santa-Pascua. En sitios como la Ciudad de México, Guadalajara, Acapulco, las reservas bajan a solamente medio día de combustible almacenado. Es decir, operan en el límite.
Los nuevos funcionarios no tomaron eso en cuenta y cerraron los ductos en el momento en que más iban a afectar a la ciudadanía.
Cuando decidieron encomendar toda distribución del combustible a las pipas se dieron cuenta de que no había suficientes y que la ingeniería de las estaciones de almacenamiento está armada para que se reparta en ductos y pipas por separado, y no es tan sencillo como "mover la manguera" para que llene la pipa en lugar de llenar el ducto.
Quizá el ejemplo más claro es Tuxpan. Hay buques llenos de combustible anclados ahí, pero la terminal no puede recibir de los buques más gasolina y diésel porque no tiene espacio para almacenarlos, porque no ha podido repartir a la misma velocidad de antes.
Fuente.-historiasreportero@gmail.com
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