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sábado, 19 de enero de 2019

RELATO del "SOLDADO ANONIMO QUE NO HIZO NADA" y POBLADORES de TLAHUELILPAN...las horas del soldado no coinciden con las versiones oficiales.

El verde de la pradera de pronto se torna negro carbonizado. Todavía quedan bidones y garrafones desperdigados, testigos mudos de la tragedia. Algunos están vacíos y otros medio llenos de un líquido que ayer fue un arma letal, que apuntó y disparó al corazón del pequeño municipio mexicano de Tlahuelilpan, en el Estado de Hidalgo, a 100 kilómetros de la capital mexicana. El estallido en una fuga de una importante tubería de gasolina, provocado por un pinchazo clandestino, sesgó la vida de 73 personas, dejó 74 heridos y culminó con salvajes llamas una tarde que había empezado como una fiesta. 

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Horas antes, Isidora Pérez, de 63 años, estaba volviendo de su trabajo en una tienda de productos naturales. Por la ventanilla del autobús vio a gente correr por las calles del pueblo de 8.000 habitantes. Llevaban bidones y garrafones. Un poco más adelante, unas 300 personas sacaban combustible de una fuga en medio de un prado lleno de maleza. “Vaya, era un desmadre”, pensó. Al llegar a casa, halló a sus dos sobrinos, David y Raúl. También ellos llevaban tres garrafones de 50 litros cada uno. 
-“No vayan, no hay ni dónde estacionarse de tantas camionetas que hay”, les dijo. 
-“Llevamos a los niños para que vigilen la camioneta mientras cargamos”, le respondieron. 
-“Al menos agarren un sweater y una lámpara para ver”, agregó Isidora. 
Cuando regresó con la lámpara, ya se habían ido. Todavía no han vuelto a casa. Raúl se encuentra en el hospital militar de Ciudad de México, donde se atienden a 17 de los heridos, con el 95% de su cuerpo cubierto de quemaduras. Es uno de los heridos graves que fueron trasladados la madrugada del sábado para recibir tratamiento. David, el otro sobrino, no aparece. Pérez está en el lugar del accidente buscando noticias, pero sin resultado. Desde un pequeño montículo observa un batiburrillo de forenses, policías estatales y federales que cepillan el lugar en busca de restos. Hay, al menos, 20 cuerpos carbonizados sin identificar. “Nomás vinieron a meterse en la boca del lobo”, piensa Pérez. 
Esa boca se abrió hacia las 14.00 de la tarde del viernes. Un soldado de 34 años, que no quiere revelar su nombre, asegura que a esa hora la patrulla del ejército a la que pertenece, de tres vehículos y 25 militares, descubrió a unas pocas personas ordeñando la gasolina del ducto. No es cualquier tubería; es la que lleva el combustible desde el puerto de Tuxpan, en la costa oeste del país, hasta la importante refinería de la ciudad de Tula, a pocos kilómetros de Tlahuelilpan. 
El soldado asegura que, al poco de llegar, comunicaron la situación a Petróleos Mexicanos (Pemex). Esta versión difiere de la oficial, que sitúa la llegada del ejército después de las cinco de la tarde. Poco después de la patrulla comenzó a llegar la gente. Los soldados intentaron asegurar la zona, pero fueron superados en número por la gente. “Son demasiados; eran camiones llenos”, se dijo el soldado. “¿Qué podíamos hacer? No les puedes impedir el paso”. 

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La presión en la tubería hizo que la gasolina subiera hasta seis metros de altura.

La presión en la tubería hizo que la gasolina subiera hasta seis metros de altura.SOCIAL MEDIA REUTERS

“Toda Tlahuelilpan estaba allí”, recuerda Miguel López, de 46 años. “Era como una procesión; una fiesta”. Un vídeo que circula por las redes sociales muestra cómo, al cabo de unas horas, un chorro de unos siete metros baña a las personas congregadas: una fuente de gasolina. Él asegura haber observado la escena desde el camino. Su sobrino Guzmán, de 20 años, otro de los desaparecidos, está entre los que fueron a sacar combustible. Hidalgo es uno de los Estados afectados por el desabasto de gasolina provocado, en parte, por el plan del Gobierno para combatir el robo de hidrocarburos. Las estaciones de servicio de Tlahuelilpan llevan más de 15 días con suministro intermitente y largas colas de coches. “La gasolina está escasa y la población estaba desesperada”, justifica López.

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La voz se corrió y, con ayuda de las redes sociales, llegaron personas de varios municipios vecinos. Todas cargaban el garrafón, lo dejaban en las camionetas y volvían a la tubería con otro vacío bajo el brazo. Y así sucesivamente. Esa dinámica se prolongó durante horas, mientras el Ejército se mantenía como testigo a cierta distancia. Algunos se desmayaron por el olor, cada vez más penetrante. A las 18:50 horas, según el Gobierno, la tubería estalló y la columna de fuego quemó cuerpos, ropa, bidones y maleza. Varios heridos corrieron entre llamas, eran antorchas vivientes. Trataron de apagarse en una zanja con agua que bordea la pradera. Antes del estallido, al menos tres personas presentes en el lugar recuerdan haber escuchado el sonido de seis o siete balazos, una versión que el Gobierno rechaza. La causa de la explosión no ha sido determinada aún. 
La tragedia azotó este viernes, pero pudo haber sucedido antes. El Estado de Hidalgo es el segundo con más tomas clandestinas del país, solo por detrás de Puebla. Tlahuelilpan ocupa un lugar estratégico para el tráfico de combustible robado porque está sobre una tubería que transporta 30.000 barriles diarios de hidrocarburos. El director de Pemex, Octavio Romero, aseguró el sábado que en los últimos tres meses se habían detectado 10 tomas clandestinas en el municipio. La última, el pasado 18 de diciembre, provocó un incendio sin víctimas.
Esta vez es diferente. “Café y bollos para el susto”, dice una voluntaria que reparte víveres. En la pradera, pequeños grupos de familiares esperaban noticias. Buscaban el nombre de su pariente en las listas de muertos o heridos. La que sea, con tal de saber. Patricia Vázquez buscó toda la noche a su hermano, de 29 años, de hospital en hospital. Hablaba por teléfono con otros familiares mientras caminaba por el lugar del incidente. “No, no hay noticias”. Debe ir a la ciudad de Tula para dejar una muestra de saliva que sea cotejada con los cuerpos aún sin identificar. “La gente quería aprovechar sin saber que arriesgaba su vida”, dice Vázquez. “A lo mejor todos somos culpables”.
Fuente.-Diario Español/

2 comentarios:

  1. Una historia hospedada en la tragedia que no cambia la realidad. Nuestra sociedad es la que debe cambiar. ¿cómo cambiará un gobierno si sus actores emergen de la misma sociedad?. ¿porque meter la mano a la boca del lobo si sabes que serás mordido?. Ignorancia.. aunque duela pero asi es.

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    1. Muy cierto, ha sido la ausencia de derecho y de "derechos" en un ecosistema donde la probabilidad de ser castigado es poca o casi nula, donde el gobierno ha sido tradicionalmente "complice" por acción u omisión y una fabrica 24/7/365 de corrupción.

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