La primera Navidad de Joaquín Guzmán Loera en una cárcel de máxima seguridad de Nueva York tuvo dos únicos momentos que le rompieron el aislamiento férreo y rutinario en el que vive desde hace casi un año: la visita de sus hijas y una llamada con su hermana Bernarda.
Tal y como pudo confirmar EL UNIVERSAL, las gemelas María Joaquina y Emali Guadalupe vieron a El Chapo el pasado 21 de diciembre, como si fueran un regalo adelantado.
Llegaron al penal acompañadas por su madre Emma Coronel, fiel guardiana de sus hijas. La esposa del capo no pudo entrar, todavía vetada para entrar a verle.
Era la tercera vez desde agosto que las gemelas visitaban a su padre.
No fue el único regalo que recibió en estas fechas: hace unos días pudo llamar a su hermana Bernarda durante 15 minutos, tal y como confirmó a EL UNIVERSAL Eduardo Balarezo, abogado de Guzmán.
Además de estos dos momentos familiares, la vida de El Chapo en el Metropolitan Correctional Center (MCC) de Manhattan no ha variado mucho desde que el 19 de enero de 2017 fuera extraditado a EU: sigue en una celda minúscula, en aislamiento completo y en condiciones que le están afectando física y sicológicamente.
Lo único que le rompe la dura rutina carcelaria es la visita semanal de sus defensores y la hora de ejercicio diario que se le permite. El resto de las horas se queda inmóvil en su celda. Desde hace unas semana cuenta con una Biblia —que Balarezo le compró por Amazon y que estuvo casi mes y medio en inspección para comprobar que no tuviera mensajes ocultos— y un diccionario inglés-español, con los que pudiera revisar y comprender las pruebas con las que el gobierno de Estados Unidos le acusa de hasta 17 delitos por narcotráfico.
Lo que ya ha sido descartado, tal y como confirmó el abogado, es que un sacerdote pueda hacerle visitas rutinarias de fe. Las autoridades han prohibido que bajo ningún concepto pueda recibir visitas externas más allá de los familiares autorizados.
Todo ello ha deteriorado la salud del capo, aunque todavía no ha llegado al nivel de poder ser declarado “incompetente” mentalmente y esquivar el juicio. El análisis sicológico solicitado por la defensa, que se realizó a mediados de otoño, concluyó con un “reporte que nota varios problemas” en la sique de El Chapo, pero aún lúcido.
Sin embargo, Balarezo no descarta volver a solicitar otro examen, derivado del deterioro que en su opinión está presentando desde principios de diciembre. “Le vuelve a fallar la memoria, repite mucho”, explicó el abogado.
Hace meses, la defensa teme por la salud del capo dentro del penal. No sólo física —está más flaco, se queja de dolores de cabeza y garganta constantes—, sino también mentales. En algunas ocasiones ha sufrido alucinaciones y principios de depresión.
Toda esta situación dificulta el trabajo de preparación de un juicio que sigue sin fecha, tras el aplazamiento aprobado a finales de diciembre. La disminución de las capacidades de Guzmán Loera en la cárcel dificultan el análisis de los más 290 mil documentos de pruebas que la fiscalía tiene en contra del narcotraficante.
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