En Sonora, mientras la gobernadora Claudia Pavlovich se entretiene en demostrar los presuntos actos de corrupción de sus antecesores, los cárteles de Sinaloa y de los hermanos Beltrán Leyva siembran el terror. Aunque divididas, ambas organizaciones han sabido infiltrarse en el Ejército y los mandos policiacos, según el reportaje que Zeta, el semanario tijuanense, comparte con Proceso.
DESIERTO DE ALTAR, SON.– La guerra contra el narcotráfico en Sonora –una de las entidades de mayor incidencia de delitos federales– se ha convertido en un problema tan difícil para las autoridades mexicanas que sus pares estadunidenses han ofrecido ayuda para reforzar sus programas y acciones de inteligencia.
Además del trasiego de drogas, gran parte de las cuales se introducen a territorio estadunidense, los grupos delincuenciales realizan otras actividades ilícitas, como trata de personas, secuestro de migrantes, robo de combustible de los ductos de Pemex y tráfico de armas. También perpetran homicidios, presuntamente amparados por algunos mandos militares de la región.
Los integrantes del Cártel de Sinaloa no sólo libran pugnas intestinas; se enfrentan asimismo a la organización de los hermanos Beltrán Leyva, lo que mantiene a la entidad en la zozobra desde Navojoa, en los límites con Sinaloa, hasta San Luis Río Colorado, colindante con Baja California.
Debido a la extensión de Sonora y a la insuficiencia de recursos humanos y materiales para solventar el problema, las autoridades federales han optado por asegurar los cargamentos de droga que por tierra, mar y aire transportan los narcotraficantes y los burreros que atraviesan el desierto para hacer sus entregas al otro lado de la frontera.
El lunes 4, funcionarios de seguridad de ambos lados de la línea se reunieron en Hermosillo, donde acordaron elaborar una agenda bilateral para combatir a la delincuencia en la región. Según el gobierno de Estados Unidos, el corredor Sonora-Arizona “es la ruta primaria” utilizada por los cárteles para introducir drogas desde México.
La administración estatal, encabezada desde hace cuatro meses por la priista Claudia Pavlovich Arellano, se mantiene más ocupada en demostrar presuntos actos de corrupción de sus antecesores que en cumplir la promesa de dar mayor seguridad y justicia a los sonorenses.
La guerra entre “sinaloas”
Para el gobierno federal, son dos los cárteles predominantes en Sonora: el de Sinaloa y el de los hermanos Beltrán Leyva, antes aliados. Al primero pertenecen las organizaciones de los Salazar, asentados en Navojoa, y Los Memos, que operan en Sonoyta, quienes además de sus pugnas internas están en franca guerra con los sicarios de los Beltrán, representados por el clan de Los Trinis de Ciudad Ogregón.
En el caso de los Salazar, aun cuando sus principales líderes –Adán Salazar Zamorano y Jesús Alfredo Salazar Ramírez– se encuentran recluidos en penales de máxima seguridad y es factible su extradición a Estados Unidos, sus familiares buscan expandirse a Puerto Peñasco, punto clave para el desembarco de grandes alijos de drogas.
Y Los Memos, dirigidos por Adelmo Niebla González, El Señor o El G-3, quien se fugó el 26 de mayo de 2014 del penal de Aguaruto, en Culiacán, a través de un túnel de más de medio kilómetro, intentan recuperar el terreno perdido durante el tiempo en que su líder estuvo encarcelado.
En 2008, en Menager, Arizona, la agencia antidrogas estadunidense (DEA) señaló que Niebla González era socio de Joaquín El Chapo Guzmán y de Ismael El Mayo Zambada. También expuso que el narcotraficante “compró un rancho con pistas de aterrizaje clandestinas utilizadas por miembros del Cártel de Sinaloa y tiene registros de tener el control de tráfico de heroína, mariguana y cocaína a través de Sonoyta, Caborca y Puerto Peñasco”.
Durante 2015 los episodios de violencia fueron frecuentes entre ambos grupos, principalmente en Caborca, El Sásabe, Sonoyta e Ímuris. En las refriegas también murieron policías estatales y municipales, y otros varios quedaron heridos.
Los Salazar también están enemistados con Los Trinis, de Ciudad Obregón, liderados por Trinidad Olivas Valenzuela, El Chapo Trini, conocido por la crueldad con la que elimina a sus rivales. No obstante, fuentes de inteligencia militar consideran que Sajid Emilio Quintero Navidad, El Cadete, es quien tiene más poder en Sonora.
Quintero Navidad es hijo del legendario narcotraficante Emilio Quintero Payán, sobrino de Juan José Quintero Payán, El Juanjo, y primo de Rafael Caro Quintero. Emilio y El Juanjo fueron maestros de muchos de los pistoleros y jefes de plaza que hoy dirigen organizaciones delictivas en todo el país, incluidos El Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva.
Aunque las ejecuciones han disminuido en Ciudad Obregón por el supuesto repliegue de los Salazar, quienes entre 2012 y 2014 sufrieron muchas bajas, las acometidas continúan y han alcanzado a los medios de comunicación.
La madrugada del 31 de diciembre pasado dos vehículos de Medios ObSon, uno de ellos asignados al director Martín Alberto Mendoza Salazar, fueron atacados con bombas molotov.
Militares en escena
El avance de los grupos delictivos que hoy disputan los territorios de Sonora no sería posible sin la cooptación de jefes policiacos. En este escenario, el Ejército tampoco escapa al poder corruptor del narcotráfico, como quedó de manifiesto con algunos mandos y elementos comisionados en la Base de Operaciones Caborca y en el grupo de Inteligencia Militar en Esperanza, Sonora.
A partir de declaraciones de soldados y sicarios, las autoridades detectaron la infiltración del narco en las filas castrenses.
En enero de 2015, durante la persecución de Humberto Cantón Pradel, El Cantón o El Chilango, presunto lugarteniente del Señor en la plaza de Sonoyta, mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) detectaron la supuesta protección al capo por parte de elementos del 22 Regimiento de Caballería Motorizada.
En esa ocasión, al menos tres tenientes de caballería, un sargento, un cabo y varios soldados fueron investigados, entre ellos el teniente Hugo Andrés Robles Muciño, de la Base de Operaciones de Caborca, quien fue encarcelado y procesado en el Juzgado Cuarto Militar, adscrito a la Primera Zona Militar, por el delito de traición a las Fuerzas Armadas.
De acuerdo con la causa penal 85/2015, en marzo de 2014 Robles Muciño comenzó a filtrar información al Cantón a cambio de una retribución de 40 mil pesos semanales. Él y varios de sus subordinados pasaban datos relacionados con los movimientos del personal militar, así como de las denuncias ciudadanas que recibían y de los aseguramientos que realizaban.
La acusación detalla que Robles “proporcionó información considerada como clasificada a integrantes de la delincuencia organizada”. El propósito era evitar que los integrantes del Cártel de Sinaloa fueran detenidos cuando trasladaban narcóticos de México a Estados Unidos.
Era un “secreto a voces” que Robles Muciño y los otros dos tenientes encargados de los turnos en la Base de Operaciones de Caborca “estaban arreglados” para dejar operar al grupo de Cantón Padrel, declararon el cabo Damián Ibarra Fierro y los soldados Francisco René Ramírez García y César Alexis Cruz González.
Ramírez García detalló incluso que algunos de sus compañeros de tropa solían reunirse con El Cantón en una marisquería para proporcionarle información. Y agregó que su compañero Ibarra Fierro le confirmó “que dichos tenientes trabajaban igual que nosotros para la organización criminal”.
La banda del Chapo Trini, de los Beltrán Leyva, también infiltró a las Fuerzas Armadas, sobre todo en el área de inteligencia. Durante las tareas de recolección de información que realizaban en Ciudad Obregón, las tropas se fueron compenetrando con los narcotraficantes hasta ponerse de su lado.
El testimonio de Juan Pablo Arvizu Servín fue clave para conocer la estructura del grupo delictivo del Cadete y de la forma en que algunos soldados sucumbieron ante el narco.
Arvizu Servín tenía 18 años cuando ingresó al Ejército, donde ya estaba su hermano Jorge Alonso. Su alta en la milicia fue el 1 de junio de 2008. Al año y medio se integró a un grupo de inteligencia militar, donde comenzó a capturar información sobre los narcomenudistas.
Sabía nombres, apodos, domicilios, horarios y datos de los vehículos en los que se ellos movían. Se interesó tanto en el modus operandi de la organización criminal predominante en Ciudad Obregón que se introdujo en ella; incluso se hizo adicto al crystal y la mariguana, según declaró cuando fue detenido.
La información que Arvizu Servín reportaba a sus superiores sirvió para que los miembros de los Salazar fueran detenidos. Sin embargo, eso le costó muy caro: los sicarios de esa organización ejecutaron a su hermano Arnoldo a las puertas de su ferretería. Meses después él desertó y comenzó a distribuir droga para Los Trinis. Contó que además participó en varios homicidios.
Onichi Campos, El Güerito, amigo de Arvizu Servín en el Ejército, fue aprehendido primero que él y reveló los nombres y apodos de los principales colaboradores del Chapo Trini y El Cadete.
Los decomisos
Durante 2015, los aseguramientos de enervantes en territorio sonorense por parte de agentes federales y tropas del Ejército en ruta hacia Arizona y Baja California se multiplicaron.
El 28 de enero, en Navojoa, fue descubierto un tractocamión con más de cuatro toneladas de mariguana; el 17 de abril fue localizado un tráiler en el Puerto Fronterizo Nogales III con otras ocho toneladas; el 2 de mayo cayó un trailero en Hermosillo con una tonelada, y cuatro días después fue incautada media tonelada más en Agua Prieta.
A partir de junio los decomisos se incrementaron. El día 17, elementos del Ejército encontraron 14 toneladas de mariguana en una caja refrigerante abandonada sobre la carretera federal Puerto Peñasco-Sonoyta; el 24, en la Garita de San Emeterio, fueron asegurados 350 mil dólares que estaban ocultos en un compartimento de la caja de un tráiler; a finales del mes las autoridades federales informaron de la incineración de 73 toneladas de mariguana en zonas de cultivo detectadas días antes.
El 10 de julio, en diferentes acciones, agentes federales aseguraron una tonelada 470 kilos de la yerba en Nogales y 45 kilos de metanfetamina en Santa Ana. Tres días después, otras dos toneladas y media del estupefaciente, así como armas, cartuchos y granadas en Caborca, Altar y San Luis Río Colorado, y aseguraron 11.5 millones de dólares en San Emeterio dentro de un camión cargado con fruta.
El 31 de julio, durante un cateo en Ciudad Obregón, se decomisaron ocho armas de fuego, 792 cartuchos, 23 cargadores y una granada; al día siguiente, en Agua Prieta, los soldados incautaron media tonelada de mariguana. El 13 de agosto, en San Luis Río Colorado, interceptaron tres toneladas 250 kilogramos de mariguana; acción en la que hubo tres detenidos.
El día 17 de ese mes, en Nogales, fue capturado un sujeto con 30 kilos de droga sintética que tenía como destino Tijuana; el 26, en Yécora y Naco fue requisada tonelada y media de mariguana; cuatro días más tarde, en Agua Prieta, cayó otra tonelada del enervante.
Elementos de la Sedena y la Procuraduría General de la República (PGR) descubrieron el 10 de septiembre casi dos toneladas de cannabis y un arsenal en Puerto Peñasco. Cinco días después, elementos de la Marina descubrieron 4.8 toneladas de la misma droga en dos navíos cerca de Puerto Libertad.
El día 21 de ese mes, en Plutarco Elías Calles, cayó otra tonelada de la yerba, y al día siguiente soldados hallaron 60 kilos de metadona en el municipio de Opodepe. Para cerrar septiembre, agentes federales incineraron unas 200 toneladas del enervante en dos hectáreas de cultivos.
En octubre, el día 11 un trailero fue capturado con una tonelada de mariguana en un doble fondo de su vehículo en la vía Hermosillo-Nogales. El 19, en Caborca, en un furgón del tren se localizaron 21 kilos de cocaína y 5.5 kilos de mariguana escondidos entre semillas de maíz. El 20, sobre la carretera Santa Ana-Caborca, fue interceptado un tractocamión con 24.5 kilos de metanfetamina, y un día después, en Sonoyta, las autoridades incautaron 11 kilos de droga sintética en un autobús de pasajeros.
Para noviembre, los militares aseguraron el primer día de mes 400 kilos de mariguana en Caborca, 25.5 kilos de crystal y 47.5 litros de metanfetamina en San Luis Río Colorado, así como 100 kilos de cannabis en El Sásabe. En Puerto Peñasco, el día 5, durante un cateo, también localizaron 20 armas de fuego y más de 5 mil cartuchos, además de droga y otros objetos ilícitos.
Dos días después, reportaron el decomiso de una tonelada de mariguana y seis armas en Plutarco Elías Calles, 115 kilos de mariguana en El Sásabe y 100 kilos de la yerba en Altar. En el Aeródromo de Caborca, el 12 de noviembre hubo una requisa de una avioneta tipo Cessna y más de 200 mil pesos. Seis días después fue asegurada tonelada y media de mariguana en Nogales.
Los militares incautaron una aeronave y más de una tonelada de cannabis en Magdalena de Kino el 6 de diciembre; también una avioneta con residuos de mariguana y detuvieron a dos personas en Caborca el día 8.
Diciembre de 2015 cerró con el decomiso de casi 600 kilos de cocaína y 56 de heroína en el interior de un tráiler el día 12. En Álamos, federales destruyeron 150 toneladas de mariguana en diversos plantíos y, finalmente, el 16, en el puesto militar de Querobabi, aseguraron mil 650 kilogramos de mariguana.
Fuente.-
Este caso puede ser posible, pero no por la ambición de unos cuantos se hará señalamientos en contra de todos los integrantes del ejercito mexicano de ser corruptos, hay muy buenos agentes federales que entregan su vida por servir a la patria.
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