El 23 de marzo de 2039. Ese día saldrá de la prisión Mario Aburto Martínez, el hombre al que el Estado mexicano acusa de haber matado de dos tiros a Luis Donaldo Colosio Murrieta y el reo más protegido bajo datos cerrados. Su expediente está clasificado como confidencial y ningún mexicano que no sea él mismo puede tener acceso. No puede saberse nada de su aspecto físico 24 años después. Tampoco si aún se considera inocente o si “al verdadero asesino” lo mataron en un taller mecánico como escribió en una carta que le dirigió a su familia en 1994.
Se trata del único hombre que podría brindar luces sobre este trauma social cuya investigación se detuvo en 2000 y fue puesta bajo reserva en una bóveda del Archivo General de la Nación. Ahí está la evidencia videográfica en VHS en la que el hombre que disparó aparece de frente. Ahí está todo. Y para que Mario Aburto sea libre faltan otros veinte años y cuatro periodos presidenciales.
Mario Aburto Martínez es el reo mejor guardado bajo datos cerrados. Desde que el 24 de marzo de 1994 fue presentado por la Procuraduría General de la República (PGR) a los medios informativos de México y el mundo, jamás ha vuelto a aparecer de manera oficial. No se sabe cuál es su aspecto físico hoy, qué piensa de la funesta tarde de Lomas Taurinas cuando cayó acribillado Luis Donaldo Colosio Murrieta y cómo evalúa el asesinato por el que purga una condena de 45 años.
Han pasado 24 años de la tortuosa tarde de Lomas Taurinas y Aburto Martínez se ha convertido en el único que puede dar testimonio de qué ocurrió. Desde octubre de 2000, al final del sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), la investigación judicial se detuvo por completo y fue enviada a la reserva a la bóveda del Archivo General de la Nación. Mientras, el expediente del hombre identificado con el nombre de Mario Aburto Martínez se mantiene clasificado como confidencial y nadie que no sea él mismo o un familiar autorizado puede tener acceso. Para Mario Aburto sí hay una fecha marcada. El 23 de marzo de 2039 será liberado. Faltan cuatro sexenios.
Eso respondió a SinEmbargo, el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social de la Comisión Nacional de Seguridad cuando se le preguntó a través de Transparencia cuál era el peso físico del reo y si sería indultado. Lo que se deseaba era saber si Aburto estaba vivo. “A todo interno se le abrirá un expediente único al momento de ingresar a un Centro Federal y los datos o constancias de cualquier naturaleza que obren en el expediente único o en los archivos del Centro Federal, tendrán carácter de confidencial”. Además: “(esos datos y constancias) únicamente podrán ser solicitados por el titular de dichos datos o por un representante previamente acreditado”, argumentó.
Respecto a la fecha de liberación, brindó: “ … Se tiene considerado como fecha de compurgamiento el día veintitrés de marzo del año dos mil treinta y nueve”.
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Por ahora, nada se sabe si Aburto aún se considera inocente y si al “verdadero” asesino lo mataron en un taller mecánico, como sostuvo en 1994 en una carta que dirigió a su familia.
Habla el joven Mario Aburto de 1994 a través de una carta que le dirige a su familia y que está contenida en el Informe de la Investigación del homicidio del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta:
“… Los internos del Penal creen también en mi inocencia. Y la gente afuera también cree en mi, porque saben perfectamente bien que soy inocente. Sólo unas cuantas gentes que le conviene seguir viéndome como culpable y seguir haciéndome culpable de un delito que no cometi (SIC)”.
Las palabras del prisionero impregnan el tomo II del Informe de la Investigación del homicidio del Licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta. Aburto contaba así su desgracia:
“Les soy sincero, esta prisión, es verdaderamente el infierno de hielo, donde trabajan gentes en su mayoría malas y sin escrupulos; y de los internos hay algunos que están aquí solo por ser pobres y no tener dinero para pagar un buen abogado, hay otros que están presos injustamente; pero también hay algunos malos que son de lo peor. Aúnque nadie de ellos me molesta ni me dicen cosas feas, al que si molestan mucho es al hermano mayor del expresidente, que le gritan de cosas tan feas que inclusive no me atrevería a reproducirlas o transcribirlas (SIC)”.
Este año, a las 17:00 horas del 23 de marzo (en la capital mexicana eran las 19:00 horas), Luis Donaldo Colosio Murrieta cumplirá 24 años de asesinado. Son los mismos que tiene en prisión el hombre llamado Mario Aburto Martínez, a quien el Estado acusa de los dos disparos mortales que recibió en la cabeza el entonces candidato del PRI. Tres fiscales y un subprocurador, además de una inversión de millones de pesos, arrojaron que no hubo conspiración y esta muerte se debió al impulso de un único hombre.
La comunicadora Talina Fernández quien estaba a cargo del proyecto de ventas por televisión CVC de Televisa-Tijuana, aún describe el evento como “sorprendente”. En una entrevista de vida que le ofreció al periodista Gustavo Adolfo Infante para el programa “El minuto que cambió mi destino” y que fue transmitida el 11 de septiembre de 2017 por Imagen Entretenimiento, dijo respecto a Aburto (minuto 17:24):
“ … Me voy a Lomas Taurinas. Tenía yo un chofer que se llamaba Don José. Y era una hondonada, como montaña por los cuatro lados y hasta abajo, Lomas Taurinas. Y un gentío. No había manera de acercarte a Luis Donaldo. No había. Por eso es tan sorprendente que haya llegado este cuate que le dio un balazo. Bueno …”
El día del asesinato, hubo una reunión de Gobernadores en la Ciudad de México, convocada por el presidente del consejo general del Instituto Federal Electoral (el IFE, ahora INE). Todos los Gobernadores asistieron. Menos uno: Manlio Fabio Beltrones, Gobernador de Sonora.
Después de que fue enterado de los disparos, el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari le pidió ayuda a él por ser el mandatario estatal más cercano a Tijuana. Una de las preguntas que el ex Presidente tuvo que contestar a la Fiscalía Especializada fue por qué le solicitó ayuda al Gobernador de Sonora y no al de Baja California, lugar del asesinato. Palabras de Salinas: “Busqué al Gobernador de Baja California y se me informó que no estaba en su estado. Por ese motivo, y estando presente en mi despacho el coordinador de la campaña de Colosio, el doctor Zedillo (Ernesto Zedillo Ponce de León), me comuniqué con el Gobernador de Sonora para pedirle que siendo el más cercano al lugar de los hechos se trasladara a la ciudad de Tijuana, cosa que hizo”.
La primera declaración ministerial de Mario Aburto ocurrió a las 19:30 (hora de BC) el mismo 23 de marzo. En ella estuvieron José Luis Pérez Canchola, entonces procurador estatal de los Derechos Humanos, así como Xavier Alfonso Carbajal, presidente del Colegio de Abogados, y Emilio Rabasa.
Manlio Fabio Beltrones se presentó en los separos de la Procuraduría General de la República (PGR) en Tijuana como “enviado presidencial” y sacó al detenido para hablar con él “en la playa”. A partir de este episodio, el fantasma de la suspicacia cayó sobre su ser. Aquí surgió la hipótesis de que hubo dos Aburtos, uno el capturado en el mitin; otro, el que fue presentado a los medios. El cambio se habría hecho después del interrogatorio de Manlio Fabio Beltrones.
Si no se conoce el testimonio de Mario Aburto Martínez -uno público, ante los ciudadanos- será imposible saber cómo fue que las autoridades concluyeron que actuó solo y que no hubo autores intelectuales vinculados a la política o el narcotráfico. No podrá saberse tampoco cómo fue que dilucidaron que no hubo dos Aburtos. O tres.
DUDAS BAJO DATOS CERRADOS
Detenida en 2000, la investigación del homicidio de Luis Donaldo Colosio fue guardada bajo reserva en la bóveda del AGN con dudas que no fueron disipadas ante los ciudadanos. Ahí está en formato VHS la evidencia videográfica en la que aparece, de frente, el hombre que disparó. Está también cuando fue atrapado por la multitud que atestiguó.
Estatura diferente, un lunar, el cuello más ancho y un reloj fueron diferencias notables por los televidentes de aquella época.
A la vuelta de los años, el Informe de la suprocuraduría especializada para el caso puede ser consultado en el portal de la PGR. Según este documento, las diferencias notadas por la audiencia se debieron a un fenómeno llamado “discordancia visual”. En el papel quedó asentado: “ … Se observó que, en apariencia, las características del sujeto analizado eran discordantes, pero esto ocurre regularmente, máxime cuando las imágenes fueron captadas en diferentes circunstancias. Así es que se consideró a los factores propios de la fotografía y del video como los causantes de esta distorsión de las características formales, cromáticas y métricas”.
La Subprocuraduría especializada en el caso analizó imágenes de varios instantes: los inmediatos a los hechos, en Lomas Taurinas; los de la presentación en la Subdelegación de la PGR en Tijuana, el 23 de marzo; los del evento ante los medios de comunicación en el penal de Almoloya el 25 de marzo de 1994 y los de Aburto como recluso el 29 de marzo de 1994.
Y esto dijo respecto a la diferencia de cuello: “Se debe a la posición de su cuerpo respecto a su cabeza”. Aburto –el que ingresó al penal de Almoloya de Juárez en el Estado de México en 1994- desplazó “su región cefálica hacia atrás, en tanto que la posición de la cabeza del sujeto de la otra imagen era vertical, aunque también a ello se aúna un inconveniente técnico: la iluminación”.
Se lee en el expediente: en las imágenes del 25 de marzo de 1994, la proyección de la luz que incidió sobre la cara y el cuello de Aburto Martínez provocó sombras a sus costados.
El expediente también fue guardado con la duda de la diferencia de estatura. Esta surgió porque en dos peritajes de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal se consignaron datos contradictorios. En uno, Mario Aburto Martínez medía un metro con ochenta centímetros. En otro, elaborado en la misma dependencia, tenía un metro con setenta centímetros.
El informe de la subprocuraduría especializada admite que esto sugirió que no era el mismo individuo. Y dice también que los dictámenes los firmaron las mismas personas. Pero la misma instancia resolvió que ello se debió a que “por simple observación de las fotografías, consignaron la estatura que les pareció más adecuada, según su particular apreciación, y esto generó confusión”.
El rostro de Aburto fue descrito en los periódicos con un lunar. El dictamen del 5 de abril de 1998 de la PGR (Ya llevaba cuatro años en prisión) concluyó que el lunar que vieron los periodistas eran “manchas de sangre provenientes de las heridas causadas a Mario Aburto en la porción parietal izquierda cuando fue golpeado por la gente al ser detenido en Lomas Taurinas”.
En el Informe se indica también que cuando Mario Aburto Martínez rindió su declaración ministerial el día de los hechos, se puede apreciar en su mano izquierda el mismo anillo que porta el sujeto que fue detenido en Lomas Taurinas. Y aunque un subcapítulo del Informe está titulado como “Sospecha sobre la supuesta correa de reloj”, de la diferencia del color de la correa no dice más.
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Una vez que fue identificado y establecida su identidad, la subprocuraduría especial para el caso se abocó a resolver las sospechas que conducían a la sustitución del victimario. Dilucidó entre aquellas versiones que indicaban que hubo otros dos en la escena: Ernesto Rubio Mendoza –quien fue asesinado en un taller mecánico en Tijuana la misma noche en que fue baleado Colosio- y Jorge Antonio Sánchez Ortega.
Los estudios privados de la antropóloga francesa Josianne Pujol y el contador Humberto López Mejía cuestionaron también la identidad del hombre que purga la condena.
Habla el Aburto de 1994 en la carta que dirigió a su familia:
“Me di cuenta, el que mato al Lic. Colocio lo mataron en un taller mecanico. Pero me imagino que él solo no lo hiso, tuvo que haber sido ayudado por otros malvados delincuentes de su calaña.
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