La decapitación y ejecución con saña caracterizó la fatal trifulca del
penal estatal de Topo Chico, Nuevo León, que dejó 49 reos muertos.
Es el sello que en sus mejores tiempos distinguió a Los Zetas, considerado
uno de los grupos criminales más sangrientos por la forma de ajusticiar a sus
rivales.
Cuando empezaron a operar, Los Zetas adoptaron la decapitación como una de
sus prácticas, a fin de generar terror. Se trata de una práctica que después
fue utilizada por otras organizaciones criminales como La Familia Michoacana y
Los Caballeros Templarios, principalmente.
De acuerdo con testimonios de lo que ocurrió en el penal de Topo Chico,
hubo reos a los que les cortaron la cabeza y otros a los que les destrozaron el
rostro. Los combatientes enfurecidos utilizaron diversos objetos punzocortantes
para atacarse entre sí.
La mayoría de las víctimas fueron asesinadas con puntas o a golpes.
Según autoridades estatales, sólo uno de los reos recibió un disparo de
arma de fuego.
Priscila, hermana de Ismael Salazar, uno de los presos fallecidos, relata
que él purgó cuatro de los cinco años de prisión a los que fue sentenciado.
Desesperada, asegura que el cuerpo quedó irreconocible, muestra de la saña
con que lo agredieron.
Los médicos no confirmaron al cien por ciento que se tratara efectivamente
de su hermano.
Éstas son las huellas de la rivalidad entre los grupos liderados por Juan
Pedro Saldívar Farías, El Z-27, y Jorge Iván Hernández, El Credo.
Algunos reos fueron arrastrados y después les prendieron fuego, según
testimonios.
Los 12 internos heridos fueron llevados al Hospital Universitario de
Monterrrey, donde actualmente reciben atención médica.
Fuente.-
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