El gobierno de Peña
Nieto es un desmadre pero ahora se ha enredado, como era de esperarse. Ningún
gobierno hubiera querido “liberar” el mercado de las gasolinas, dijo el
presidente, pero el mío lo tuvo que hacer, agregó, de tal forma que ese
gobierno en realidad no lo es.
El motivo es mantener
la estabilidad económica del país, pero eso es justamente lo que está
empeorando con la especulación del combustible. El principal elemento de la
estabilidad son los precios, otros factores pueden tener importancia pero no
tanta.
Peña Nieto no mencionó
en su enredo discursivo que el impuesto IEPS no se paga en el extranjero sino
sólo dentro del pais, pues no es un gravamen a la importación sino a la
producción. Por eso se dice que existe un IEPS negativo, pero así será siempre
que no haya suficiente gasolina producida dentro del país.
A pesar de que el
combustible no está comprendido en el TLC (NAFTA), su importación no ha estado
gravada. Son otros impuestos los que operan en el mercado de la gasolina de
importación, los cuales pueden armonizarse para lograr la estabilidad y sobre
todo un precio congruente con la economía.
Pero el gobierno no
sólo se niega a aceptar que la mejor forma de estabilizar fiscalmente a las
gasolinas es produciéndolas en México, sino que también regula mal ya que los
incrementos de precios fueron friamente calculados por las autoridades.
Peña-Videgaray-Meade están en la necedad de que los importadores sean varios y
se “supere” de tal manera el monopolio comercial de Pemex.
Lo que en realidad se
busca –lo hemos dicho desde hace tiempo– es acabar con esa empresa pública
aunque tenga que ser poco a poco, para lo cual puede ser que les falte vida
política a los privatizadores de la industria y los yacimientos. Ya se verá
pronto.
El grupo que ostenta
los cargos de gobierno hace las peores cosas en el peor momento. Esa debería
ser una nueva definición de la palabra desmadre dentro del diccionario
mexicano.
Justo cuando se firman
concesiones a empresas extranjeras para explotar yacimientos de hidrocarburos
le imponen al país un sobreprecio a las gasolinas, aunque éstas no tienen
porqué ser más costosas en México que en Texas, lo cual es parte del enredo de
Peña Nieto pues él no ha sido capaz de explicar cómo es que tal cosa puede ser
posible.
Peña no ha podido
decir en pocas ni en muchas palabras (en realidad no explicó nada) de qué
manera se salvará el país pagando más por las gasolinas. Sólo dijo que el
principal autor del gazolinazo, Luis Videgaray, será ahora secretario de
Relaciones Exteriores, pero sin decir que esto se debe a su proximidad con
parte del entorno político de Donald Trump, lo cual convierte la designación en
algo dirigido a satisfacer a un gobierno extranjero.
Para desenredar la
situación se requiere que el pueblo (concepto sociológico en desuso) le haga
entender a Peña Nieto que no puede seguir haciendo lo que él no quiere hacer
pero que ya hizo, es decir, elevar el precio de las gasolinas, menos aún cuando
el incremento empezó hace 10 años y ya lllevamos 150%.
Pues bien, como se ha
colmado la paciencia de la gente, el gobierno debería detener el proceso de
incorporación de las nuevas empresas o cambiar las reglas bajo las cuales han
sido convocadas a concurrir en un mercado que empieza en el mayor desorden
posible, es decir, con el aumento grosero de los precios.
Ya se han convocado
manifestaciones populares. Lo que la situación requiere es que éstas se
conviertan en algo permanente, es decir, en un movimiento con acciones
pacíficas diarias, grandes y pequeñas, por todas partes. Un gran movimiento
podría ubicar al gobierno en la circunstancia de detener su ofensiva de precios
o irse. Estas cosas así se resuelven o no se resuelven. Esperemos que todo vaya
bien y que si no cede el gobierno se establezca uno nuevo que sí sepa ceder.
Sería lo mejor para México.
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