Lo que sucedió en el penal de Topo Chico, en Nuevo
León, es “bola cantada”. Todos, desde el presidente Enrique Peña Nieto hasta
los custodios, saben que en las cárceles mexicanas lo único seguro que va a
suceder es la violencia. Los cadáveres que están recogiendo sus familiares
hablaron. Lo malo es que ninguno quiso oír.
Sordo
fue, sobre todo, el secretario de seguridad pública de Nuevo León, general
Cuauhtémoc Antúnez Pérez. Militar omiso, además.
Es
oportuno reproducir lo que hace meses publicamos en este mismo espacio, porque
si algo ha cambiado es para empeorar:
¿Qué
entra a las cárceles mexicanas? De todo: mujeres, bandas de música, comida,
celulares, televisiones, aires acondicionados, droga, botellas de licor y niños
que acompañan la condena de los mayores. Todo se compra, todo se vende con el
mayor cinismo, a la vista de todos. Los custodios no son tales, sino policías
castigados con ese trabajo.
Poco
más de 250 mil internos viven en condiciones infrahumanas. Muchos venden su
espacio en una celda y duermen fuera, sobre el piso, para que otro u otros
puedan hacerlo más cómodamente. El hacinamiento es el mayor problema de todas
las cárceles estatales.
Duncan
Wood, director del Instituto México del Wilson Center, asevera que el Gobierno
no presta atención a las prisiones. Mientras que el senador Omar Fayad,
presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Senado, afirma que el
sistema penitenciario es vulnerable.
Datos
de la Secretaría de Gobernación aseveran que hay sobrepoblación en 210 cárceles
de las 387 que tenemos en el país. Existen 256 mil 448 internos, federales y
del fuero común, sentenciados y procesados, mientras que la capacidad de
nuestros penales es de solamente 203 mil 434 reos.
Nos
sobran más de 50 mil. O si se prefiere, hay necesidad de una celda por cada
cuatro, hace falta 20 por ciento de espacio en todo, hasta para defecar.
La
mayoría de estos internos no tienen uniforme, viven en condiciones precarias,
no pueden pagar su fianza ni los honorarios de un abogado, desconocen el
sistema penal y no tienen familiares. Por lo tanto, son utilizados por los
internos que trasladan su poder criminal a las cárceles.
¿Quién
quiere invertir en esto? ¿Qué Gobierno estatal tiene más de 3 mil millones de
pesos para construir una nueva cárcel? La manutención de un reo en nuestro país
es muy cara. Hay que pagar la luz, los empleados, los custodios, los
instructores, los psicólogos, los abogados, todo lo que a partir del sexenio
pasado se volvió obligatorio para poder caminar hacia la readaptación social.
Un
Gobierno puede “invertir” quinientos o mil pesos diarios por reo, pero no tiene
el menor interés en mejorar sus condiciones de vida ni resolver el hacinamiento
que, a su vez, genera violencia, riñas y asesinatos.
Más
de cien mil mexicanos están a la espera de ser sentenciados. Viviendo en el
miasma más imposible de describir. No cuentan con capacidad para confrontar a
los criminales que en ese mismo cosmos aterrador tienen todo a su favor para
seguir siendo poderosos, respetados, temidos, ricos y, sobre todo,
delincuentes.
La
autoridad penitenciaria ha administrado el terror y la corrupción en los
penales de baja o media seguridad. A veces sin saber siquiera cuántos son los
reos.
Visualizar
esta bestia de mil rostros que son las cárceles mexicanas es un ejercicio que
requiere de todas las disciplinas y de todas las dedicaciones. No se ha hecho.
No
se han comprendido las grandes vertientes de realidad que nutren el problema:
La falta de un sistema de aplicación de justicia que fortalezca la presunción
de inocencia, y que al hacerlo impida que “presuntos inocentes” purguen penas
que no les corresponden. Y la falta de infraestructura, de personal capacitado,
de tecnología en prisiones sobre saturadas de internos que cuentan con recursos
económicos y de organización criminal superiores a los de la autoridad.
Fuente.-
Isabel Arvide
@isabelarvide
Valen verga
ResponderBorrarEse credo primo de cleofas ay esta el cleofas no que trai la camiseta bien puesta con el cdg y pasando información a su primo credo de los zetas
ResponderBorrarApoco el Credo es primo del Celofas?
BorrarPero lo pelea era Zetas contra Zetas.